Solo queda soñar

Soñar el sueño no es algo esencialmente difícil.
Aunque se necesita paciencia, y un poco de mentira, y más paciencia.

Vivir el sueño, resulta mucho más difícil, porque entonces el sueño ya no es sueño,
es realidad, y la realidad siempre resulta mucho menos romántica. Mucho menos.

Vivir sin sueño por otro lado es muy triste, porque los días se vuelven opacos y las noches se hacen largas. Y aquellas pequeñas emociones que deberían ser complementarias pasan a ocupar el plano principal, y por supuesto, no son suficientes.

Ahora bien, soñar el sueño es en esencia bastante fácil, lo difícil es encontrar aquel sueño, aquel que merezca ser soñado. Y la búsqueda, ah, la búsqueda puede ser dulce, y amarga, cargada de desesperación, tristeza. Y de alguna manera todos nos encontramos allí, en la búsqueda.

Por eso, esta mañana cuando reíste, con esa risa tan particular que tenés, con esa desalineada mueca que haces cuando soltás la carcajada, ese entrecerrar los ojos y torcer los labios, eso. Cuando hiciste eso, mi corazón dejó de latir un momento, y luego se apuró a correr desbocado. Y yo que soy muy amigo de mi corazón, entendí lo que quiso decirme. Me insinuó muy disimuladamente que vos eras el sueño, el sueño que yo quiero soñar.

Y bueno, el sueño no es difícil de soñar, ahora vos… vos, sos otra historia.