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“...Quiero que me olvides por completo...”

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por azt8__p1tuak_, 24 de Febrero de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 2193

  1. azt8__p1tuak_

    azt8__p1tuak_ Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    17 de Marzo de 2007
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    ...Un día un hombre estaba en pie mirando al cielo... un quejo, un suspiro se escapaba de sus labios, como buscando una respuesta al porque de tanta desdicha, al porque de tanto sufrimiento y etapas escondidas en su cuerpo, marcas de azotes, de golpes, cicatrices en su espalda, en su pecho... Si el tan solo había recibido uno de interés, uno que verdaderamente lo sintió en el cuerpo y dejo marca... un golpe que le hizo saber que verdaderamente existe el extremo dolor sentimental, que le hizo saber que verdaderamente existe un alma, que se esconde, que también observa al cielo.

    Paso un tiempo , años, y en quejo aun el hombre, aun miraba al cielo. Pensaba. Recordaba aquellos tiempos que se inundaron con sus lágrimas, pues aun le dolían las heridas de su cuerpo y sentía enormes ganas de gritar, de llorar, pero ya no le quedaba voz, ya no le quedaban lágrimas. Ojos risueños, cabellos tiesos y restos fecales que se deslizaban por sus piernas, un esqueleto en pie frunciendo el ceño, apretando los puños, sus sueños, sonriendo...

    Aun estando así, el se sentía libre, liberado, divino! Que nada ya le dolería... que el tiempo lo había hecho estoico. Se sentía magnifico no mas allá de su mente y un par de metros cuadrados, único participe de sus minúsculos cambios, que la mano amiga que le ayudaría a salir del agujero en el cual se encontraba... era la suya misma.

    Y en quejo siguió el hombre viendo el cielo por mucho tiempo más! Y el cielo... inmutado, sobrio y plomo, sin ningún deseo de cambiar... nunca escucho alguno de sus quejos... alguno de sus ruegos o preguntas... sus deseos.

    Fue entonces cuando ella apareció.

    El la había visto mucho antes pero nunca le había prestado la atención que merecía. Ella, tan lejana, tan brillante, tan inmensa! Tan bella... el cielo no merece tenerla entre sus nubes y menos! Los simples ojos de un mortal, NO MERECE! NO MERECE, NO MERECE, NO MERECE, NO MERECE, NO MERECE, NO MERECE...
    Cayo de rodillas primero y luego se desplomo entero, sus labios, su rostro, su nariz, sus ojos... una ves mas probaron tierra.

    Amaneció... el hombre aun besaba el piso.

    Pero su aspecto había cambiado por completo, sus ganas, su sonrisa, su mirada, su cuerpo! Sin cicatrices sin etapas! Había olvidado por completo su pasado! (si es que algún día hubo uno) podía gritar, llorar, reír y hasta saltar! El hombre... el hombre desde entonces volvió a nacer y la espero siempre, cada tarde, cada noche, cada día (dejando algunos) la veía y era muy feliz, porque hacia sonreír a la luna, la abrazaba, la asía y la besaba... se sentaba a su lado a conversar, a debatir (a ella le gustaba mucho debatir) aunque el no sabia muy bien hacerlo.
    Y así, jugando con sus sombras podían formar un corazón... amor! Pensaba el... amor! Soñaba el... y que habrá pensado ella en tan lejana soledad?...

    Dos meses han pasado pero como si hubieran sido diez! Y el brillo de los ojos de aquel hombre habían disminuido (por costumbre? No!!!), o es que acaso fue el brillo de los ojos de la luna? (...). El se daba cuenta, la luna solo muestra un rostro!.
    Pasaba el tiempo, por días, ella salía con la mitad de su alma a verlo, por otros, con la cuarta y hasta la octava parte de su alma, pero aun así, el era muy feliz a su lado... en su corazón, cada latido volvía a mencionar un nombre: el suyo.

    ...

    Cuenta la historia que él aun la espera sentado en el filo de una poca de esperanza, la misma que ha creado entre sus sueños, leyendo un frío mensaje que tiene escrito en un haz de tierra y luz: “...Quiero que me olvides por completo...” dice. Sentado, a espaldas de todo el universo, mudo y con las mirada hecha silencio, el la espera, la espera sonriendo (sonriendo porque sabe que nunca mas vendrá) porque entiende... nunca mas saldrá. Nunca mas vendrá.

    ...

    Un día un hombre estaba en pie mirando al cielo... un porque, una sonrisa escapando fríamente de sus labios, como buscando la mejor manera de... como quien observa el mundo desde fuera, allá en la penumbra... tratando de decir...”Gracias”...

    ...
     
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