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Sociedad Canibal. Capítulo 1.

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Kwisatz, 6 de Enero de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 583

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    CAPÍTULO 1​

    Luke observaba atentamente a su cliente hablar mientras intentaba disimular la creciente sensación de nausea que se había ido apoderando de él a lo largo de la comida.
    En algún momento su cliente se percató de su malestar y se interesó por su estado

    - ¿Se encuentra bien? No he podido dejar de notar cómo ha ido empalideciendo su rostro a lo largo de la comida. ¿No le gustan los Oeufs de Venus?
    - Oh no, en absoluto –se excusó Luke- Es sólo que hoy no tengo mucho apetito, me temo que he desayunado demasiado.
    - Me alivia saberlo, porque resultaría decepcionante que esta delicatesen no fuera de su agrado. Sobre todo teniendo en cuenta que ha sido obtenida de los ejemplares más selectos de Las Filipinas.
    - Me parece que ya no me cabe nada más.
    - Muy bien. Entonces antes de finalizar este pequeño festín me gustaría que repasara conmigo la información que le he facilitado.
    - Si no recuerdo mal usted me ha encomendado que encuentre a una pequeña fierecilla con la que su hijo intentó… bueno, con la cual pretendía divertirse un poco y…
    - Escúcheme atentamente. Le he ofrecido la hospitalidad de mi casa a pesar de que usted no es más que un paria social que podría estar sirviendo de alimento en cualquier granja. No frivolice con el asunto. Mi hijo resultó mutilado en aquel encuentro. Ya le advertí al muy necio que ni se le ocurriera intentarlo, que se comprara una mascota sexual, que era lo más apropiado, que para eso habían sido adiestradas.
    Pero el muy estúpido me decía que se había “enamorado” de aquella homínida de la cadena de producción a la cual intentó seducir a escondidas sabiendo el peligro que entrañaba.
    Y ahora mi hijo y mi familia están estigmatizados por ese animal que nunca debió de salir de una fábrica.
    Preste mucha atención. Quiero que la encuentre y la traiga de vuelta, si es posible viva. Tengo preparado un castigo ejemplar para esa alimaña que además espero sirva para que el mequetrefe de mi hijo aprenda una valiosa lección.
    Haga bien su trabajo y tendrá garantizado un ascenso en el cuerpo. ¿Me ha entendido?
    - Absolutamente.
    - Bien. Puede retirarse. No se olvide de informarme puntualmente si se produce alguna novedad.
    - Puede estar seguro.

    Nada más acabar la conversación Luke atravesó la puerta de salida del ostentoso comedor, y cuando estuvo seguro de que Mr. Hammond no podía verlo, apretó el paso por el pasillo rumbo a uno de los numerosos lavabos de la mansión, donde vomitó todo lo que había ingerido aquel día.
    Ya recompuesto en la calle, el aire fresco le resultó un alivio.
    No le gustaba el Sr. Hammond, ni sus aires de superioridad al recordarle lo bajo de su extracto social, peligrosamente cerca del límite legal con los homínidos.
    Pero aunque le doliera reconocerlo, la realidad era que pertenecía al departamento de Asuntos Homínidos. Un departamento especial de la policía donde iban a parar los bastardos nacidos del fruto de relaciones ilícitas entre seres humanos y homínidos.
    Lo más triste de todo era que encima debía sentirse afortunado. No todos los bastardos podían ingresar en el cuerpo. A muchos de ellos se les sacrificaba al poco de nacer. Sólo se permitían ciertas excepciones cuando la parte humana de la relación ostentaba algún cargo de cierta influencia.
    La educación de estos afortunados corría a cargo de la Autoridad y nunca se les revelaba la identidad de sus padres.
    Eran adiestrados para mantener el control sobre las masas de homínidos y ajusticiarlos cuando su conducta amenazaba el orden público.
    En realidad, eran poco más que verdugos, si tal término fuera compatible con el concepto de homínido.
    De pronto se acordó de que no tenía que pasarse a informar por la central hasta el día siguiente, lo cual le dejaba la tarde libre.
    Pero lo cierto era que no le apetecía retirarse a su minúsculo apartamento en la periferia, así que dedicó la tarde a deambular por la ciudad.
    Durante un buen rato estuvo sentado en el banco de un parque observando a la gente transitar por él con sus mascotas.
    Resultaba curioso verlos flirtear mientras sus homínidos hacían lo propio a su modo de una forma menos decorosa.
    Muchos de los amos vestían a sus mascotas de formas sexualmente sugerentes, dejando así patente su carácter de juguete sexual.
    En realidad era un uso común y socialmente aceptado.
    Sólo era considerado parafilia cuando el dueño únicamente se excitaba practicando el coito con su mascota.
    Por descontado se daba que cualquier vástago nacido de una relación de estas características era considerado una abominación, e incluso un delito tipificado penalmente.
    Luke era consciente de su condición de abominación, aceptada, pero abominación a fin de cuentas.
    A los bastardos como él no se les permitía reproducirse ni poseer mascotas, a no ser….

    “Algún día llegaré a ser lo suficientemente influyente en el cuerpo para poder tener una” se decía a sí mismo cada día antes de entrar a trabajar.

    Este caso podía ser su lanzadera hacia puestos de más prestigio con mayores privilegios.

    Aunque Luke estaba acostumbrado a la soledad y nunca había tenido algo remotamente parecido a una familia, había días que sentía una fuerte desazón al volver de noche a su apartamento, y encontrárselo oscuro, vacío, silencioso.

    Le invadía una sensación de nausea, como si de repente su consciencia hubiera despertado a una pesadilla similar al vértigo que provoca mirar cara a cara un abismo y enfrentarse a la perspectiva de la muerte.
    Cuando le sucedía, solía acurrucarse en el sillón en posición fetal y acariciarse suavemente su cuero cabelludo, llorando hasta que se dormía.
    Hacía meses que no le ocurría, pero de algún modo sabía que la angustia estaba allí, al acecho de algún momento de debilidad para venir a atormentarle.

    “Cuando tenga una mascota nunca más volveré a sentirme solo”

    La visión de un homínido defecando junto a un árbol lo extrajo de sus pensamientos.
    Miró el reloj y se dio cuenta de que estaba a punto de anochecer.
    Seguía mostrándose reticente a volver a su apartamento así que decidió cenar fuera.
    Aún sentía cierto malestar en el estómago y no tenía mucho apetito. Finalmente se decantó por comer algo ligero en uno de los restaurantes de sobras del centro.
    Cuando finalizó su cena, ya era bien entrada la noche. Aún así no sentía somnolencia y se resistía a volver a la rutina de su hogar.
    Hoy la soledad le pesaba más de lo habitual, necesitaba abstraerse de su vida, de su ser.
    Y cuando este sentimiento le invadía, buscaba compulsivamente un cine y se sentaba a ver cualquier película, sin importar la temática. Lo importante era no pensar, olvidarse de sí mismo. Tenía un efecto narcotizante sobre él. Durante dos horas estaba en paz consigo mismo y la vida parecía cobrar algún sentido.
    Esa noche vio una filmación antigua, de antes de la Época de Carestía. Trataba sobre un tipo que había nacido con un cierto retraso mental que le convertía en el objeto de burla de sus semejantes. A pesar de ello, contra todo pronóstico, lograba sobreponerse a sus limitaciones y vivía una vida plena y gratificante, rodeado de gente que lo quería.
    Sin duda era una película emocionante, mucha gente lloró en el cine.
    Al embocar la salida Luke sintió cierto alivio en el pecho y caminó a casa pensando en el film.
    Hoy dormiría bien.
     
    #1
    Última modificación: 15 de Enero de 2022

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