1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Quien vive en mi espejo

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por J.Latrama, 12 de Septiembre de 2025 a las 2:56 PM. Respuestas: 0 | Visitas: 20

  1. J.Latrama

    J.Latrama Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    15 de Septiembre de 2023
    Mensajes:
    17
    Me gusta recibidos:
    26
    Género:
    Hombre
    A cabeza non para. El tornado es brutal. Pensamientos se entremezclan sin sentido mientras las ideas más coherentes se escapan por las grietas que dejan los infortunios que azotan mi travesía, los proyectos que nunca finalicé y también algunas decisiones cobardes que siguen visitándome como antiguos parientes cercanos que ni por un momento se plantean mirar hacia otro lado mientras desperdicio la oportunidad de oro que con su esfuerzo me brindaron en esta difícil pero fructífera existencia que es la vida. Un boleto premiado, debe ser cobrado.
    Trato de fluir y de surfear el caos, de montarme a la ola, de mantenerme a flote y de seguir mi cauce, pero me está costando mantener el equilibrio, las aguas están revueltas y el propio flujo de mi existencia se vuelve cada vez más denso, la pesadez de la situación me empuja con fuerza hacia un fondo, un fondo que por más conocido que ya me sea, siempre resulta imponente en la inmensidad de su profundidad . Arenas movedizas en un desierto de arena negra y desconcierto se arremolinan a mis pies. Trato de controlarme pero no puedo. las pulsaciones me aprietan, los brazos me pesan, las piernas me flaquean, la piel se me eriza, los huevos se me encogen, los ojos me lloran y en efecto, la mierda se me estriñe. Definitivamente, estoy entrando en pánico. Grito asfixiado pero ni yo mismo me oigo, alrededor ya no queda nadie, estoy solo, y es entonces cuando pienso en las tantas veces que creí necesitar esta soledad, cuantas veces rogué al director de la orquesta alejar mi partitura del zumbido ensordecedor de la multitud, cuánto deseé explorar yo solo la inmensidad de mi interior, y ahora que estoy aquí, sabes que ? Mataría por descolgar el teléfono y llamarte, llamarte una y mil veces hasta que me respondas. ¿Sabes que? Te voy a llamar. Me decido y descuelgo, acerco el auricular al oído y un pitido chirriante casi me estalla el tímpano. Me queda claro que no estás al otro lado de la línea, y que aunque reconocieses mi auxilio, no vendrías, tú sabes un pitbull aprende a nadar tirándolo al agua, no poniéndole manguitos.
    Me conoces, no me rindo a la primera, ni a la segunda, ni a la cincuenta. Sigo marcando descontrolado y pulsando casi a ciegas los botones hasta que algunos números desgastados se terminan de destintar en las yemas de mis dedos. Es entonces cuando desesperado clamo al cielo lo cuantisimo que desearía tocar en las teclas del piano las melodías que nunca compuse y que así pudieras escuchar la banda sonora que suena mientras mi vida arde en llamas y el frágil puente que me une a la realidad se cae a pedazos.
    Desmoronado y ya suplicándole a mi furia que escupa el poco fervor que le queda, consigo con la garganta desgarrada sollozar los versos trágicos pero autenticos que entre lágrimas tú y yo escribimos en el último momento que nos vimos, justo antes de que por tal vez por miedo, tal vez por incomprensión, decidí abandonarte, porque si reconozco que te abandoné. Y por eso estoy aquí, con los pies ensangrentados de caminar en penitencia hasta ti, suplicándote otra oportunidad en la que redimirme de mis errores, demostrarte que esta vez estaré a la altura, que volveremos al juego, sin piedad, que por fin entendí que ganar nunca fue importante, lo importante es que cuando acabe el partido, nosotros sigamos siendo la tibia más dura del encuentro.
    Y creo también que no cabe mucha más opción. Porque por mucho que ahora me detestes, por mucho que me evites, por mucho que te alejes, por mucho me niegues, estamos condenados a reencontraros, no creo que pudiéramos seguir mucho tiempo así, porque no te olvides que a fin de cuentas, tú y yo, no sólo compartimos, casa coche, familia, cuerpo y mente, es que además, tú y yo, para los demás, somos la misma persona.
     
    #1

Comparte esta página