“¿Quien mato a mi padre?”

Por GERARDO CHRISTOPHER PINTO



Febrero de 2006



No olvidaré jamás aquel nefasto y abrumador instante cuando oí aquellas trascendentales e insulsas palabras, las cuales fueron, como lo habían predicho solamente unos pocos discípulos del último profeta apocalíptico, en quien una vez tuve fe, arrojadas hacia una gran multitud en una época de incertidumbre, de la cual eventualmente no conseguí sobrevivir, por nada más y nada menos que un vulgar asesino quien decidió efímeramente, como una máquina autómata, que la vida de mi padre resultara prescindible, pues éste ya lo había considerado integrante potencial de una confabulación que, cuando aún niño, se había planeado desde que aquel hizo su aparición, o tal vez desde aquel momento en que las incomprendidas divinidades permitieron radical y estrictamente ponerle fin a todo lo que una vez fue parte de mi vida, de mi idiosincrasia, y también de las que pertenecieron a mis contemporáneos quienes se entregaron, sin otra alternativa, a él con honor, y con mucho miedo.
¡¿Acaso no fue posible otra solución?!... ¡De esto se trataba mi patético destino!: De mi necedad, por no aceptar los dictámenes celestiales, originada esencialmente por entrar en conflicto con mi anterior creencia. De una fe semejante se valió aquel individuo que con abrupta e inventada soberbia silenció, convenientemente, las verdades con las cuales mi padre casi consiguió opacar su misteriosa, y temida, naturaleza. Mi padre fue, realmente, el héroe de aquellos anacrónicos tiempos. Sin embargo, su actuar no resultó efectivo y desafortunadamente el mío tampoco lo fue.
El día anterior a mi indudable fallecimiento no fue inquietante a causa de saber que moriría sino porque se me reveló que no conseguiría terminar con lo que mi padre había empezado. Entonces comprendí la verdadera relevancia de mi existencia: Dar a conocer a todos los hombres que la muerte de mi padre no fue en vano.

IN MEMORIAM A MI PADRE Y A MI ABUELO…

“Pocos segundos antes de perecer por la misma mano que asesinó a su padre, aquel hombre recordó las palabras que hicieron su destino: ´…Ahora todos ustedes comprenderán el verdadero significado de la palabra democracia…´”


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