Sin techo.

Y vieron desde tu sueño. Dicen que viste soñar a otros. Andarás soñando hasta que te encuentres en uno para cada voz, para cada culpa y para cada flor. Vas a caminar hasta que entiendas que es este el mundo, no nosotros…

Pordiosero ¿aun andas por ahí, descalzo de discursos y de ideas?, tienes la vida en dos conceptos y uno de ellos se te enfrió, no tienes el empeño necesario en saber lo de mañana. Creó que no te empeñas -ni siquiera en saber lo de ayer y lo de hoy-. Taciturno vigilante del ocaso y la ocasión, al mismo tiempo que la mañana y todo por la falta de una verdad. Tienes la vida en dos conceptos y solo entre la gente, llegas con la ciudad.

- ¿Eres el hombre que se para en la esquina de la Buenaventura? Entonces eres el hombre de siempre. ¿Sabes qué dicen de ti?
- No, ¿Qué es lo que dicen?
- Que no naciste.
- ¿Cómo que no nací?
- Eso es lo que dicen. Bueno, a lo mejor exagero, pero me contaron que no tienes ombligo.
- ¿Seré un ángel?
- No creó. Posiblemente seamos la repetición de ti mismo.

Yo te demando a ser la flor de nuestro verso. Yo te conjuro al llegar el naufragio de dos velas. La calle de La Buenaventura es ejemplo de nuestro paso veloz. ¿A dónde iremos?... Siento que nada me retiene, todo me es igual de perdido en este lugar… ¿Por qué no vienes conmigo?... Ve a tu alrededor, es tan poco lo que se deja si nos vamos y es tan poco lo que ganamos al irnos... Pero esta es nuestra ciudad, este es nuestro viento y este es nuestra calle… Mi tiempo no tiene salida cuando vivimos en la mira. Además ¿Cómo dejar de ser parte de ti?... Producto innato de mí mente, ¿verdad?... ¿Hasta cuándo dejaras de creerte loco? Soy tan real como tú. Ya sé, me dijiste un día que la locura también es real. En todo caso, loco o no, aquí me tienes y juntos vamos… Pero no te vayas aun de la ciudad. Hacemos falta… ¿Falta? ¿Quién extrañara al loco pordiosero de la esquina?, ¿Quién se fija en el hombre desaliñado que pide la moneda con una sonrisa?... Nos mira la esquina, el perro que nos calienta, el puesto de revistas; la caricia del sol en la mañana, el mundo en un tiempo así; toda la calle, toda La Buenaventura nos extrañaría… Y si nos quedamos, sería el sueño quien se extrañaría de no ir en su busca. Yo me voy, quédate en la esquina si quieres. Yo me voy a la buenaventura y tú te quedas en La Buenaventura… Eso es imposible. Pero si me dejan las alucinaciones, ¡Buen viaje!... Nada es imposible, ya que este camino me llevara. Vendré por ti cuando el sueño deje de ser olvido. Desde ahora cuídate solo, porque tu ángel guardián se va… Y contigo mis alucinaciones… La nostalgia de extrañarte será proporcional a las promesas de cordura… No es reproche, es nada más perdón de carencias personales… En estos cincuenta y cuatro años volveré a nacer. Si algo añoraré serán tus sueños... Si ya te vas, hazlo de una vez. ¡Qué Dios te cuide!... ¿Cómo cuido de ti?, Mejor me cuido solo.

Un amigo me haría feliz aunque esto me lleve lejos, más allá de donde yo te hubiera podido acompañar. No me pidas cosas que no entiendo, por ejemplo ser algo que alguna vez fui, un pedazo de verdad en cómplice necesidad; tranquilidad de dos en esta tarde que me dices adiós. No me muerdo los labios, pero por ti no extrañaré las jornadas. Sé de cosas que me harán falta, como burlarnos de lo de adelante cuando te quedaste atrás. Para ti soy el que todo pierde, cuando todo ya perdí. Solo soy un extraño que no puede soñar.

Tú construiste soledad de tanto tiempo Pordiosero.

¡Derecho al sol, a la verdad, a la esperanza, a tener enemigos que vencer y rebozar!, ¡Eso es lo que construí! La soledad llegó sola, en nubarrones de mala convicción. En este día que asoma el sol, ¡Adiós Ángel! ¡Que el sol nos vuelva a mirar juntos antes del fin!

Y los campos floridos se vean consumidos a la fecha y la hora de refulgir. Ambos perdimos el camino, ¿Quién se queda, quien se va? ¡Que nos vean juntos cuando sea el fin! Siento en mí un vacío, nada más recordar con vida liviana como viento, que cuando me vuelvo ya no estoy. Promesas que hoy se abren. Un ángel como yo no debe andar a la deriva sin nadie a quien cuidar. Un cuidado difícil de borrar. Me queda buscar un nido de otro rostro o la sonrisa de una paz. ¿Hace siglos que me engaño? ¿Cuándo un hombre puede ser feliz? Caminas por calles polvorientas arrastrado de viento, aferrado a sueños que no fueron nuestros, en un deber arcaico y cruel… No cumplí la última misión, y es como si ninguna anterior ya valiera. Si un hombre no debe salir a la calle sin versos y sin ideas, un ángel no debe existir sin un hombre que sueñe. ¿Qué soy ahora? ¿Hombre?, ¿Ángel?, ¿Nada? Y él ¿Qué es, ahora que se queda sin alma? Pordiosero, ¿por qué llegamos a esto?

Si tan solo en todo este polvo encuentre la ceniza que como oro brille por los dos, ¿Cuántos sueños hay que robar todavía?

Cuando salí de “La Buenaventura” dejándote sumido en febriles confusiones de cuerpo y alma esperé con todas mis fuerzas volver el rostro y encontrar que me acompañabas. Pero preferiste quedarte en la deriva de un lugar seguro de conocidas y conocidos. Ahora arrastró este cuerpo que es tuyo, esta alma que te pertenece y estos recuerdos que quiero ahogar. Pordiosero que todo lo pediste ¿no te diste cuenta de lo que me das? Volveré por ti, Pordiosero y cuando llegue ese día, nuestro mundo habrá cambiado. Lo único con lo que quedas son viejos sueños. El sueño de un hombre pidiendo en la esquina.