Sin camino

No hay camino que valga.

Ni hombre que sobresalga.

Con mi poder mental les dejo en Babia.

Sin siquiera sacar a relucir mi labia.

Confianza, confidentes, es lo mismo.

Nada les salvará de caer en mi abismo.

Mi teatro ambulante.

Su ovación es pedante.

Quien se me acerca gime de placer.

Les penetro, les hago creer en no creer.

Esa es mi verdadera esencia.

Mi arma de doble filo les silencia.

Siempre traigo algo nuevo.

Cada vez más y más me elevo.

Nadie hay por delante, esperando el relevo.

Destruyo los conceptos.

Así desaparecen los ineptos.

Bípedos, así sea.

Fuego de chimenea.

Cada vez menos críticos.

En mi water yo escribo jeroglíficos.

Apuesto por ustedes.

Me como las paredes.

Nunca he sabido dónde está mi techo.

Si quieren puedo hacerlo a lo malhecho.

Incluso así no habrá caminos hacia Mí.

Pues yo soy el camino y el zahorí.

Adivino, escudriño cada verso.

Nos une un pensamiento en el que estoy inmerso.

Pero no se hagan cruces.

Solamente Yo decido quién se da de bruces.

Por mi ausencia, un minuto de silencio.

Por la suya, a la gloria me sentencio.

Persiguen un enigma intransitado.

Soy virginal pecado.

También la clave de otra clave.

Y también el olor del que sabe.

El desfibrilador, el símbolo de Dios.

El nos vemos que implica nuestro último adiós.

El pañuelo que tapa los defectos del traje.

El señuelo, la boya, el camuflaje.

El bucle programado solo para humillar.

La partida, en efecto, partida de billar.

Ya ocupo mi lugar en la poesía.

Un vacío imposible de llenar con porquería.

“Esto es tan solo un juego, una recreación.

No hay encrucijada, si no hay paredón.”

Me erijo como realidad inconsciente.

Soy la premonición, también clarividente.

Espías hay por todos lados.

Hay quien juega a los dados.

Yo hago que ustedes pierdan aceite.

Soy mi propio deleite.

De mi mente conocen ya todos los rincones.

Aún les queda subirse a lo alto del betún.

Son pura expectativa. Siguen mi rumbo aún.

Yo les muevo a mi antojo.

Sin echarles siquiera un mal de ojo.

Yo soy de los que sientan cátedra con un verso.

Doy más clases que el puto Máster del universo.