1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Rompimiento

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Calidoscópio, 24 de Agosto de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 581

  1. Calidoscópio

    Calidoscópio Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    24 de Febrero de 2007
    Mensajes:
    167
    Me gusta recibidos:
    73
    Género:
    Hombre
    Puede que el rock n’ roll y todo aquello hallan apolillado mi memoria, pero yo lo recuerdo así:
    A mediados de la década del dos mil todavía la movida subterránea estaba en apogeo, si bien ya no se hallaba en franco crecimiento, todavía solían haber grandes conciertos a los que yo solía asistir todos los fines de semana para seguir a las bandas y a las comunas. Debido a las segundas, todas las personas se encontraban semana tras semana, luego de confirmar su asistencia en los grupos de Messenger, que entonces también solían utilizarse como medio de socialización, y donde yo hice mis primeros pinitos en la poesía, ganando cierto reconocimiento.
    A éstos conciertos asistía cada adolescente raro de cada familia de cada calle de cada distrito de todo Lima Metropolitana. Sujetos extremos y tolerantes al ruido tanto como al alcohol y las drogas. Algunos bajaban desde los suburbios, bien vestidos y totalmente genéricos, otros se congregaban desde los rincones populosos de Lima, Donde sea que hubiese un esquizoide, bipolar, o trisómico con gen delictivo. Ellos tenían un gusto cursi por usar prendas negras, camisetas cómicas o de bandas, botas, zapatillas all star o furgonetas, púas,
    Excesivos pines y en algunos casos mohawks. Por supuesto el egocasting jugaba un papel importante entre sus diferenciaciones, pues cada cual conseguía según sus propios medios, material de bandas secretas, las cuales los enorgullecían y hacían de ellos unos pequeños conocedores. Yo me de su selectividad ponían en sus cuentas de msn nicks e imágenes para mostrar interesantísimas y usaban polos de bandas de street punk y hasta alguno una camiseta de whisky.
    Yo empecé a interesarme en la música en cuarto de secundaria, antes de ellos me gustaba cambiarle la letra a las canciones cursis para cantar obscenidades, me de los hábitos de perfección de quienes me rodeaban, me repugnaba la , era un en potencia. Un día mi hermano me hizo escuchar unos discos, desde entonces me interesé en la música subterránea, empecé a aprender las letras, los acordes, necesitaba apaciguar el ruido que se colaba por mis neuronas. Más tarde tuve una banda que drenó mis ímpetus, nos llamábamos acufenos, pues yo tenía acufenos por escuchar música a volumen alto.
    Yo tocaba el bajo de una forma respetable, aunque nunca llegué a tocar como Jaco Pastorius o Marcus Miller, era mejor que Syd Vicious, aunque posteriormente nos disolvimos, un día le dije al guitarrista que era el músico más prosaico que había escuchado Luego decidimos volvernos a reunir pero entonces tuve paroxismos esquizofrénicos y estuve en tratamiento.


    Volviendo a aquel día, Cecila llegó ofreciéndome una entrada gratis a un concierto ese fin de semana, Marco estaba de viaje en Arequipa. En aquel entonces Cecilia, Marco y yo éramos los mejores amigos del mundo, andábamos juntos a todos lados, del billar al supermercado,
    pasábamos mucho tiempo juntos, jugando partidas de pool o bebiendo unas latas de cerveza, habíamos planeado alquilar un piso donde vivir juntos. Cecilia nos prestaba su casa para beber
    o escuchar música. Muchas de nuestras aventuras las pasamos juntos pues vivimos la etapa de la adolescencia juntos, nuestras primeras borracheras, nuestras primeras veces, y otras cosas incontables las afrontamos juntos.

    Aquel sábado a las ocho de la noche pasé a buscar a Cecilia, llevaba una cajetilla de Marlboro, Ella estaba arreglada, se había puesto unas medias de cocos bajo un pantalón corto y un hoodie rosa, se había hecho un piercing en el labio, le pregunté por qué iba tan arreglada. Llevaba su filmadora en el bolso también. Cuando estuvimos a medio camino me dijo que teníamos que pasar por alguien más, un amigo. Entonces yo era un sujeto de pocas palabras al cual no llamaba la atención en lo mínimo las averiguaciones, lo cual era una cualidad interesante pero poco precavida. Cuando estuvimos a unas cuadras del local, bajamos, estábamos cerca a la municipalidad de los olivos, en un parque poco iluminado por donde había pocos transeúntes y algún vendedor, lo que revelaba la poca actividad findesemanesca. Yo era el loco, el existencialista que se abrigaba del viento de la alucinación que estremecía toda la creación haciéndola vulnerable de ser percibida en alguna manifestación providencial de lucidez.
    Yo era el que había perdido el control y se había pasado de tragos y de pitadas en la víspera, a las ocho de la noche, cuando aún era demasiada lícita la noche. Cuando había aún una gran cantidad de madres iguales a la mía, de familiares que se parecían a mis familiares, que descubrían que estaba drogado, todos descubrían que estaba drogado, y hurgaban mi alma mirándome fijamente, murmurando injurias. Y yo sintiendo como se rompían mis nervios, llegando demasiado lejos, pensando que esta noche alguien moriría, estaba claro, moriría en el pogo, se asfixiaría o le daría un ataque al corazón, lo tendría bien merecido. Y ese sujeto sería yo. Yo el que hacía el ridículo, un espía atolondrado, mordido sin piedad por la paranoia. Solo otro romántico existencialista, un ojo absoluto aprehendiendo cuanto ocurriría esa noche, sintiendo la mitad izquierda de mi cuerpo congelada por un frío glacial.



    En una banca alejada en aquel parque aguardaba un sujeto fumando un cigarrillo, tendría un metro ochenta y cinco de estatura, cabello largo, tez clara,. Cecilia se le acercó y se dieron un beso en la boca, yo quería ver la repetición porque no entendía la escena. Me lo presentó, Marlon te presento a Jonathan, Jonathan te presento a Marlon,
    Hablamos en el camino, yo no sabía que se proponía Cecilia al traerme entre ellos a tocarles serenata. Quizás quería que la hiciera de amigo celoso casi hermano que se desea asegurarle lo mejor para su amiga, en todo caso lo hice, le pregunté desde cuando estaban, dónde vivía, a qué se dedicaba. enseñó algunas técnicas para usar fabricar plumones y tapas. Según mi intuición literaria pude darme cuenta que era un chico algo inmaduro, que no iba a estar con Cecilia en serio, estaba buscando sexo, estaba buscando aventura como todos los demás hipster que estaban en ese concierto. Yo había observado sus comportamientos, se conocían en un concierto y luego estaban, lo hacían, luego conocían a otras personas en otros conciertos, arrojaban botellas a las bandas, protestaban contra la matanza de animales, se embriagaban hasta el final del concierto y luego volvían a la clandestinidad, donde volvían a ser sujetos raros.


    La primera vez que fui a un concierto me sentí como en halloween, nunca había visto a tantos pasotas, bullendo de aquí a allá, vomitando, pogeando, haciendo mosh, colocándose.
    Obeserbava a las chicas, ví a una rubia en pijama, otra le gritaba perra ala vocalista de Catalepsia. Fue uno de los días que más recuerdo, en la cervecería dosificaban vasos a una velocidad increíble, había miles de vasos descartables regados por el suelo,
    Me distraía mirando a las chicas, sus vestimentas, su actitud, eso parecía ser todo, los diecisiete años, la anarquía. Supe en seguida
    Que estaba en un lugar seguro.




    Cuando entramos al concierto Cecilia y Marlon me dijeron que estarían cerca al pogo, Cecilia llevó su filmadora. Yo sabía que Cecilia en realidad se iba a entregar a los besos con Marlon y que lo quería alejar de mi lado porque me dijo a
    Me senté en zazen y empecé a darle rienda suela a mis pensamientos, estaba tan concentrado que cerraba los ojos por momentos. De pronto sentí que alguien había pateado ligeramente la punta de mi zapatilla, habría los ojos y logré ver la espalda de una chica de atractiva figura. Volvía a mis cavilaciones, pensaba en teorías extrañas como la capacidad de fluir en el tiempo que tenían los objetos y cómo esto podía relacionarse con los viajes en el tiempo, entonces en el éxtasis de mi pensamiento volví a sentir el toque en mi zapatilla derecha, alcé la vista y frente a mí estaba Stefany, una vieja amiga con la que yo siempre quise algo, se estaba riendo, siempre simpática.
    Me dijo: Hola monse que haces ahí solo.
    Era el momento preciso.


    La banda tocaba arriba del escenario “ …tu y yo, podríamos encontrarnos…”







    Continuará...
     
    #1
    Última modificación: 1 de Junio de 2015

Comparte esta página