Samurai (mini cuento)

SAMURAI

El calefactor hacía lo suyo en la agradabilidad de la habitación. La noche se presentaba muy serena y una ambulancia iba perdiendo en la oscuridad la intensidad del sonido de su sirena que se alejaba.
Los dos búhos me miraban con sus ojos redondos desde el escritorio y apagando la luz me apoyé plácidamente sobre la almohada fresca y mullida.
Pasado un rato del que no se qué tiempo pudo haber trascurrido, algo me sacó muy suave y delicadamente del sueño.
Sentí una presencia en mi alcoba que no terminaba de resultar me tangible ni me impresionó como real o como de una materialidad de ubicuidad cierta.
Pero abrí mis ojos en la oscuridad y me puse alerta sin inquietud ni sobresaltos.
Estuve atento unos momentos y sin poder explicarlo se encendieron levemente luces de aviso muy tenues en lo profundo de mi conciencia; era evidentemente algo intuitivo que no se correspondía de ninguna manera con la razón ni con la evidencia de lo empírico.
Entonces ocurrió que las luces de alarma ya no fueron tan tenues y noté un pequeño sobresalto cuando me pareció que un suave soplo rozaba mi oreja en la oscuridad de la pieza.
Cerré los ojos instintivamente y me puse realmente tenso, con un miedo primitivo, cuando percibí que el soplo ya se convertía en un extraño murmullo.
Permanecí muy quieto y ya con una aprensión bastante agudizada cuando oí sobre el escritorio un roce en su superficie, de rasguño de objetos que se movían en las sombras, sin que hubiera razón para que eso ocurriera.
Cuando lógicamente pretendí encender la luz, quedé horriblemente paralizado de sorpresa y de congelado terror, porque una poderosa y fría mano sujetó mi muñeca vigorosamente y me privó de todo movimiento sin que se oyera un solo sonido ni se pronunciara una sola palabra.
Estaba totalmente inmovilizado por el terror y no producía mi cerebro el mas mínimo razonamiento.
De estar en la plácida llanura de los tranquilos de alma, pasé a habitar las cumbres borrascosas del mundo donde habitan los demonios y los dioses mas feroces.
En ese momento sentí oprimida la otra muñeca y el poder que me sujetaba era invencible.
De la noche serena que velaba mi sueño no quedaba mas que un lejano recuerdo, y todo lo imaginaba como una intempestiva y lúgubre tiniebla de crudo y furioso invierno donde derraman sus lágrimas y sus gemidos los genios malignos y la brujas penitentes.
Paralizado de pánico no podía articular sonido, estaba mudo, y mis ojos derramaban lágrimas de miedo, de estupor y de impotencia.
Los párpados persistían fuertemente cerrados y paralizado por la extraña fuerza y por mi terror no atinaba a mover ningún músculo de mi cuerpo.
Los rasguños se hacían mas obvios sobre el escritorio y en las sombras percibí un sordo aleteo de los búhos de madera tallada, que siempre me acompañan.
Lo mágico se hacía real, los misterios de las sombras estaban mas cercanos y el realismo fantástico se hacia casi como cotidiano.
Comencé a sentir gemidos, gritos y horribles aullidos como de almas culpables, en pena, que participaban de los aquelarres con demonios, y con seres malignos y poseídos, que me atormentaban en la negrura de la oscuridad y en la angustia de mi cuerpo paralizado.

Cuando la empleada llegó, comprendí que ya nada volvería a ser como antes, los búhos, que eran mis mascotas, estaban cubiertos de asqueroso escremento, la presencia maligna ya no me inmovilizaba en la cama, pero con letras de sangre estaba estampado en el espejo el nombre escrito del último hombre estrangulado por mis manos.
...la venganza de ultratumba contra mí, recién comenzaba...

...el asesinato sin impunidad no es conveniente ...
...¡Palabra de samurai!...
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