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¡Respira! II

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por cesarfco.cd, 23 de Julio de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 751

  1. cesarfco.cd

    cesarfco.cd Corrector Corrector/a

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    Cuando las noticias empezaron a llegar, no me pasaba por la cabeza que me afectarían de alguna manera.

    Intercambié una mirada con mis tres compañeros, marcamos tarjeta de asistencia y nos dirigimos hacia el estacionamiento. No hizo falta dirigir palabra al supervisor de turno, quien ya estaba llamando a vigilancia principal para dar instrucciones para nuestra salida temprana.

    Llegamos a casa de Javier, sacamos el equipo ahí estacionado y nos dirigimos al centro de la ciudad.
    Faltaban cuatro cuadras para llegar y ya se notaba la angustia en el aire. Podíamos adivinar intercambio de plomo entre bandos rivales, la angustia era la proximidad de escuelas en esa parte de la ciudad.
    Anteriormente, en los ochentas los narcotraficantes tenían un código de honor alto. Ni niños, ni mujeres peligraban en sus contiendas.
    Actualmente los estándares habían bajado drásticamente. Como el país empezó a responder y anticipar jugadas, los carteles se armaron con mejor equipo y reclutaron la escoria de la hez humana.
    El repiqueteo esporádico de ráfagas nos indicó que nos habíamos acercado lo suficiente... ni el valor, ni el sentido común nos impulsaba a seguir.
    Nos reportamos con la central indicando nuestra ubicación. Recibimos la orden de permanecer alertas y a resguardo.
    Así pasaron con tranquilidad noventa segundos.
    Se escuchó el inconfundible doble golpeteo de armas largas e impactos contra construcciones... Seguido por el griterío de madres de familia, transeúntes y oficiales de policía, que querían tener su minuto de gloria.
    Ya estábamos fuera del vehículo cuando recibimos la orden de proceder a acercarnos al lugar. Confirmamos por cortesía (como si precisáramos la venia de un radio operador para cumplir nuestra encomienda).
    Corrimos con la cabeza baja y apretando el equipo contra el pecho. Estábamos a más de cien metros cuando nuestros ojos se detuvieron en el peor cuadro imaginable: niños corriendo tras un asustado maestro. Estaban en medio de dos fuegos, un policía a su flanco queriendo interponer su cuerpo entre la refriega y los niños. Soltamos el equipo y corrimos a su lado. Nadie dejó de disparar, ni uno u otro bando.
    Mi atención se centro en una pequeña que tenía su blusa manchada con salpicones escarlata. Al tomarla en brazos noté que estaba ilesa, la sangre que la cubría, por el momento no tenía dueño.
    Pastoreando a los niños, al maestro y al valiente policía, nos pusimos a cubierto. No perdimos tiempo en cortesías... Revisamos el estado físico de los pequeños. Asustados a más no poder, pero ilesos. El maestro un manojo de nervios, empezaba a devolver el estomago.
    Se contactó al comando para informar sobre la recepción de los niños. Cuando el maestro pudo decir algo coherente supimos que los niños eran del cuatro año de la escuela N... Él había dejado las instalaciones con los pequeños al verse sin instrucciones, cometiendo la peor estupidez de su vida.
    El radio empezó a sonar con instrucciones, ordenes y consignas a una velocidad espantosa.
    Se escuchó la clave más temida por todos _ _ _ _ “Civiles heridos”. Dejamos a los niños con el maestro y el policía con la consigna de que no se separarían de ellos, tomamos el equipo y corrimos en dirección a las escuelas.
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