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Sobre arte

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por jaimenavecilla, 9 de Junio de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 503

  1. jaimenavecilla

    jaimenavecilla Poeta recién llegado

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    19 de Abril de 2014
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    Hombre
    No recuerdo el último momento en que aprecié una obra de arte, en realidad, de arte ni hablemos. Después de todo en este mundo donde muchos patalean y otros amasan papeles verdes ya no sabemos a ciencia cierta y después de mucha charlatanería que carajos es el arte.
    Mi amigo José Luis, estudiante en la facultad de bellas artes de La Plata, me repite en tono ya tedioso que el arte es la obra de los artistas. Admito que no me basta y, continuando con el mismo tono tedioso, le pregunto -¿Y que son los artistas?- -Hombre, me extraña, son aquellos que hacen arte-. No se si es porque sos mi amigo de campos y bicicletas, o por el mero hecho de que me das risa, que no te mando a la mismísima mierda cuando me decís cosas como esta.
    En fin, de artistas y arte sabemos que nada sabemos, que jamás vamos a entender la sensación que nos causan semejantes pantallazos de Quentin Tarantino, las tristes vibraciones que hacen cada nota en la guitarra de Hendrix, los visibles carteles en la vía pública, quizás, me genera dudas esto de que los diseñadores gráficos sean los artistas plásticos del siglo XXI.
    Es probable que esté equivocado, que solamente tire de la polea que te enrosca el bocho y levanta soles y ventanas. No quiero ofender a nadie, menos a mi querida Prudencia, ¡vaya mujer de estímulos y carcajadas!, ojalá se encuentre bien en esa cabaña alejada de toda civilización moralista, trabajando las ocho horas cual obrero mundial con el único y constantemente repetido objetivo de poder dejar ver su sonrisa, entre tantos libros de colección, entre prendas, collares, sombreros para que no se escapen las ideas bien entrañadas de esa agolpada cabeza -Con una pluma color blanco, detalles pequeños que se hacen enormes-, su guitarra y su sitarina de cuatro cuerdas, el bandoneón de su abuelo alemán arriba, en la penúltima puerta de su placard, una banda sonora igual de sincronizada como de enfermiza de tantos boleros de amor. -Y pensar que antes eran para mí-, ardiente pensamiento que se repite con el único ser de darle de comer a la bestia de nuestro triste ego desquiciado. Todo el mundo tiene un orgullo insostenible que ningún santo puede cruzar, todo el mundo tuvo amores que ya no están, todo el mundo tuvo un sueño mojado que luego soñó con volver a soñar, en realidad, lo único que estoy orgulloso de haber tenido, es a Prudencia.
    Si me viera hoy en día cuando compro el periódico todas las mañanas, leo las secciones que mas me interesan (Son muy pocas) y busco incansablemente pequeños o grandes anagramas para anotar en mi pequeña libreta, que cada día saco y nuevamente guardo del bolsillo trasero de mis anticuados pantalones de gabardina azul, que casualidad, mañana tengo que llevar a la tintorería, nunca había imaginado que el pegamento para zapatos manchara así la ropa, no vale la pena gastar pesetas en arreglar los mocasines si a cambio la vida te regala semejante calvario de manchas y cosas que los hombres no entendemos. Por esas mismas cosas el diablito que esta a mi izquierda me dicta que necesito a Prudencia, mientras que mi angelito, parecido a Lennon, me acaricia diciéndome que no este hombre no depende de ninguna media naranja, que es un fruto entero esperando a madurar para hacer pesar sus sueños, siempre me pregunto cual es mi rol entre esta pelea que acontece en frente de mis ojos, pasaron muchos años y discusiones para que me de cuenta de que soy el ring, soy el diablo, soy el ángel y soy el referee que decide cuando termina.
    Si yo necesitará a alguien directamente escribiría mi numero en la pared de su casa para luego, cuando reciba una llamada mía, sepa fehacientemente que quien lo está llamando, no es alguien a la ligera. Rebuscado salí.
    Después de todo no queda otra, si no hay mas café a esta hora no puedo salir a comprar, y el almacenero de la esquina me lanza dichos de Güemes que ya no me banco, los colectiveros me dan miradas igual de perdidas que sus malditas lineas interurbanas. Camino y danzo otro poco, llego a la esquina de Almafuerte y Alvear, con mi pincel color verde azulado voy a pintar en tu casa mi numero telefónico, espero no se enoje tu cónyuge, puedes inventar que ha sido un acto de vandalismo o un azar de la naturaleza, pero se bien que entenderás sutilmente quien fue el que perpetró el crimen.
    Me quedo afuera esperando toda la desahogada noche, hay gatos diciéndome que tengo que ladrar y patrullas con luces de colores que simplemente me miran, analizan cada movimiento, pero no pueden conmigo, estoy actuando dentro de sus leyes y eso lo detestan, pero mas lo detesto yo, que nuevamente estoy escondido a través del universo buscando unos pocos gramos de compasión de su parte.
    Continúo esperando y el sol empieza a besar mi nuca que apuntaba hacia el este mientras yo cronometro minuciosamente los movimientos de aquella mujer para saber a que hora verá el mensaje. Se hacen las nueve de la mañana y ella tendría que estar saliendo de su casa para tomar el desayuno junto a sus bohemios compañeros, pero ella no aparece, ¿Que habrá pasado? ¿Se habrá jactado de mi presencia?, no lo se, veremos que sucede.
    ¿Que está sucediendo? Ella no puede nunca salir de su casa, ya perdió su almuerzo de las doce y va a llegar tarde a la librería, esto no puede estar pasando, la conozco para saber que jamás dejaría de hacer sus quehaceres ni siquiera por su actual o anterior hombre, “El mundo después, yo primero” se repetía mientras charlábamos de religiones que contemplaban nuevas ideologías de viejas filosofías, chistecitos con un humor tan verdadero, pletórico.
    Me estoy desesperando, no puedo mas con esto, ya está anocheciendo y no tengo rastros de mi reina de la noche, nunca siquiera abrió la ventana para ver si llovía, si estaba fresco. No salió a tomar aire, no miro el cielo apreciando y siendo una naturaleza vestida, ya no era ella, quizá quien ahora la tenía había extraído de sí esa hermosa versión tan pura de si misma, tal vez la mujer por la que yo estaba rendido ya no existía.
    Me vuelvo para mi casa en el tranvía linea K, subo, saludo al chofer que me saluda con respeto por primera vez al ver mi cara de crímenes perfectos que no cometimos. Al fondo contra la ventana, tengo en mis auriculares sonando algunas piezas de jazz que me congelan la mirada a través de un vidrio bastante limpio, me podría preguntar por que estoy escuchando a Armstrong y no a McFerrin, pero no quiero desilusionarme otra vez a mi mismo en esta penumbra de madrugada.
    Estoy llegando a mi hogar, gris hogar para replantearme una y otra vez que es lo que falló esta noche, espero no haber sido solamente yo. El microbus me deja en la esquina, con pasos muy lentos me acerco a mi morada, casi puedo verla detrás de una medianera de cemento, inducido por una breve aproximación la empiezo a ver, igual que siempre, tan blanca, tan sencilla, tan... ¿Marcada?
    ¿Que es eso? Empiezo a ver la figura de un numero cero acompañado por un cuatro, pintados en un tono ocre, le siguen un dos, luego un par de nueves y por ahora es lo único porque el sobrante esta tapado por un árbol, empiezo a cambiar el ángulo de mi visión para terminar de concebir la emoción que me carcomía los huesos, sin suerte no puedo seguir denotando que números continúan, decido acercarme a mi casa cuando, muy suavemente, de aquel árbol empiezo a formar una especie de gesto parecido a una cara humana, abriéndose cada vez mas casi como volteándose para verme, me detengo, dejo pasar unos cinco segundos sin poder entender que es lo que estaba viendo cuando escucho desde lo mas siniestro de esa figura un sonido que el viento traducía como un “¿Marcos?”, mas aún me asombré cuando dijeron ese nombre, que no era mi nombre pero solía serlo, como un apodo que solamente una sola boca tenía el derecho de pronunciar en sus tonos mas llanos. Si, la única persona había osado llamarme de esa manera, Prudencia.
    Me acerque haciéndome el distraído, casi con un miedo que se había generalizado en todo con los últimos días de malas ideas y buenas comidas, mirando de reojo cada uno de sus movimientos que solo eran vueltas de su cuello hacia mi persona, la miré cuando la tuve en frente, no encontré presición para decirle lo que en verdad sentía, suelo ser muy torpe para el ejercicio de pensar. Al ver que no doy rienda para la lengua ella decide dar el primer salto, abre la boca y mientras su lengua se esforzaba por pronunciar la letra erre (Quién sabe que palabra me quería gritar) la detengo con una mano en su hombro, doy el respiro mas largo de mi vida para luego decir -Prudencia, vos sos arte-.
     
    #1
    Última modificación: 9 de Junio de 2016
    A pilipoos y fixadestiny les gusta esto.

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