Reflejo

Un soplo aúlla de pronto como cobijando el sonido. Esto sencillamente pasa,
no hay porqué ir más lejos en su búsqueda. Allí, donde se pierden las almas.
En un viaje, pasé por las orillas de una onda, parecían palabras materializadas;
unas, en un sentido; otras, en el lomo de un limbo. Estas dos arenas movedizas
me cegaban los ojos para poder verlas. Así se me presentó, no digo
que suceda igual en cada caso, solo hablo de lo que toco con mi piano.
Esto no es música. Pero tampoco puede ser ver de frente, hay que tocar
y revolverse, desde adentro, para hacer este trabajo. No se gime
sino por el placer incómodo, pero bueno, yo les hablaba de mi viaje.

Muy pronto me vi apartado de la orilla, las turbulentas aguas con sus ondas
me balanceaban, mi barba se mojó y anduve pegado a los peces sin rumbo,
creí ver algún abismo reparador, debajo de la corriente de la vida, pero al tiempo
el fondo se me hizo muy oscuro, y las sombras me rozaban en esas caídas
hacia la nada. Es lo que pude ver cegado, otra vez, pero qué tanto me engañaba,
nunca lo sabré, la respuesta está en el lecho marino que se me deshizo
por elevada puesta de sol. Se anota, alguien me dice que el mar es un símbolo
y que en realidad las cosas son otras, desconozco esta comprensión
y niego suscribirla. Qué incongruencia, el hincón se convierte en ícono
y la tolva cubre casi todo, pero niego lo que haya allí.

No peleo en mis horas desacostumbradas, solo hablo de viajes cuando estoy desacostumbrado,
tal es el caso que ahora siento que me constriñe a hablar así.
El mar, ese inmenso gran señor, de plateado nocturno es un aullido líquido de la Luna.
La onda que persigo; sin embargo, sigue sin verse. Unos ojos tangibles me ultrajan,
me ponen ritmos melódicos como melancólicos, me transgiversan,
nunca quise, repico, ser otra música.

Entre tanto, riñe alguna frase por algún escollo promiscuo. Su acantilado de invasión
sube más que baja, yo lo veo tirar la basura y orinar, esto me ultratumba en vida
como un viajero en su sitio. Me comunico con la única persona, entre tantas,
en la que entré. Sé que no es privilegio agudo y que debió dolerle.
El ancho viaje presiona algo que no se puede descifrar, el críptico camino
es más bien un mal a oscuras. Para recorrer, la ceguera basta como radar,
las palabras aportan imágenes que demudan en belleza.
Se ve así, en la sombra, una continua llegada,
no se quiere abrir los ojos ni por pienso, la vida es inexplicable
y surte todas las razones.

Vi trenzando mi llegada de donde más se daba el sol, el horizonte limpio
como un mar inspiraba, podía hasta alinear las nubes con los presagios,
tormentas de encuentros, muy próximas, veía,
estábamos como al principio de nuestro ser,
el precipicio se hallaba incómodo y también veía.

La frase en la ranura me daba un chapuzón y bañaba mis pies,
había agregado mucho equipaje, cuando por fin llegué con mis apuntes,
tenían extrañas letras tiradas por remos que fueron como bastones de niño,
objetos de caramelo dulce con gusto a miradas,
pero entre la multitud solo buscaba un par de eyes dirigidos a otros tiempos,
cuanto espermaba mientras viajaba estaba en esa mirada directa al grano
en la superficie, cuyo fondo conocía y saboreaba con la dependencia absoluta y recíproca
de mi fondo.

 

hermoso tal como tu siempre has sido un ser maravilloso

 

Gracias mi querida amiga ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡