1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Represa

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Banshee, 5 de Septiembre de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 880

  1. Banshee

    Banshee Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    29 de Julio de 2017
    Mensajes:
    65
    Me gusta recibidos:
    103
    Género:
    Mujer
    Calzo un cuarenta y uno de estas botas que se reservan camino, de un silencio que llevo en los oídos y tú no quieres interrumpir el sigilo que interpongo sobre el rastro. No cuentan las pisadas del cuarenta y seis que seguía hasta que ha vuelto la noche y ha caído la lluvia.

    Amanece un día entre niebla y nubes bajas, después de vislumbrar la poca claridad que habrá hasta las once me encaro a la corta mañana de esta primavera que está comenzando. Sigo la ligera idea, rodearé el sendero entre los pinos, aunque siempre hacia una mayor altitud que me sugiera el terreno; por lo que puedo adivinar después de salir del saliente rocoso que me cobijaba de la cortina de agua fina y al llevar media hora pisando barro arcilloso y rojizo, no dejaste de caminar cansado y tus pisadas una tras otra, derecha e izquierda son de una profundidad dudosamente marcada, o tienes frío y estas calado, o bien te urge llegar…

    Caminar sin ver sombras entre los troncos tal vez es un alivio, pero este tiempo no acompaña ni a la muerte, el silencio sepulcral, el paisaje cubierto por la humedad gris y estos líquenes cada vez más abundantes, todo hace parecer que nos metemos en un verdadero pantano. El aburrimiento no es un gran secuaz después de la segunda hora sin una pista y solo sé que pudiera, tal vez soy observada; conocer la situación. Llego al pie de otro cerro rocoso y decido subir por facilidad para andar sobre las piedras un momento y dejar atrás el fango pegajoso, que estropicio de barro. Ya en el alto, son las doce de la mañana y ahora es la vista, que llega al horizonte, no me inspira confianza porque las nubes grises se oscurecen cada vez más al suroeste y hacia el norte está mi limitación. Evitar antes de esta noche que llegues a tu refugio. Y digo esta noche porque habrá un límite de hora en mitad de la noche y conozco tus planes.

    En el momento que creas oportuno, te infundirás de esas ideas que tienes en trazas de realidad envenenada y años de tu mala vida.

    Las espigas de esparto están verdecidas y la poca hierba silvestre asoma tímida entre charcos de barro. No puede ser que tu escondite esté a solo media hora ya de la pista en el mapa; seguramente conservas alguna fuerza, miserable hombre y como tus planes nunca salen bien, no quisiera que me atraparas para esos sacrificios que cometes en nombre de tu atormentada historia. Ahora sigo la ruta por el páramo que es campo abierto y no se atisban signos de ningún rastro cercano. Estoy cavilando que debes de haberte dado más prisa sabiendo que al llegar a tu refugio nada ni nadie más puede desparramar tu plan malvado.

    Sé que tienes un prisionero, has hecho de él qué sabe Dios, y esta noche te dispones a acabar con tu tortura, piensas que el sacrificio te libera de ese monstruo que llevas arraigado, pero yo creo que no sabes, igualmente el desprecio que despiertas con tu presencia, el miedo que han pasado en la granja mientras te llevaste al niño. Al parecer, estás fuera de todos los esquemas racionales y tu locura no puede pasar por la libertad de los demás; hay pocas personas dispuestas a luchar contra ti ahora, pero yo soy la tía de ese niño. Él, por lo menos, quiero que crezca para olvidarlo todo en una larga vida que le espera.

    Llegada la tarde, se acaba el sendero, ha dejado de caer la brizna de agua en tupidas cortinas sobre el barro que deja entre ver las mismas huellas del cuarenta y seis al pie de un antiguo bunker de la guerra, pero los túneles horadan toda la zona acantilada y debo adentrarme en la profunda oscuridad del hormigón viejo, con la mente sólida y los pies de gato, la respiración cálida que abandona mis pulmones da paso al frío que envuelve mis brazos y la sensación de un vacío al horror se cierra mirando las goteras caer y dejar huir el agua entre las rendijas del hormigón. Sin pensarlo más, adentrándome por túneles pasa el tiempo en silencio absoluto, no sabría decir hasta donde llegarán mis fuerzas, pero he traído una mirilla nocturna que conseguí de una de tus otras víctimas. Bajando unos escalones, parece una transición interminable hacia no sé qué parte bajo el viejo faro costero de Valdoviño.

    Nada interrumpe el silencio, pero sí percibo que ha cambiado el aire, es en su misma humedad, es su calidez viciada; el suelo sigue seco aquí dentro y tengo que salvar una bifurcación a derecha o izquierda, y recuerdo de jugar en mi infancia en este lugar vacío que el paso izquierdo es el más corto y da a unas salas paralelas porteadas por rejas, primero iré por aquí porque así lo podré dejar antes visto.

    Y no puedo seguir buscando sin expectativas de hallar a mi sobrino, no puedo pensar que la víctima también soy yo y me he adentrado en este lugar abandonado para sucumbir ante un desdichado fuera de los límites de lo humano.

    Hay luz atenuada en dicha sala y se dejan ver sombras de barrotes entre luz serpenteante como si hubiera velas, o una hoguera. Tras el esquinazo adyacente bajo el arma de fuego y se me tensa el cuerpo entero; el niño encadenado con piezas metálicas de cuello y pies, tiene las manos arañadas, y ese ser respira sentado de espaldas a la entrada donde estoy, está ojeando algo en una mesa y hablando entre dientes, sus ropas están rasgadas y embarradas. Mirando a su prisionero, le ha tirado un tazón de agua encima, el niño permanece arrinconado, paralizado y casi a punto de perder el conocimiento.

    En el suelo hay dibujado un círculo de salitre y es de ahí de donde sale el brillo de tantas velas alrededor. Sin pensar más en lo que estoy viendo porque ni es justo ni razonable. Podría llamar su atención y dejar que se desvaneciese de un disparo frente a mí, aunque la realidad se impone y su cerebro ya está muerto de un disparo a espaldas.

    Me llevé a mi niño del lugar, entre mis brazos está vivo, respira sin consciencia y despertará a sus tres años, en su cama un día de estos. Recuperará el humor, volverá a jugar.

    En el túnel quedó una ruinosa calavera tras un velo de muertes en la comarca, dejó sus errores vistos y sin ayuda de nadie me tomé la libertad de darle caza porque hay veces que las responsabilidades caen peor sino te toca de cerca y son esas mismas las que me llevaron a hacerlo sola y acabar con el misterio que ahora quedará más tapado todavía, sin rastro, sin culpable.

    Encontré a mi sobrino despierto un día en su habitación y la alegría volvió a mi hogar.
     
    #1
    A CriMa y homo-adictus les gusta esto.
  2. CriMa

    CriMa ----

    Se incorporó:
    4 de Agosto de 2017
    Mensajes:
    1.341
    Me gusta recibidos:
    515
    Extraordinario cuento ! No soy muy devoto de la prosa, soy más de la poesía, pero lo que escribiste es sublime ! Me gustó mucho !

    Saludos cordiales amiga poeta!
     
    #2
    A Banshee le gusta esto.

Comparte esta página