1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Sin dejar de sonreir

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Catastrofe, 10 de Abril de 2011. Respuestas: 1 | Visitas: 613

  1. Catastrofe

    Catastrofe Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    9 de Abril de 2011
    Mensajes:
    10
    Me gusta recibidos:
    4
    Eran las nueve y media de la noche. Amelia estaba sentada frente a mi, mordiéndose las uñas, bañada por la parpadeante luz del neón que zumbaba como una mosca. Había estado estática, sin decir nada, al punto que comencé a preguntarme seriamente si Amelia era una estatua, si todo aquello era un sueño. Si era un sueño, entonces era hora de despertar y buscar a Armando, que seguramente estaría en su cuarto, leyendo un libro y fumando, contra todos los deseos de mi madre. Pero yo no despertaba, aquello no era un sueño, Armando no estaba leyendo en su cuarto, estaba postrado en aquella cama de hospital, Amelia seguía mordisqueándose el dedo meñique con la mirada perdida.

    Hacia exactamente 40 minutos que habíamos traído a Armando a aquella sala de urgencias y ahora temíamos lo peor. Aunque ya lo veíamos venir, mi hermano tenia cancer y hacia 3 años que los doctores le habian dado 6 meses de vida, y aunque sabia que cada dia que estuvo con nosotros habia sido un obsequio, no queria aceptar que podia irse en cualquier momento. Aquella noche hacia calor, ese endemoniado calor humedo del tropico. Habian un par de insectos jugueteando contra el neon zumbante, quizas por diversion o quizas porque cinfudian aquel sonido con el zumbido de sus congeneres. El calor y la desesperacion me escurrian por la piel, elsudor se volvia miel en mis poros, asfixiandome. 47 minutos ya, y ni señas de Armando, o de su doctor. No hay nada peor que esperar en una sala de hospital en compañia de una estatua humana que come uñas.

    Me levante de golpe, mir a Amelia y le espetésin más:

    - Voy a fumar - Amelia movio los ojos hasta arriba lentamente hasta encontrarse con los mios, a pesar de estar hinchados por tanto llorar aun tenian ese fulgor azul intenso y hermoso, se veia bellisima a la luz de aquel neon. Comprendi de inmediato porque Armando se habia casado con ella.

    Amelia aspiró con fuerza, y me dijo:

    - Voy contigo.

    Creo ahora que penso que la estaba invitando, en realidad queria estar solo, lejos de su silencio y de su mordisqueo de uñas. Y entonces aparecio el doctor, con su tablilla llena de papeles, los anteojos a media nariz, como Santa Claus en esos anuncios de la Coca Cola.

    - ¿Los familiares de Armando Ventura?

    Amelia y yo nos volvimos para encarar al medico. El galeno nos condujo hasta donde estaba Armando, el cuarto 12-A. En una pequeña cama de hospital estaba mi hermano mayor, con su mascara de oxigeno color azul transparente, los ojos algo entrecerrados, visiblemente agotado. Dejé a Amelia entrar primero, ella se apresuró a arrodillarse a su lado mientras le preguntaba cosas tontas, "¿Como estas?"... ¿como diablos creía ella que estaba Armando? mal por supuesto. El doctor estaba a espaldas mías, explicando que había perdido sangre, que un pulmón estuvo en riesgo de colapsar, y Dios sabe cuanto más.

    - Vaya hombre, otra vez a punto de morirte -le dije a Armando cuando el doctor terminó su perorata y se fue. Lo que me importaba era que Armando estaba estable.
    - Tal vez debiste de ponerle mas empeño esta vez hermano, siempre dejando las cosas a medias - Amelia empezó a reir cuando dije eso, le sonreí tontamente a Armando, pude ver que su boca hizo una sonrisa a traves de la mascara de oxigeno, y levantó pesadamente la mano izquierda, llena de intravenosas y cables, haciendome un pulgar hacia arriba. Y entonces ocurrió. Le oí exhalar pesadamente, dejó caer el brazo y cerró los ojos, y todas las alarmas se dispararon, ese pitido horrendo que se escucha en las peliculas cuando el corazon de alguien se detiene.

    Lo que siguió fue tan surrealista que pensé que en realidad era una pesadilla y que iba a despertar pronto. Pero no desperté. Me perdí en un mar de gritos y llantos, de medicos y enfermeras que pululaban alrededor de Armando, tratando futilmente de revivirlo. No se cuanto tiempo pasó. No se como actué durante ese momento, es como si a mi mente se le hubiera sacado ese episodio de un bocado, dejando nada mas que la huella vaga de lo que pasó. Yo era como un guijarro, estoico e inexpresivo, flotando en la corriente. Y llegué al aparcamiento, rodeado de enormes reflectores, atestados de insectos estrellando sus cabezas contra las brillantes lámparas, estaba fumando, no podía recordar siquiera como encendí el cigarrillo, todo se desvanecía con Armando bajando su brazo. Estuve allí en el parqueo, seguía sintiendo que estaba en alguna especie de alucinación, las cigarras y el calor me arrullaron, hasta que el cielo se tornó purpureo y comenzó a amanecer, y pensé que sería una buena idea ir a cambiarme a casa.

    Llegué a casa a las 7am, no tome un bus ni un taxi, caminé, con la mente en blanco, entré al hogar que compartía con Armando y Amelia, y al pasar frente al cuarto de Armando, me di cuenta que en nuestro apuro habíamos dejado encendida la luz, entré y la apagué, en el suelo había quedado el libro que él leía la noche anterior. Lo levanté y lo puse en la repisa, y entonces me sumió la realidad, mi hermano mayor, mi mejor amigo, Armando... estaba muerto, la niebla del llanto me veló la vista, y las primeras lagrimas por Armando cayeron de mis ojos, y después de estas, cayeron aún mas lagrimas, hasta que lloraba a moco tendido, de rodillas en el cuarto de Armando y pronto el llanto se convirtió en alaridos. Lograba tranquilizarme por espacios cortos de tiempo. Pero entonces empezaba otra vez, al recordar cualquier cosa de aquella noche, "su esposa le vio morir" y mas llanto, "apenas a noche cenamos juntos" y gritos de agonía mientras el dolor me atravesaba de lado a lado, "y Amelia esta embarazada" y el llanto se tornaba desesperado. Y entonces recordé algo: Armando murió sonriendo. Y no lloré más al pensar en eso. Mi hermano había muerto con la más dulce sonrisa pegada a sus labios. Quizás yo debería de hacer lo mismo, y sonreír. Si, de allí en adelante, sonreiría por ambos.
     
    #1
    A Maramin y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

    Se incorporó:
    19 de Febrero de 2008
    Mensajes:
    66.020
    Me gusta recibidos:
    41.752
    Género:
    Hombre
    Me gustó mucho este relato, capta al lector y le lleva de la mano a traves de los acontecimientos para acabar diciéndose, ¡Si, mejor sonreír!...:::sorpresa1:::
    [​IMG]
     
    #2

Comparte esta página