Sangre entre los poemas.

Sangre entre los poemas, que el corazón robado, que las fragancias perdidas, que los anestésicos en sus letras, que las palabras eran romances, que los deseos eran su semilla, que las palabras eran su nombre, que los recuerdos eran su fe, que los amaneceres eran sus huellas, que las miradas eran su sangre, que los mundos eran su calma, que las sonrisas eran su don, que los versos eran canción, así hasta llevar su amor, así hasta acariciar la luz de un nuevo sol, así hasta caminar a todo color, para no ir en blanco y negro, e ir del negro al blanco, del blanco directo al beso, puntuar los labios con un mordisco hacia el deseo, ser más que eso, ser más que beso, ser un nuevo y crujiente beso, así hasta caminar hacia lo que el deseo desplaza hacia los nuevos dientes de marfil, donde la saliva fluye como un manantial, como así quiere el bienestar, el perfume de la lluvia, la lluvia cayendo por los aromas de las flores, que se acentúan entre sus pétalos, que se hacen notar en su bienestar, que dejan sus semillas para así crecer sin soledad, haciendo su tinta natural, la que el cielo quiere dar, la que hoy buscas por siempre saber que más allá de la sangre de los poemas, esta la pasión culta, la cultura de su libertad, libertad para poder soplar y confundir el cielo con el mar, y a las nubes con las olas, y al color azul del cielo con el agua, así hasta caer entre luces de seres de una vida animada, colorear el mar, colorear la sangre de sus pinturas, las pinturas de la naturaleza, del amor que luce a la velocidad de la luz, de las animadas pisadas para poder besar en la oscuridad, la oscuridad de los versares, esos que apagan sus velas y te encuentras caminando en los puentes hacia la esfera universal, esa que hace el amor cuando despiertas, y te vuelves a encontrar, para siempre ser el sueño de esta dulce realidad, la que hoy cierras los ojos, y mañana será otra lluvia que te lleva a los ojos de un nuevo mundo, de un mundo donde las palabras serán la puerta hacia tus mismas lágrimas parecidas a las telas sensibles que se acentúan entre los palpitos, para abrirse cuando el viento las llama, así hasta un nuevo encuentro, deja que la sangre fluya en los poemas, que hoy serás persona, y mañana serás espíritu, para después ser ángel de tus propias alas.​

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