1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Recordando a Lorenzo

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Asklepios, 12 de Agosto de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 284

  1. Asklepios

    Asklepios Incinerando envidias

    Se incorporó:
    24 de Mayo de 2015
    Mensajes:
    901
    Me gusta recibidos:
    1.230
    Género:
    Hombre
    Lorenzo tenía sus días aunque, normalmente, no era así. Eran días en los que, con sus palabras, se dedicaba a atravesar, de manera totalmente voluntaria, la mayor de las ignorancias, al tiempo que no dejaba de lucir una muy peculiar impertinencia y la salvaje bravuconería propias de ésta, mientras se sabía cómplice de cierta infidelidad hacia lo más íntimo de sí mismo y enemigo de casi todo conocimiento, de casi todo saber.

    Dicho lo dicho, es muy fácil imaginar lo complicado que resultaba compartir con él cualquiera de aquellas tardes, aunque, en mi caso particular, nunca me lo pareció. Es más, particularmente confieso que solía pasarlo estupendamente.

    Apenas puedo, -no me atrevo-, comentar nada sobre si sucedían hechos parecidos a los que aquí intentaré relatar con otras personas ajenas al grupo íntimo de amigos que éramos. Y, más que nada, por desconocimiento. Apenas se nada sobre si, en su día a día, con el resto de sus relaciones sociales y de trabajo, -a lo largo de los años-, su comportamiento fue el mismo, aunque no lo creo. Apuesto que, sobre todo conmigo, todo resultó más extremo; que llegábamos mucho más allá de lo que cualquiera consideraría normal. Y me explicaré:

    Aunque con pasados bien diferentes, la vida misma nos facilitó conocernos durante los años de instituto, es decir, en los años más rebeldes, cambiantes y más importantes que a todos nos modela y marca la existencia. Así, en poco tiempo ya estuvimos juntos a todas horas, tanto durante las clases como fuera de ellas.

    Ni malos ni buenos estudiantes, pronto nos aficionamos a pasar más tiempo fuera que dentro del instituto, dedicados a la pura contemplación y al beber un poco más cada día.

    Aprobamos el primer curso y también el segundo aunque con un poco más de dificultad y, ya en el tercero, nuestra gran afición por el alcohol y la reciente relación con el mundo de las drogas que no dejaba de parecernos cada día, más y más interesante y cautivador, nos fueron distanciando del resto del mundo debido al peculiar punto de vista vital que nos fuimos construyendo.

    Al principio, nos mantuvimos vigilantes, -por conscientes-, e incluso muy críticos respecto a nuestro comportamiento aunque, por mucho que quisimos y lo intentamos, finalmente, la realidad, el exceso de confianza, la despreocupación, la adicción… nos terminaron por arrastrar por caminos nada convenientes para ninguno de los dos.

    Aquí, debo aclarar que, cada uno fuimos actuando y reaccionando a su manera hasta, finalmente y después de tantos, tantos años, tomamos caminos de salvación distintos, de reconstrucción personal, más o menos válidos, con los que hemos conseguido poder seguir por aquí, aunque, seguro, que no como pudimos hacerlo ni tampoco como nos pudimos imaginar. Como se suele decir, lo importante es participar, y aquí seguimos participando, lo que es, desde luego, muy matizable y comentable… Quizás más adelante…

    Compartimos mucho, muchísimo y eso que éramos inmensamente diferentes: él, práctico, eficiente, noble, más bien reservado, fuerte, atlético, lógico…; yo, idealista, manazas, torpe, espontáneo, más bien debilucho, algo estratega sin ser consciente de serlo, improvisador… Fuera como fuese, la fórmula resultó de lo más atractiva, interesante, sorprendente, satisfactoria y, al final, incluso… decepcionante por desgastada, por descuidada…

    Con todo lo confesado me voy acercando a lo que, en definitiva, quiero contar: Mis tardes con Lorenzo y sus peculiares comportamientos que, no sé por qué, siempre he sospechado que tuvieron su origen en otras tardes anteriores y bien diferentes. En tardes enteras que llegábamos a pasar prácticamente en silencio, en las que comentar la más mínima cosa, sobraba; tardes en las que simplemente, con una mirada nos decíamos todo y no dejábamos de reír y reír.

    Con el paso del tiempo, y sospecho que mucho tuvo que ver nuestras adicciones, poco a poco, apenas nos relacionábamos con otros, siendo yo mucho más inclinado al retiro que él, hasta el punto que, en cierto momento, decidí, de forma unilateral, retirarme y apenas salir de casa. Ahí comenzó realmente lo que yo entiendo por nuestro distanciamiento y que hoy rompemos muy puntualmente, no sé si por educación, nostalgia o por qué.

    Pero regresemos a lo que importa y que tampoco me va a ocupar demasiado tiempo comentarlo. Muchos fueron los días en los que,-se notaba enseguida-, a Lorenzo le daba por empezar a soltar carrete y a opinar de lo que fuera sin más. Criticaba lo que fuera, lo desmontaba, lo negaba hasta llegar a, no enfadarse, si no a cabrearse sin límite, olvidando el decoro y el buen hablar, para, de inmediato, iniciar cualquier otro tema que bien podía también desmontar o, por el contrario, alabar, apoyar y defender hasta la muerte… Lo curioso es que sus argumentaciones nunca estuvieron faltas de peso y razón lo que las convertían en algo, cuando menos, interesantes de debatir y analizar.

    El resto de nuestro círculo de amistades no tardaron demasiado en evitar las discusiones que se originaban por los planteamientos y opiniones de Lorenzo y sus maneras hasta que nos quedamos solos. Y así pasábamos tardes y tardes divagando, riéndonos de todo, maldiciendo todo y sin perdernos jamás el respeto y sin parar de reír, habitualmente en compañía de esas extrañas sustancias a las que, todavía hoy, a veces, incluso llego a echar de menos.

    Qué tiempos aquellos, Lorenzo.
     
    #1

Comparte esta página