Sobre la responsabilidad del mal y la orilla abismal de la empatía

Concierne, de altísima importancia, intentar mirar desde el opuesto.

Entendemos con "cotidianidad" la subjetividad del evento
como la totalidad real, incluimos, quizá sin mal, el criterio.

Pintamos con nuestra matiz la realidad objetiva, usamos la tinta del "yo" como si fuera un ungüento. Impartimos conciencia a diestra y siniestra.

¿Qué sería la vida como la conocemos sin aquella individualidad implacable de afirmar y negar lo inafirmable?

Si bien pertenece por momentos eternos a la vos del silencio, ¿qué es la voz real del suceso?, cortamos la calma e imponemos criterio. O, más bien, sucede que ¿el caos persiste y nada ha pasado?.

La responsabilidad de afirmar algo, decae en el opuesto no confirmado, lo condena al silencio sin nadie al cuidado. De ser arrojado a la oscuridad del opuesto, ni siquiera ha tenido la oportunidad de encararse.

Pero ese no és sino el primer paso, la maldita bendición de la cárcel universal a penas ha comenzado.

Si alguien lo escucha, lo confirma y entiende, bienvenidos al mundo, el tiempo, las estrellas, la música, todo, se ha creado.

Ha nacido a imagen de la fuente, ¡la cultura!, aún, en sus agonizantes murmullos, la confirmación de alguien (lo que sea que esto fuese) se ha desencadenado y al resto sin querer, condenado.

La confirmación o negación deviene de la empatía, ¡por fin un héroe y villano posible!, depende de con quien su dolor se confirme, la cadena espera para liberarse.

De estar a favor el mal se ha creado, sin nadie que lo defienda, ¡nosotros somos los buenos!. Pero ¿qué pasa si me arrojo al opuesto?, ¿qué pasa si soy yo quien quiere romper del otro lado el silencio?.

Romper con todo lo dicho, no sería, acaso, sino querer ¿confirmar lo contrario?. Surge de los más insólitos pensamientos, o quizá del egoísmo, el ser que niega lo dicho y se confirma en el ego.

!Él es el enemigo, ha negado mi razón! De aquello solo te salva la muerte, cruel mente, sin corazón. ¿Crees que puedes vencerme? y, si lo hicieses ¿ quien serías tú sin estar yo?

La empatía en el antagonismo, sin querer han empezado a trabajar por un mismo ideal !la angustiosa vida! !Entrégame tu vida, haré mía la razón!

Alabados y malditos sean todos los caminos, pues sin querer están condenados a llevarte siempre a Roma, dichosa sea la muerte que te libera de la vida, maldita sea la vida que te encadena a la razón.

Aquellos que hablan mal del otro avivan con esmero las brasas de aquel que el viento se ha visto empujado por el estrecho sendero.

Cuando escribo esto no puedo dejar de pensar en Borges y su buena costumbre de hablar tan mal de Buenos Aires.

Ojalá y todos dejásemos de andar bendiciendo y maldiciendo todo aquello que queremos y por envidia nos negamos a compartir.

Eso no hace sino más bien empobrecer la cualidad del silencio, en donde por única y verdadera vez somos nosotros mismo. Al igual que la risa, el orgasmo o... comerse un chocolate.

¡Qué casualidad ser tan iguales todos en el silencio y en la risa!
La divinidad haciendo vibrar este desdichado universo.

Nadie sabe que es realmente el amor y el enamoramiento, nadie sabe para que vive y porqué, despues de hacer tanto y resistirse, muere.

He de hacer honor al uso indiscriminado de la cultura que sin querer queriendo me ha dado este dichoso suceso.

Déjenme que les cuente, un extraordinario secreto ¡Yo si sé que es la vida, la muerte y el universo! pero por esta vez, por esta única bendita vez, me quedaré en silencio.