Poquito a poquito

Se despidió con un beso tibio. Le temblaban los labios, las lágrimas le hacían surcos en las mejillas. No pudo articular palabra alguna. Se llevó puesto el vestido morado, unas zapatillas negras y el cabello suelto. Los labios estaban despintados. Tuve que contener el llanto para verla partir. Me dejó las medias negras y el sostén del mismo color, que hoy siguen guardados en un pequeño baúl. Era diciembre y hacía un poco de frío. Fue la última vez que la vi desnuda. Anoche la recordé con algo de nostalgia. Eres mi pervertido favorito – me decía dulcemente cuando estábamos en el juego sexual. Veía imponente su desnudes, era un terreno virgen para explorar. El lunar en su seno derecho, la cicatriz en el hombre izquierdo, el vello púbico unas veces escaso y otras abundante, incluso al rape. La soñaba despierto. Recorría lentamente cada minuto de la entrega. ¿Qué me ves? – Me preguntaba constantemente y siempre le respondía lo mismo: Nada, me encanta verte. Se sonrojaba un poco. Se llamaba Aurora y la conocí en la oficina; trabajaba en el departamento de compras. Yo era, para ese entonces, auxiliar contable. Nos hicimos buenos amigos y luego surgió el deseo carnal. Ella me sedujo con sus mimos y atenciones. Estuvimos juntos casi cuatro años, luego las circunstancias de la vida nos llevaron por caminos diferentes. Era de esperarse que no la olvidara tan fácilmente porque me enamoré perdidamente de ella y no lo he vuelto a hacer después de ella. Anoche quise escribir todas esas vivencias, pero preferí recordarla, saborear de nuevo sus labios, sentir lo tibio de su desnudo cuerpo. La voz de Marcela me sacó del trance. ¿En qué piensas? – Me preguntó soñolienta. Si voltearla a ver le respondí que nada. Ven, hace frío. Yo te caliento un poquito – me dijo con voz entre seductora e infantil. Dejé el recuerdo colgado en la ventana y regresé a la cama con Marcela. Marcela partió esta mañana para ya no regresar, lo nuestro llegó a su fin por incompatibilidades intelectuales. Vaya estupidez. Sigo enamorado y aún siento el aroma de la piel desnuda de Aurora. Me amas – le preguntaba a ratos y me respondía: Sólo un poquito. Y la sigo amando de poquito en poquito para disfrutarla lentamente y sin prisas.

[video=youtube;9D5E1Ar8G8Q]http://www.youtube.com/watch?v=9D5E1Ar8G8Q[/video]

 

Es un relato muy erótico, bañado al mismo tiempo de una dulzura y una melancolía que no dejan indiferentes. Enhorabuena. Luis

 

Te agradezco los comentarios y que hayas pasado por estas letras.

El amor por sí solo es erótico.

Un abrazo.

 

Me dejaste con ganitas de leer más. ABRAZOS

 

Un gusto que aún tengas ganas de leer más...

Besos.