1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Querida luna

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Lorenzo Salamanca Garcia, 28 de Noviembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 516

  1. Lorenzo Salamanca Garcia

    Lorenzo Salamanca Garcia Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    14 de Noviembre de 2010
    Mensajes:
    745
    Me gusta recibidos:
    106
    Género:
    Hombre
    Soy Fabiola, nací en una ciudad pequeñita del Noroeste de Colombia llamada Uribia, pero cuando tenía 9 años vine con mi madre Natalia a Zamora. Hicimos este viaje porque mi madre tenia aquí una amiga que se ofreció para acogerla en su casa y ayudarla a encontrar trabajo; en Colombia mi madre decía que vivíamos “de milagro”, porque nos rodeaba la pobreza por todas partes.
    Al principio echaba mucho de menos mi tierra y a mi familia, pero poco a poco fui haciendo nuevas amigas hasta convertirme en “una zamorana más”.
    Desde que llegamos a Zamora mi madre tuvo que ponerse a trabajar en lo que le salía: Trabajos de limpieza o acompañar en el hospital a personas enfermas y solas, todos trabajos de hoy para mañana y, claro está, sin contrato. Los meses que iban pasando llegaban cargados de deudas: Que si la parte de alquiler del piso, del agua y la luz y, cómo no, del teléfono móvil, sin el cual mi madre no hubiera podido trabajar nada, pues por el la avisaban si salía cualquier trabajillo; además, por él hablábamos con Colombia, controlando siempre el tiempo (“no te enrolles hija, que luego nos cuesta mucho la llamada”, me decía mientras escuchaba voces con besos del otro lado). Ahora que se acercan las fiestas de Navidad echo de menos a mi abuela Paula, que me contaba grandes cuentos, que se continuaban al día siguiente y que me hacían desear cada tarde desear ir a verla con más ganas. También echo de menos a mi tía Rigoberta y a mis primos Virgelina, Nubia y Gustavo. Y me acuerdo, ¡cómo no! de mi padre Andrés, que ahora está con otra mujer con la que tiene un niño de 2 años llamado Apolinar. Pero no quiero ponerme triste, porque lo que quería contaros es cómo mi madre me ha hecho soñar y vivir con sus cuentos.
    Pues eso, que las cosas no nos fueron nada fácil, mi madre decía algunas veces que “Dios se ha olvidado de nosotros”. Recuerdo que a las pocas noches de estar en Zamora, la persiana de mi habitación estaba averiada y no bajaba, había luna llena y su claridad lo llenaba todo. Yo llamé a mi madre, algo desvelada, y le dije que se quedará y me contará algún cuento, como hacia la abuela Paula. Mi madre me miro con los ojos llenos de afecto y luego, contemplando a la luna, empezó a contarme un cuento en el que era la luna la protagonista. Decía que la luna es un astro mágico, porque en ella residen todos los ángeles de la guarda y hadas protectoras que tenemos: Desde allí nos tienen vigilados y en un periquete aterrizan en nuestra vida, sin que siquiera nos demos cuenta la mayoría de las veces. En ella hay también grandes libros con miles de anotaciones de cosas buenas realizadas por estos seres maravillosos a favor de la humanidad…
    A lo largo de varias noches mi madre (tenía los genes de mi abuela en cuanto a contar historias) me fue acercando a la luna y me describía muchas de esas buenas acciones anotadas en los libros, como si hubieran sucedido ayer..Embelesada, la escuchaba. Lo mejor era cuando hablaba de cosas buenas que a mi me habían pasado y que ya casi ni me acordaba y ella atribuía a estos seres mágicos: “¿Recuerdas cuando querías tener un animal y abuela Paula te trajo un patito?...fueron ellos los que lo dejaron en su puerta para ti”, ¿recuerdas cuando te llamo papa el mes pasado por tu cumpleaños, después de varios meses sin hablar con él?...fueron ellos los que se lo hicieron recordar”…y así siguió y siguió, haciéndome entender que nada bueno en mi vida era fruto de la casualidad.
    Desde esa noche contemplé a la luna como nunca lo había hecho. Desde entonces se hizo en mi vida algo muy familiar, un astro con vida propia.
    Como había noches que la luna no aparecía en lo alto del cielo, mi madre me explico que eso era porque también tiene que hacerse visible para todos los niños-as del mundo y me explicó como esperarla siguiendo el calendario. Y que aunque cambiara a veces de cara, sigue siendo la misma, como yo cuando unas veces me pongo vestido y otras pantalón y estoy siempre preciosa para ella.
    A partir de esa noche empecé a hacer dibujos de la luna: Le pintaba unos ojos grandes y unos labios que podían envolverte si te daban un beso, le dibujaba unos brazos enormes para poder abrazar a todos los niños,… Cuando no aparecía en el cielo y como la echaba de menos, comencé a escribirle cartas y poemas: Todos empezaban con “Querida luna….”.
    Los dibujos los fui pegando en las paredes de mi habitación: Parecía que dormía cada noche en el cielo. Los cuentos y poemas a la luna estaban todos en un cuaderno con las pastas de color rosa. Durante mucho tiempo ha sido mi cuaderno preferido.…
    El tiempo corre que vuela, pero nunca nos aleja de las fuentes de la vida”, decía tantas veces mi abuela Paula…Hoy ya tengo 16 años y releyendo todo lo que escribí durante unos meses en ese cuaderno hago memoria de todo lo bueno vivido.
    ¡Ufff...!, llaman al timbre, debe ser Pablo, mi chico, que cuando me mira como sólo él sabe hacerlo dice que en mis ojos se ve la luna.
     
    #1
    Última modificación: 14 de Noviembre de 2014

Comparte esta página