Sí doctora...

Sí doctora, la vida es tan difícil para mí, porque significa miedo y angustia. No sé relacionarme con la gente. Me cuesta tanto trabajo incluso iniciar una conversación, no sabe el infierno que es para mí. Cuando logro acaparar la atención de una mujer, me desvivo por ella y es tan bello doctora, porque solo así me siento bien, pero cuando la relación amistosa tiende a otras direcciones, tales como el sexo, allí es cuando no sé qué hacer, me entra el nerviosismo. Porque a pesar de mis treinta y cinco años sigo siendo virgen, nunca he intimado con una mujer ¿Por qué? Miedo. Yo sé que no soy digno que a pesar de lo que yo experimente, tal vez ella no, tal vez al penetrarla, hacerle el amor, yo sienta, no lo sé fantástico. ¿Pero y ella? Tal vez no logré ni siquiera alterarla, hacerla vibrar o gritar de placer ¿Cómo saber si hago lo correcto? Tal vez eyacule y ella impávida se ría de mí. Además doctora, el SIDA y las enfermedades de transmisión sexual me aterran. La responsabilidad ¡Sí! Eso es, la responsabilidad. Yo siempre soy responsable de mis actos y de los actos de mis antecesores.

Mire, sobre mi pesa lo hecho por ellos, no debo cometer sus errores, no puedo lastimar a esas mujeres usándolas como objetos para mi satisfacción personal. Ya que ellas sienten mucho dolor. Mi madre lloraba ante las infidelidades de mi padre, así como mi abuela lloró antes que ella por lo hecho por mi abuelo. Mis tíos engañan impunemente a sus esposas. Yo no puedo cometer esos errores. Mamá siempre me lo repitió, día tras día yo veía ese dolor e hice la promesa de tratar de no caer en los errores hechos por ellos.

¿Sabe que eso de la infidelidad es un círculo y debe ser roto? Todo esto pasa por mi mente al estar con una mujer, es decir, no estoy con ella, mi mente se siembra de dudas y como no logro acallarlas, prefiero huir y desilusionarlas, frustrarlas, ese pequeño dolor de mi partida es mínimo comparado con el que puedo crear al quedarme a su lado.

Por eso prefiero la soledad, por eso caí en el alcohol, allí no hay complicaciones. Yo soy el único afectado, no daño a nadie. Además soy un inútil. Papá siempre lo supo, sí, no sé hacer nada bien. Bueno más que leer y beber, pero bueno, supongo que la he de aburrir con esta charla. ¿Esta usted incomoda? ¿Tal vez apreté la cuerda demasiado?, pero solo así puedo tener toda su atención. Si promete no gritar quitaré el pañuelo de su boca. ¿Sabe que tiene unos bellos ojos? Ahora que con esa expresión de miedo se vuelven más hermosos.

Nadie la salvará, cancelé todas las citas, nadie me vio subir, así que tenemos toda la tarde para jugar y conocernos en la intimidad ¿Sabe usted que en la soledad esta la puerta que conduce al otro lado del umbral? Pronto será usted una parte de mi. Tal vez sufra, pero será mínimo, se lo prometo. La libraré de la carga de la vida. Puede abandonar este plano existencial segura de que como doctora usted honra a la profesión. ¿Si no, cómo explicar el haberme ayudado a aceptar y comprender el origen de mi locura?