Reliquia arqueológica

Contando los minutos de las noches que me hacen falta para morir,
después de las once mi casa queda en silencio, erizado por los murmullos de ella.
Le recé al destino por nunca más encontrarla en mi vida.
Los futuros no son lo que aparentan ni lo que soñaba y así fue que descubrí la nostalgia.
Tuve que escupir palabras para sacarme su nombre de mis entrañas,
mientras me precipito por sentir su tacto.
No sé si como un golpe de rencor o de compasión por alguien que no esperaba encontrar.
Cualquiera de los dos veía alejarse al otro con suspiros desgarradores
y fue la noche la que nos regaló grandes sacrilegios,
ya que no pudimos dormir por el presagio de algo irremediable.
Volví a su cama y allí estaban mis poemas,
como una reliquia arqueológica entre los escombros del pasado.
Después de los desvelos la vi en recuerdos,
desnuda y dormida al lado de mi corazón.