Se Llamaba Poesía

Se despertó sin siquiera contemplar el cansancio que arrastraba por tantas noches sin dormir, vió el reloj y no le importó que las agujas marcaban exactamente las 3:00 am.

-Curiosa hora para despertarse- se dijo José a si mismo mientras buscaba su viejo pantalon y un poco de agua para refrescar su garganta. Había una casi invisible luz que se metía por entre las divisiones de la pared de tablas, tal luz provenía de la casa de doña Angeles -Una señora modesta y muy trabajadora cuyo único defecto era que siempre que había un problema por muy leve que fuese José era el indiscutible sospechoso del crimen y por tales motivos a José le disgustaba mucho estar tan cerca de ella- ignoró el tenue rayito de luz y voltió su cabeza de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha como si por un momento él hubiese sido transportado mientras dormía a algún otro lugar. También le pareció en su enredada cabeza como si hubiese retrocedido en el tiempo y así sintió de nuevo las últimas palabras que había escuchado en la radio antes de caer en un profundo sueño. Recordaba como si acabase de pasar el instante en que anunciaron el compromiso de Estela -Una joven con la que había crecido y en un cierto tiempo el había decidido cortejarla sin éxito alguno

-Que rápido se pasa la vida mientras uno se preocupa por cosas tontas- se dijó a si mismo, y la verdad es que habían pasado más de 5 años desde la última vez que la vió. Ahora ya no sentía más que un pesar por no poder felicitarla personalmente, pero en cierta manera prefirió que fuese de esa manera por la posibilidad de que sus sentimientos crearán cierto revoltijo en su estomago. Además él ya tenía mucho en que pensar ya que en los últimos meses se había descubierto pensando en una muchacha que conoció por pura casualidad mientras buscaba trabajo en un pequeño establecimiento a las orillas de la ciudad. Lo curioso del caso es que José solamente la había visto una vez, solamente una vez bastó para que él quedará alucinando por ella.

Se quedó tan distraido que perdió la oportunidad de trabajar en aquel abastecimiento porque le contesto siempre que si a todas las preguntas que el dueño del lugar le hacía, incluyendo aquellas en que preguntaba si había estado en prisión, había consumido algún tipo de drogas o incluso si sufría de algún tipo de transtorno mental. Pero más preocupado por volver a ver a la muchacha que por no haber obtenido el trabajo siguió visitando el local diariamente para intentar aunque sea por un momento volver a verla. Así, José había consumido 8 meses de su vida sin tener éxito en su busqueda.

Eso causó que José no pudiese dormir bien o incluso llegó a perder la noción del tiempo ya ni sabía si dormía o estaba despierto, se había convertido en una especie de zombie del cual en vez que comer cerebros, solo quería alimentarse del hermoso recuerdo de la chica del pequeño establecimiento.

El reloj ya marcaba las 3:15 am y José empezó a buscar con una endiablada ansiedad una pequeña libreta en la que trataba de describir a ese su amor platonico, la dibujaba, tenía tan claro su recuerdo como si la viese ahi en frente de él sonriendo como la primera y única vez que la vió. Al girarse a su escritorio José también notó que al lado de su cama se encontraba algo escondido. Era la página en la cual había pasado los últimos 2 días hablando de aquella sonrisa.

Hubo un gran silencio mientras el intentaba procesar aun aquella información, de repente unos pasos en la calle empezaron a romper poco a poco el silencio que inundaba la habitación de José. La curiosidad arrebató el nerviosismo que José tenía asi que fue acercandose a la ranura por la cual la tenue luz de la casa de doña Angeles entraba. Se acercó tan silenciosamente que solo podía escuchar a su corazón palpitar.

Al ver por la ranura, José notó una figura moviendose de derecha a izquierda con elegancia, era la silueta perfecta de alguna diosa griega o algún tipo de obra maestra, de esas que ponen en la televisión y anuncian productos. Continuó caminando y de repente se detuvo casi como diciendose a si misma -Esperaté olvidas algo- se detuvo justo en frente de la casa de doña Angeles, justo en frente de aquella luz que evitaba que la calle luciese como un calabozo, y fue ahi cuando al poner cuidado empezó a detallarla.

Vió su estatura, su cabello corto y alborotado, la forma en que se paraba, como movía las manos, y la manera en que sus ojos se movían en busca de algo.

-Es ella- murmuró José sintiendo que había dado un gran grito de asombro debido al aterrador silencio que rodeaba tal escena. Pero ella no escuchó.

la mente de José entró en un gran dilema pensando en si salía o no a ayudarle si es que necesitaba ayuda o esperar con ella si es que esperaba por alguién. Fue ahi cuando al observarla tanto y con tan detenimiento que sus látidos empezaron a calmarse, su pulso y su sudor empezaron a ser normales, y todo lo que su mente había acumulado empezó a perderse. Curiosamente en ese instante ya no le gustaba, ya no la amaba, ya no se moría por ella, asi después de 8 meses deseando tantas cosas, se giró a su cama; se recostó y antes de dormir se dijo

- Al no saber su nombre y con lo que jamás lo sabré, la bautizaré poesía. así como la droga que consumí por 8 meses, 2 semanas, 3 días y 3 horas.

al decir eso, cerró sus ojos y durmió en paz.

 

He mantenido la atención en la narrativa con mucho entusiasmo. Es un placer encontrar una prosa de esta naturaleza que atrapa al lector y requiere conocer el final. Excelente. Un placer pasar por tus letras. Saludos.

 

La hermosura de las letras divinas de la literatura maravillosa.

 

Es mágica... y no sé porque, o sí, quizás porque es "ella" la que se hace con nosotros, en fin... Me ha encantado. Un placer. Gracias.