Silencio

8:00 AM:

Un pitido persistente me despierta, normal, es hora de levantarse. Me cuesta despegar los párpados mientras con mis manos apago el irritante despertador. Que bien se está en la cálida cama. Me giro y veo a mi mujer que aún no ha despertado, sonrío y en silencio salgo de la cama y de puntillas me dirijo a la cocina. Les prepararé el desayuno, paso por delante del cuarto de los niños y compruebo que siguen durmiendo. Dormilones.

8:30 AM:

Llevo un rato esperando a que se despierten, el desayuno preparado humea delante de mi cara, pero parece que hoy han decidido no levantarse. Con una sonrisa me tomo a pequeños sorbos el café que me he preparado, mientras decido que hacer.

9:00 AM:

Siguen durmiendo, he aprovechado para ir a coger el periódico, la leche y el pan que cada día dejan en nuestra puerta. Mi sorpresa ha sido mayúscula no había nada, hoy parece que todo va retrasado. Pero no me preocupo estamos en domingo y tenemos todo el día para nosotros. Por cierto, el desayuno ya está frío.

9:30 AM:

Que silencio, parece como si nada se moviera. He mirado por la ventana y la calle está en completo silencio. Ni coches, ni gente se ven por ninguna parte, es extraño. Me he decidido por ver las noticias y he encendido el televisor sólo para ver que no funcionaba. No pude sintonizar ningún canal, algo debe pasarle a la antena. Bueno, ya tengo trabajo para hoy.

10:00 AM:

Por fin he tomado la decisión de despertar a María, pero dejaré a los niños dormir. Es raro que no se haya levantado ya, suele ser la más madrugadora. Tengo una extraña sensación opresiva, algo que no puedo definir pero que me indica que algo va mal, terriblemente mal. Quizás sea el sobrenatural silencio. A estas horas la calle debería estar a rebosar de gente y de coches y de ruidos de todo tipo. Cuantas veces, en los últimos años no nos hemos quejado del incesante ruido que no nos deja dormir por las mañanas. En cambio, hoy.... Voy a despertar a María.

10:30 AM:

Estoy que me subo por las paredes, no sé que hacer. Es inconcebible, no logró despertar a mi mujer. María parece estar en un profundo sueño, similar al coma. La he zarandeado, pellizcado, abofeteado, todo mientras gritaba su nombre vencido por el pánico. Pero no he logrado nada, sigue profundamente dormida. Sí, dormida, tiene pulso. No está muerta, por un segundo creí volverme loco pensando que la había perdido, pero tiene pulso. He corrido al teléfono para llamar a una ambulancia pero no funciona, no da señal. Maldición, ¿qué está pasando? Dios, mío. No puedo dejar en ese estado a María. Me he decido por llevarla yo mismo al Hospital, está cerca, a dos manzanas. Llegaré en media hora.

11:00 AM:

Esto es de locos, Ana y José, mis adorados niños, tampoco despiertan. Dios mío, Dios mío. Mi mujer, mis hijos, no se mueven, no responden a mis llamadas, ni a mis intentos por reanimarlos. Por un momento, pienso que han sido envenenados, pero ¿cómo?, ¿cuándo?. He intentado llamar por teléfono, pero no hay forma. Tampoco la radio ni la televisión funcionan, lo he probado. De pronto, me he dado cuenta de algo. El silencio...

12:00 AM:

(En un oscuro lugar una pantalla se apaga)

-[FONT=&quot] ¿Y bien?
-[FONT=&quot] El experimento ha empezado.