Por el camino de los sueños

POR EL CAMINO DE LOS SUEÑOS​

Hace muchísimos años, no sé cuantos, vivían en un pueblo cuyo nombre no sé, un señor y una señora.
Una tarde se perdieron por un camino que solo ellos conocían, cruzando el río de nombre Pando, por llamarlo de alguna manera. A no mucha distancia, en un remanso del bosque, podían disfrutar de varios frutos y del sonido del río, que ya para esa zona se hacía angosto y con muchas piedras. Había ramas de arboles de todo tipo formaban un túnel natural donde pájaros y animales jugaban como niños inocentes.

Cuando el señor y la señora eran jóvenes, con la piel sana y los ojos brillantes, tenían muchos sueños, digo que le sobraban los sueños. Una día él volvía del campo de hacer algo, y ella lo esperaba en la entrada del camino. Mientras él tomaba su mano con ternura, ella dijo:

—¿Y si hacemos un pequeño bosque dentro del bosque?.
—¿Si amor, eso quieres?—respondió el joven enderezando su postura—, muy buena idea, mañana empezamos amor.

Como siempre se despidieron con un beso interminable. Llevó cada uno a su casa la idea como una tarea nocturna, pensaron mucho esa noche, no podían olvidar ningún detalle.

Al día siguiente ella trajo unas semillas y él trajo una pala. Sacaron agua del arroyo. Sembraron toda la tarde. Hasta el cansancio dejaron el lugar perfectamente listo. Solo hacia falta; un poco de sol; regar todos los días; y esperar a que la naturaleza les de otro agasajo.

El tiempo pasó, las plantas crecieron, los jóvenes hacían su trabajo cada tarde. Entre besos y caricias disfrutaban del nuevo paisaje. Había flores de muchos colores. El viento pasaba besando sus caras. Mil rayos de sol les dejaba la tarde. Mariposas ariscas corrían los enamorados.

Después de varias primaveras los frutos empezaron a caer. El joven y la joven, que ya tenían sus años, tomaban los frutos, se acostaban en una pendiente, miraban el río y esperaban la noche. Una de esas tardes, justo antes de irse, el joven preguntó:

—¿Y si nos casamos, y tenemos un hijo?
—¡Que hermosa propuesta amor! ¿seguro lo deseas?—preguntó la joven entre suspiros que le cortaban la voz.

La propuesta al poco tiempo se hizo realidad; se casaron; construyeron su caza; hicieron una fiesta. Esa misma noche buscaron la otra parte del sueño que anhelaban, la noche siguiente también, y así cuantas noches pudieron se esforzaron por tal cosa.

Siguieron yendo al bosque pero con menos frecuencia. La idea de tener un hijo los desvelaba. Algunas veces estaban tan cansados que se dormían juntos sin siquiera conversar. Los frutales siguieron creciendo. El río no paró ni un instante. Los pájaros y los animales estaban ahí. A ellos se les iba la vida y lo podían notar.

Él ya era un adulto, ella una señora de pelo cano. Se miraban mucho rato. Se odiaban sin decir una palabra. Mientras él cortaba leña; ella hacia de comer. Mientras él podaba plantas; ella barría hojas en silencio. Las noches eran un plomo en las piernas de los dos. El frío sacudía sus huesos fácilmente. Desistieron de su sueño en un olvido sumergido en la garganta. Ni él ni ella borraron del todo ese deseo traído desde hace años.

Un día las nubes se iban lentamente hacia el sur, y el sol ya estaba en la punta de los árboles. Varias bandadas de pájaros se perdían en la mirada matrimonial. Él sintió una voz lejana, y ella la también la sintió. Se tomaron de la mano, cruzaron el río Pando, se metieron por el camino. Llevaron de la mano su afán que no paraba de saltar, de corretear por todas partes.​

-FIN-​

 

Un cuento con ese título tenía que tener final feliz o al menos abierto a la esperanza .

 

Estoy practicando en prosa. De a poco. jajaaj Saludos.

 

En realidad la prosa permite muchas opciones para desarrollar los conceptos, recrearte en todo lujo de detalles y buscar una mayor precisión en la comunicación del mensaje. A veces pienso que sería para mí un medio de expresión más natural, más adecuado, pero no, de alguna manera me dejo llevar por la costumbre de pretender escribir poesía. ¿Y por qué? No lo sé.

 

Está bien. Te lleva la poesía. Un abrazo.