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Que linda manito

Tema en 'Prosa: Infantiles' comenzado por ANAPLUCHINSKY, 18 de Junio de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 338

  1. ANAPLUCHINSKY

    ANAPLUCHINSKY Poeta asiduo al portal

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    17 de Abril de 2022
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    Mujer
    El meñique se llama Enrique, el anular Osmar, el mayor Melchor, el índice se llama Eurídice y el pulgar Oscar.” Mientras cantaba esta canción, Amanda, le iba dibujando con una fibra indeleble, una carita a cada uno de los dedos de su mano derecha.
    Ella muy feliz estaba con su obra de arte. Sus dedos lucían muy bonitos con sus caritas angelicales. Todo era normal hasta que de repente, mientras miraba su mano y seguía cantando, el mayor de sus dedos le guiña un ojo. Amanda con un susto terrible cierra la mano y piensa: “Esto no es real, debo estar muy cansada y veo cualquier cosa.” Deja pasar un minuto, toma coraje y vuelve a abrir la mano ¡Oh Dios! Se encontró con algo más disparatado, estos cinco hermanos se le reían mientras le sacaban la lengua. Amanda estaba cada vez más asustada, asombrada y confundida.
    Esta locura se tenía que terminar cuanto antes, es así que corrió al baño, abrió la canilla de agua caliente, agarró el jabón e intento borrarlos. Los dedos empezaron a poner cara de dolor porque el agua los estaba quemando, pero ese no era solo el problema, como la niña había dibujado esas traviesas caras con tinta indeleble ni el agua ni el jabón las borrarían.
    Llegada la noche su mamá la llamo a cenar. Amanda con el puño cerrado como si tuviera una rana cautiva, se sentó a comer. Su papá la observaba intrigado, ya que su hija intentaba comer con la mano izquierda y obviamente hacia mucho lio, hasta que no aguanto mas y le preguntó: ¿Amanda, que es lo que te pasa en tu mano que no abrís el puño? Ella se hizo la distraída y contestó: “Nada papi solo estaba viendo como se come con la mano izquierda”. “Ante el llamado de atención de su papá y para que no siga interrogando, vieron como son los papás que, aunque hagamos lo imposible…ellos lo descubren todo, tomó fuerza, agarró el tenedor con la mano derecha y pincho un trozo de milanesa. Todo era normal, hasta que se lo intento llevar a la boca, no había forma de embocarlo, el tenedor se le metía por las orejas, los ojos, la nariz hasta que terminó adentro de un vaso de jugo. Los dedos estaban incontrolables y el papá de Amanda muy enojado por el comportamiento de la niña.
    Al día siguiente, la pequeña se despertó temprano para ir a la escuela, lo primero que hizo fue mirar su mano y ahí estaban las cinco caritas, con una dulce sonrisa como si le estuvieran dando los buenos días. Llegó al colegio y cuando intentó agarrar la lapicera azul no podía, su mano siempre se dirigía a la de color fucsia, los dedos se habían encaprichado en escribir con ese color, pero lo peor de todo era que cuando quería escribir, la letra le salía espantosa porque se peleaban entre ellos todo el tiempo y en esa pelea, la mano perdía firmeza y hacia cualquier cosa.
    En la clase de guitarra, cuando todos hacían silencio para escuchar a la profesora, la guitarra de Amanda empezó a sonar, sus dedos de movían frenéticamente, no había forma de pararlos. Cuando la profesora retó a la niña, ella se excusó diciendo “No fui yo, fue mi mano.” La pobre, que no mentía se llevó una mala nota en el cuaderno por no hacer silencio y encima burlarse de la profesora.
    Amanda estaba muy enfadada, pero al mismo tiempo le daba mucha lastima borrar esas caritas porque cada vez que estaba decidida a hacerlo, sus dedos expresaban en su mirada sufrimiento, entonces les daba otra oportunidad. Un día, cansada de sus travesuras, los miró fijamente y les dijo; “Esta es la última vez que les hablo, si no se portan bien mañana le digo a mi mamá que los haga desaparecer.” Los cinco a la vez hicieron un gesto dando la sensación de que a partir de entonces se portarían como unos santos. Fue así que confió en ellos y se durmió tranquila. Al día siguiente todo marchaba de maravilla, su letra hermosa había vuelto a su cuaderno, los dedos parecían haberse tranquilizado.
    En un momento la maestra les informa que iban a venir a dar una charla de pediculosis, para poder prevenir y combatir los piojos. Todos los chicos, incluida Amanda empezaron a decir que ellos nunca habían tenido visitantes y que jamás le había picado la cabeza, ¡Que mentirosos! ¿No? En el mejor momento de charla, a Amanda se le ocurrió acomodarse la hebilla que sostenía su flequillo ¡Ay, para que lo hizo! Sus dedos empezaron a moverse rápida y desesperadamente rascando su cabeza sin parar. Sus compañeros se le reían al ritmo de ¡Amanda tiene piojos, tiene piojos! Ella, con mucha vergüenza y toda colorada no sabia que hacer. Los dedos se habían vuelto más traviesos que nunca. Por suerte, en un momento se calmaron. La niña pensó que la pesadilla había pasado, pero estaba muy equivocada porque al llevarse distraídamente su mano a la nariz, empezó a sacarse los mocos, los hacia bolitas con sus dedos y se los llevaba a la boca. ¡Que asco! Gritaban sus amigos que ya no se le reían, sino que se preocupaban por los raros comportamientos de la niña.
    Esto había pasado todos los límites, ella no estaba dispuesta a perdonarlos, ya nada que venga de parte de ellos le daba pena. Llegó a su casa y muy afligida le contó todo a su mamá quien la miraba sonriente mientras le decía: “Ay mi vida, sé que me estás haciendo una linda broma” ella, más desesperada que nunca y tratando que su mamá la ayude y le crea, le dice: “Mirá mamá, acá están estos dedos bandidos, borramelos… por favor.” Abriendo su puño se dispone a que esa pesadilla se termine, pero se encuentra que en cada uno de sus dedos había una letra, que formaban un nombre: A- M - A -N- D -A. Su madre, sonriendo le dice: “Amanda…la que te engaña.” Otra vez, esos cinco hermanos se habían salido con la suya.
     
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