1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Silencio culposo

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ivoralgor, 24 de Septiembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 351

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Junio de 2008
    Mensajes:
    494
    Me gusta recibidos:
    106
    Género:
    Hombre
    Pudo ser peor. Le dije a Laura que debía quedarse quieta y callada. Nos pueden descubrir, le dije susurrando. Pensamos que la puerta de la casa estaba cerrada. Necesitábamos dinero para comprar marihuana y decidimos robar casas veraniegas; era lo más rápido para conseguir dinero. Entramos con sigilo. A simple vista la casa se veía abandonada, todo estaba empolvado. Un gemido nos sorprendió y nos quedamos inmóviles. Le hice señas con la mano para que nos agacháramos. Le señalé la puerta, pero la brisa la había cerrado en silencio. Laura se desesperó. La agarré de los hombros y la sacudí para que se calmara. Los gemidos eran más frecuentes y fuertes. El chirriar de una puerta nos aceleró el corazón; casi se nos sale del pecho. Los labios de Laura temblaban como gelatina. Nos escondimos detrás de un trastero de madera. Un hombre desnudo salió de uno de los cuartos y fue al refrigerador que estaba a un lado de la puerta por donde entramos. Cerramos los ojos y rogamos que no nos descubriera. Oímos un golpe seco cuando se cerró el refrigerador. Respiramos aliviados por unos instantes. El frenesí del cuarto no cesaba y ya teníamos calambres en las piernas; la posición en la que estábamos nos estaba agotando. Con un alarido de placer culminó el frenesí. Sudábamos copiosamente. Un rato después salió el hombre desnudo, pero ya tenía puesta la ropa. Abrió la puerta y salió. Era nuestra oportunidad de salir igual. Nos paramos lentamente. El cosquilleo de las piernas entumidas nos hacía vacilar. Empezamos a avanzar sigilosamente. Miramos el cuarto con la puerta abierta. De súbito, otro hombre salió del cuarto. Me quedé helado. Laura se tapó la boca para no gritar de miedo. Era mi padrastro, no podía creerlo. ¡Qué puta madre haces aquí!, gritó encabronado. No supe que decir. Me dio un madrazo en la cara. ¡No lo lastime, por favor!, gritaba Laura desesperada. Tienes suerte de que no haya terminado aquí, dijo rumiando, luego hablo contigo. Me agarré la cara, que ya me sangraba, y salimos de la casa. Al día siguiente me amenazó con dejar a mi mamá si decía algo. Culero. No pude con la culpa, tres meses después le conté a mi mamá lo sucedido.
     
    #1

Comparte esta página