Quiero ser parnasiano

Los brillantes huesos de un gigante pelirrojo, he viajado mucho
Solo para encontrarme con una tierra de despojos.

Veras, tengo sueños sobre aventuras nocturnas en un desierto de sal, un paraíso de largos brazos tenebrosos y Ángeles sombríos, donde constantemente mi garganta se baña con ajenjo.

Los remolcadores me llevaron ahí, recuerdo que mi rostro tenia la misma expresión que el de un niño travieso en espera de su castigo, aun así mi asombro era mas alto que mi miedo.
Contemple montañas de diamantes, su sublime color rojo
era más puro que el de mi sangre, y estaba feliz porque los gigantes me consideraban su amigo.

Hice mis juramentos, y me perdí en sus quimeras que derrochaban magia, leyendas de lóbregos barcos que encallaron en la tétrica noche de una fantasía agraviada.
¿Era yo un invitado en su mundo, o ellos habían traído su mundo a mis sueños? No había forma de saberlo, mi mente era demasiado libre como para empaparla con lógica.

La saliva de sus vírgenes era más dulce que cualquier ambrosia
Diosas cuyos ojos eran eternos ocasos, capaces de convertir a cualquier cínico en un afable poeta. Desee tener un cincel, para darle al tiempo la forma de una prisión de hielo y congelarme para siempre con mi diosa de lagrimas de almíbar.