Si pudiera hacerla eterna...

Y fue entonces cuando sus ojos quedaron vacíos, ella decidió irse con él y yo no dije nada. Tal vez alguien dijo que yo estaba sufriendo, quizás hasta juraron que lloré mientras mis mejillas estaban secas. Alguno se atrevió a burlarse al ver que fui abandonado. Alguna la llamó perra por dejarme, y que yo no sea suyo. Alguna dijo bien hecho que yo me lo merecía, que ella era mucho para mí. Incluso algunas lenguas decían que yo la golpeaba y juraron que me vieron maltratarla psicológicamente. Otros con su veneno dijeron: Pobre hombre, él fue el mejor partido y ahora se lo pierde cambiándolo por un vago al que seguro también dejará. Alguna desubicada dijo: No supo satisfacerla en la cama. Algún desubicado dijo: Ella no era suya, era de todos. Todo el mundo tenía su versión y yo seguía ahí impertérrito, imperturbable. Nadie sabía que ella me amaba tanto que vino a despedirse, rogando que le jure alejarme mientras viva. Ella era ahora un espacio determinado de tiempo. Ella tenía fecha de vencimiento. No quería que la vea morir como hoja de otoño. Vino a dejarme un beso de esos que jamás se borran. Vino a decirme te amo, no soporto verte llorar en mis últimas horas. Yo no estaba enterado de ese mal que la aqueja. Hoy se va con su primo llorando y mirando por el retrovisor como sigo aquí de pie como una estatua de mármol. Llora porque sabe que no cumpliré mi juramento. Si tan solo la gente supiera lo mucho que ella vale. No la hubiese mancillado con supuestos y calumnias. Si tan solo yo pudiera hacerla eterna... Si tan solo pudiera.

 

Una prosa muy hermosa nos compartes, estimado Kein. Me encantó pasar a leerte.
Fuerte abrazo.