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Salitre

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por mario quirino, 3 de Enero de 2012. Respuestas: 3 | Visitas: 619

  1. mario quirino

    mario quirino Poeta recién llegado

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    19 de Diciembre de 2011
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    Los días en salitre empezaban de madrugada, todavía con sueño en los ojos iniciaba la jornada, llenar los enormes canastos de mimbre desgastado con jarros, macetas, vírgenes, y cruces, todos de un cromado color negro. A mí me gustaba vender jarrones redondos con agujeros en forma de rombos, me encantaba como se sentían al tacto, cuando por fin los acomodábamos en el puesto del tianguis.
    Teníamos que llegar antes que los nuevos para que nos tocara lugar, el ultimo año fue el peor de todos, mucha de la gente que antes se dedicaba al campo pusieron talleres por la falta de trabajo, pero la gran mayoría de los desempleados solo revendía la mercancía, por lo cual un lugar en el tianguis era todo un privilegio.
    Mi mama siempre decía que yo tenía buena sangre para vender, me gustaba mostrar los productos que hacíamos en el taller de papa, para mi eran los tesoros más valiosos, para matar el tiempo buscaba alguna huella en el barro y adivinar de quien era, mi hermano Tello era el que más dejaba marcas, pero era el que mejor pintaba, lo hacía con una paciencia que no teníamos ningún otro.
    Para las 11 de la mañana aquello era un verdadero túnel hecho por las lonas, toldos y telas que cubrían los puestos. Prácticamente todos vendíamos lo mismo, claro cada taller tenía su propio toque, incluso los revendedores solían comprar a un solo taller, ese último año hubo mucha venta, gracias a que vinieron a Salitre muchos extranjeros de todos lados, estaba lleno de “gringos” que parecían moscas con sus lentes. Les gustaba fotografiar todo, lo que compraban lo que no compraban, incluso a nosotros, lo cual me daba mucha pena, pero mama decía que era grosero negarse. A media tarde llegaba mama con el lonche para nosotros, casi siempre eran tlayudas y café de olla, era la mejor parte del día.
    El tianguis de salitre tenia forma de “s”, ya que estaba puesto sobre antiguos rieles, hacia muchos años que no pasaba ni un solo tren por el pueblo, yo me entere mucho después para que servían originalmente la vía, siempre pensé que era el camino hacia la iglesia, ya que se extendían hasta pasar por en medio de la plaza central del pueblo y entraban directo a la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, justo hasta el altar y seguían incluso después de la ultima pared.
    Para las 4 de la tarde empezábamos a desmontar el puesto, envolver las piezas chicas en periódico, y llenar las canastas. Era más difícil la vuelta, ya que nuestra casa estaba arriba de una loma un poco pronunciada.
    Tres días a la semana trabajábamos en el taller de papa, amasando, pintando y decorando, hacía mucho calor por que el horno estaba en una de las esquinas, y terminábamos con las manos negras y un olor metálico.
    El último día que acudimos al tianguis, sucedió algo que ninguno de los habitantes pudo predecir, ni siquiera la vieja Eva con sus aires de bruja que ella misma se empeñaba en pregonar. El sol estaba en su apogeo, esperábamos ya a mama con su comida, los extranjeros en pleno deleite, cuando de pronto sentimos un fuerte retumbar desde la vereda donde el pueblo iniciaba, y un sonajeo de trastos chocando entre sí, nadie pudo reaccionar hasta que el insólito tren estaba ya demasiado cerca, la humareda avisaba la inminente devastación, todo mundo corrió en pánico creando una valla a ambos lados, el estruendo del tren pasando se combinó con el ruido del barro estallando, desbarató el túnel de telas, como reclamando un lugar que siempre fue suyo. Parecía una enorme serpiente que de pronto quiso romper a la mitad la plaza y entrar por la puerta grande de la iglesia, en un segundo creó un enorme boquete, volaron los bancos de oración, el altar con detalles de oro y lleno de velas se destrozo antes de que siquiera pudieran tocar las campanadas de las doce. Y después de tanto daño, el tren se fue como vino, dejando una iglesia rota que a las pocas horas cayo por completo, solo una de las torres quedo a medias, con la cruz de metal intacta.
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

    Buenas pinceladas le diste a esta narrativa, letras profundas que nos relatas situaciones reales.Una prosa entretenida desde principio a fin.Un placer leer tu obra.ABRAZOS
     
    #2
  3. lluvia de enero

    lluvia de enero Simplemente mujer

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    Has desarrollado tu historia de manera que la lectura resulta interesante y entretenida para llevarnos a un final inesperado que me deja intrigada y preguntándome la razón de la aparición de ese tren. Me gustó mucho tu relato, gracias por compartirlo.

    Un beso.
     
    #3
  4. mario quirino

    mario quirino Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    19 de Diciembre de 2011
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    gracias por sus comentarios me inspiran a seguir escribiendo
     
    #4

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