Sigo pensando

Mi vida es esto, y sigo pensando y sigo pensando. Ella me perdonará, no lo sé. No, no lo sabes ¿Con qué letra empieza su nombre? Con S ¡Ah sí con S! no, tengo que cambiarlo ¿Qué tal F? No, sus sonidos son similares ¿Qué tal R? Mejor, su nombre empieza con R ¿Por qué nos separamos? Y sigo pensando, y sigo pensando. La amas. No, no la ama. No, me gustaba su atención, creer que ella podía reconstruirme. Hay viento afuera, me gusta el viento. Lo recuerdo. Su nombre… solo eso tengo ¿No es una mentira? ¿Qué es una mentira? Lo que no es verdad ¿Qué es una verdad? Nada, no sabemos lo que es verdad; no creemos en verdad ¿Recuerdan? ¡Cierto! Y sigo pensando y sigo pensando…

Estoy escribiendo esto, no he avanzado en la tesis. Se te acaba el tiempo. Sí, lo sé. Estoy deprimida. Tal vez… Quiero antidepresivos. No, será peor. Quiero ser un caso clínico; y sigo pensando, y sigo pensando. R, su nombre empezaba con R. Sí, pero no recuerdas cuál es. Sí, no recuerdo. “Y sigues pensando, y sigues pensando” Ellas están cantando en mi cabeza.

¿Me gustaba? Tal vez… —me responde la voz de una mujer provocativa— pero tampoco le confiaste tu lado oscuro. Todos tenemos secretos. ¿Yo tengo secretos? Sí, todos. “Sigo pensando, sigo pensando” ¿La quieres de vuelta? No sé… sigo pensando y sigo pensando… en el que poema que yace sobre mi escritorio, mis libros, mis promesas, su tristeza. ¿Crees que te extraña? No, nadie me extraña.

“Sigue pensando, sigue pensando…” —vuelven a cantar en mi cabeza. Una voz se ha unido. Es la mujer provocativa. — Estoy deprimida. No, estás loca. Eres evasiva. Eres hipócrita. Llora. No quiero. ¿Cuántos amigos tienes? Ninguno. Buena chica.

“Y sigues pensando y sigues pensando”, ellas siguen cantando que sigo pensando. Hay un frasco de somníferos en mi mano. Hazlo, sigue pensando sigue pensando. Tomo una pastilla. Otra, toma otra. Sigue pensando sigue pensando. Lleno mi mano y las trago. No se van, siguen cantando. ¿Cuál era la primera letra de su nombre?