1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Rostros de fin de siglo

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Dr Jose Roberto Hernandez, 30 de Julio de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 272

  1. Dr Jose Roberto Hernandez

    Dr Jose Roberto Hernandez Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    29 de Diciembre de 2018
    Mensajes:
    303
    Me gusta recibidos:
    352
    Género:
    Hombre
    Rostros de fin de siglo.


    Ayer fui con mi esposa a ver a su abuelo un anciano paciente de Parkinson que se había puesto "malito".
    Le habían enviado a un sitio de "rehabilitación" donde había muchos otros pacientes de la llamada tercera edad.

    No sabía que como medico que soy, había perdido tanto la coraza que el diario tratar con estos menesteres... (.y quiero decir "coraza", que para que se entienda, es a veces un poco de necesaria insensibilidad del que nuestro que hacer asistencial se hace parte)...nos crece como conducta para obtener buenos resultados médicos.

    Cuando doble el primer pasillo, el pecho se me arrugo, me traiciono mi supuesta cubierta. Había señoras,... ¡muchas!,..Sentadas en sus sillones de ruedas, solas, (y esto es casi por supuesto), que me partieron el alma y que quiero describir, si no, no duermo hoy.
    Primero, a mi lado iba el hijo de mi esposa que me pregunto:
    - ¿Que ese olor, ese mal olor?...

    -Es el olor al fin de la vida, el casi olor a muerte, es la resultante de muchos años, soledad y dolor. Le respondí casi sin aliento.
    Luego me clavó los ojos otrora negros una menuda señora que parecían dos bolas de un cristal al cual no se le cae la mancha de lo pasado. Me siguió con la vista hasta que la rebasé y quité mis ojos de su mirada.
    A los tres pasos encontré una delgada señora con la cabeza recostada a la pared y que cubría con sus manos como podía, una fea muñeca de trapo. Me imagino que la lágrima que le corría seria por lamentar la pérdida de belleza que había experimentado su muñeca.

    Crucé cubículo tras cubículo y una voz me dijo:
    -¡Señor venga acá!!, el niño se detuvo y le insistí en que siguiera, luego se oyó la misma voz..." -¡Algunos vienen otros no!...
    Así fui cruzando espacios en aquel limpio, pero incoloro lugar. Espacios llenos de antiguas muchachas que ahora ni siquiera tenían fuerzas para "tejer su aburrimiento".

    El abuelo que nos ocupaba, estaba estable y solo habló para que le sacaran a pasear. Este abuelo nuestro tenía una doncella parada en la puerta de su cubículo, una octogenaria muchachita exageradamente pintada, con mucha falta de aire, que desafiaba a la abuela que de acompañante estaba, jeje,..Esa fue una nota que a esta altura era simpática, pero que de todas maneras a la abuela no le hizo gracia alguna.

    Al retirarnos y cuando pretendía reponerme, me encontré de frente con una tremendísima viejecita, que; .hablando de tejer; lo hacía en el aire con asombrosa destreza. De repente paró su labor, me miró, tomó también en el espacio un vaso de agua y me extendió la mano, ofreciéndome un poco con una preciosa sonrisa; la sonrisa de las más bellas encías que haya visto en mi vida.


    Vampi
     
    #1

Comparte esta página