Saraza

Los Saraza tienen una existencia difícil, siempre son malentendidos por las personas, y se los pone al mismo nivel que los Grolis, cosa que me parece totalmente injusta,ya que estos últimos son seres verdaderamente mezquinos, mientras que los primeros solo son torpes. Tomemos como ejemplo a José, un Saraza con todas las letras. Él siempre se ve envuelto en situaciones raras, raras y complicadas, enojosas. El otro día se subió a un colectivo que iba prácticamente vacío, se sentó al fondo, en la fila de asientos individuales y disfrutó el paisaje mientras el colectivo recorría alegre las tristes calles de la ciudad. Todo era felicidad hasta que el transporte en cuestión entró en la zona céntrica de la ciudad, entonces el número de pasajeros comenzó a aumentar más y más, hasta el punto en que todos los asientos quedaron ocupados. Había un gran número de estudiantes que hablaban, no, gritaban mucho y hacían del viaje una porquería. José decidió entonces bajarse del colectivo y estirar un poco las piernas, escapar de la metamorfosis que había sufrido aquel transporte público, pero cuando se aprestaba a levantarse observó que había una anciana que se mantenía de pie con dificultad,aferrándose con todas sus fuerzas a un asiento cercano, y de inmediato supo que debía cederle su asiento antes de irse. Intentó llamarla pero la señora no podía oirlo entre tanto barullo,entonces se le acercó y tocó su hombro con suavidad, la señora reaccionó de manera abrupta y dando media vuelta, lo abofeteó. José sorprendido por la reacción de la señora intentó retirarse en silencio, pero la anciana comenzó a gritar con una voz estruendosa y aguda, de inmediato unos jóvenes se acercaron a la anciana, que les indicó que José había intentado violentarla, y éstos lo rodearon evitando que pudiera marcharse. “Yo solo quería cederle el asiento” replicó José ante las acusaciones que comenzaban a proferir los jóvenes que lo retenían, quiso señalar el asiento en cuestión, pero se encontró con que ya había alguien más sentado allí. Las cosas se hubieran complicado sobremanera si no fuera porque en ese momento el colectivo se detuvo en una de las paradas programadas y José, aprovechando el momento, se libró de los brazos constrictores y corrió fuera del endemoniado vehículo que al cabo de algunos segundos ya no se veía en el horizonte. Exhausto llegó a su clase de psicología, justo a tiempo para ocupar uno de los últimos asientos disponibles en la última fila del salón, y cuando se disponía a dejar todo aquel incidente en el pasado, sintió un golpecito en el hombro. Una señora de expresión afable lo observaba con sus grandes ojos marrones, con una voz dulce le preguntó si no podía cederle el asiento, José enarcó las cejas y con voz estridente dijo “¡no me va a engañar con su acto, fuera de aquí,vieja puta!”. Todos en el salón observaron en silencio.
En verdad los Saraza no son malos,simplemente son algo torpes.