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Recuerdos de mi infancia

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por sebi, 20 de Octubre de 2006. Respuestas: 0 | Visitas: 678

  1. sebi

    sebi Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    17 de Noviembre de 2005
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    Mi vida pasó como una promesa huérfana, como un corredor invisible. Se hizo de gloria y de dolor en el camino que cruzó una inocencia que fue alimentándose de heridas. Fueron siglos solitarios; vehementes, radicales y fulminantes, los que envolvieron mi carne de huellas.
    Yo recuerdo mi infancia como una fila de silencios que esperaban ser salvados por el lenguaje. La recuerdo como un tesoro que me otorgaba la dicha de su riqueza. Los sueños eran más persuasivos y la fantasía, entonces, no era fantasía; era la única verdad en la que creía y que defendía con furia y un valor inefable.
    En aquellos días envidiaba a las bocinas, a los colores vistosos, a los superhéroes. Yo quería volar tan alto como los Dioses, y ser más visto y tocado que la tierra. Pero entonces, cuando iba a subirme a la cúspide prometida, rodeada de aplausos de adultos y de niños; aquella que a menudo anidaba y recorría, pero que jamás lograba alcanzar; entonces, llegaban ellos. Los enemigos; los instrumentos golpeados, las risas que mentían, las ilusiones que se burlaban de mí, las tropas de verdades que me imponía el mundo. Aquel mundo que entonces era mío, fue invadido por ellos: Los enemigos. Los responsables de que yo dejara de creer; los responsables de que yo migrara a su condenado silencio, a sus pasos medidos, a sus ánimos aplacados, a sus furias abusadas. Ocurrieron entonces inexorablemente las muertes de mis ángeles,
    la huída de mis fantasías, que entonces, no eran más que cadáveres que se asemejaban a los monstruos con los que luchaba, pero que ya, gastados y tristes, no me daban miedo. Por primera vez lloré sinceramente, no como un niño, sino que como un hombre viejo y sólo. Nadie escuchó mis sollozos, nadie más que ellos: Los enemigos.
    Pero yo agradezco al lenguaje que me permite recordar mi antigua sabiduría; recorrer la vieja melodía de aquellas voces que cantaron mi infancia, de aquellos serviles coristas; o bien, sepultar en un mausoleo las palabras que entonces, fueron irremediablemente asesinadas.
    Aquí yo las canto, refugiado de las verdades que fueron concebidas, de la realidad que me fue impuesta por ellos: Los enemigos.
    Y sobretodo, refugiado en el lenguaje de la verdad más hermética y dolorosa; aquella que nos enseña a ser hombres y no comprende, ni pretende comprender, lo sabios que una vez, hace no mucho tiempo fuimos.
     
    #1

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