Polos opuestos

Frank se había encerrado en su sótano particular. Su última relación lo había dejado hundido y de eso hacía ya 5 meses. Una relación tóxica donde las infidelidades y mentiras le hicieron sentir cada vez más pequeño.

Linda se aisló en su alcoba mental. Quería huir de todo lo terrenal y centrarse en cuidar su salud mental. Una relación que acabó hace 3 meses provocó que no se reconociera cuando se miraba al espejo. No sabía quién era y el primer paso para la recuperación era encontrarse a sí misma.

Una noche de sábado, Frank había rechazado, por milésima vez, un plan con sus amigos. No le apetecía meterse en un bar de copas y tener conversaciones sobre deportes y buscar un ligue potencial de una noche. Pero el anuncio de Fame, de Paco Rabanne, que tanto le gustaba le despertó algo que parecía muerto desde hace 5 meses. Cogió su móvil y se descargó de la Play Store esa aplicación para ligar tan famosa y de la que tanto había oído hablar hace tiempo a sus amigos. Empezó a completar su perfil de la forma más metódica posible.

Gustos: Me encanta el cine, si puedo ver una película antes de leer el libro, mejor. En relación a la música mi banda favorita es Guns N’ Roses y odio la salsa y la bachata. Me gusta salir de cañas con los amigos y odio hacer deporte.

Al leerlo, no le pareció demasiado mal y apretó la tecla “siguiente”. Escogió una foto de la galería de imágenes que no le produjo mucho rechazo y la colgó en su perfil.

¡Comienza el juego!, ese mecanismo le parece muy impersonal, pero hace tanto que no tiene una conversación con una chica que le parece el único modo de conocer a alguien nuevo. Después de varios deslices se para en una chica y lee su perfil.

Gustos: Me apasiona leer, si hacen una película de un libro que me gusta, evito ir a verla. Amo la salsa y la bachata, llevo años dando clases y es parte fundamental de mi vida. Soy muy activa, el deporte es parte de mi día a día.

Frank piensa, joder, como puede ser alguien tan diferente a mí, pero no puede dejar de mirar esos ojos verdes y perderse por una milésima de segundo en ellos. Su dedo, automáticamente hace match y en ese mismo instante deja de buscar, el pensamiento de que ha sido una noche productiva le ronda la cabeza y prefiere dejarlo ahí.

Al otro lado de la ciudad, Linda, recibe una notificación en su móvil. Estaba leyendo el último libro de Juan Gómez-Jurado y pensando que dentro de poco empezará la serie de Reina Roja y no sabe si se atreverá a verla. Deja el libro a un lado y coge el móvil para ver que la ha sacado de su lectura. Comprueba que es una notificación de esa aplicación de ligues que hace 1 mes, en una tarde de café, sus amigas se la habían descargado a traición para que empezara a conocer a chicos con los que pasar un buen rato y pasar de ellos.

Aprieta la pantalla y comprueba que alguien le ha dado un match, pero como esa aplicación es de pago no sabe quién es. Comprueba la página del libro que ha dejado a un lado y al ver que justo había terminado un capítulo, pone el marcapáginas y se sumerge en la búsqueda de chicos que viven a un máximo de 15 kilómetros de ella.

Después de unos minutos ve un chico con ojos azules que le llama mucho la atención. – Frank, vamos a ver que te gusta- dice ella mientras le cuesta apartar la mirada de su foto. Al leer el perfil se da cuenta que no tienen nada en común, a cualquier otra persona, la hubiera rechazado, pero en un acto inconsciente, su dedo hace caso a una sacudida del corazón y no del cerebro y le da un match a Frank que en ese instante sienta la vibración de su móvil mientras está jugando al Candy Crush y solo le viene una idea a la cabeza, que sea Linda por favor.

Al día siguiente, Frank recuerda que tiene que comprar un regalo para el cumpleaños de su prima y se dirige por la mañana al centro comercial.

En ese mismo centro comercial, Linda había ido a realizar unas compras porque el cambio de tiempo estaba cerca y no quería que el cambio de armario le cogiera muy tarde. Cuando estaba a punto de irse, se paró en una tienda donde vendían música y películas.

Odiaba las películas basadas en libros que le gustaban, pero el perfil que visitó anoche le hizo pensar en que podría estar perdiéndose un mundo maravilloso, así que se compró las 8 películas de Harry Potter en un pack ahorro que encontró en una estantería y fue directa al parking subterráneo para irse a casa.

Frank, aparcó su coche y dejó de escuchar “Bailando bachata” de Chayanne, una música que creía que odiaba, pero que ese perfil que le encandiló anoche le despertó curiosidad por el movimiento de caderas que se escondía en cada compás de la bachata.

Delante del ascensor, pensó que no le vendría mal subir por las escaleras para ser un poco más activo.

Y en el centro de las escaleras, él subiendo de su sótano y ella bajando de su alcoba, Frank y Linda se encontraron. Ambos, instantáneamente se dieron cuenta de quiénes eran.

Sin saber cómo, después de un instante, que parecieron días, perdidos cada uno en la mirada del otro Linda dijo. - ¿tomamos un café?,- Frank, sin pensar en la respuesta, -sí, me encantaría.

Y ese café marcó una vida de lectura, cine basado en novelas, talleres de salsa y bachata y deporte, mucho deporte.