Solo un segundo

Solo un segundo. Solo un segundo y demostrar que nada es cierto. Ni mentira. Que si los ángeles no tienen sexo es porque un perro se lo arrancó. Y ya no tienen miedo de salir a buscar lágrimas en la sangre de la gente que deambula con mirada asesina en las capillas de san Saturnino y san Agustín. Llevan años ya teniendo poco o nada que llevarse a los labios. Quejarse de vicio es la clave, reprimidos que dicen de mí y no saben que su mierda huele igual. Aguantar en esto es ya una penitencia que dura ya ocho años y medio, y no va a parar porque mi amigo de la infancia se lo diga, ni porque mi padre lo intente matar. Los vecinos de los enterrados, siguen atentos las noticias desde Japón, pero no las del hombre que ha explotado y ha aterrizado ileso en un triple salto mortal. Solo un puñado de deshechos se atreverían a afirmar que la solución es devorar los días que el cielo nos da sin masticar, y hasta inyectarnos en vena las patadas de los chicos a sus cabezas, aturdidas y derretidas, que no saben que ganar siempre es perder, y que perder es acabar encerrado en la jaula de los malos. Juntarlo todo y acabar con ello en un solo segundo. Descuartizar el miedo de seguir, arruinar el silencio que devora el momento. Soñar con todo aquello que siempre has soñado. Puede que hasta se cumpla y acabes pensando en las hostias que los amigos sucios desalmados recibieron de sus padres, de sus novias, de la sociedad, o del último mono que quedaba sobre sus piernas sangrantes y expectantes al más mínimo tambaleo de sus nuevas víctimas, que no iban más que a por una barra de pan en el momento indicado y en un triste final que no acabó como esperabas, sino que acabó con la salvación eterna de quien lo vivió, acostumbrado a no ser más que una lata que patean esos queridos malos en el suelo de los pobres, y que desconocía que ser salvado no era necesariamente eso que todos pensamos, sino algo tan sencillo o más que saber sumar dos y dos y que te dé cinco, y que esa sea la respuesta correcta. Todo aquello sucedió en un solo segundo, e incluso dio tiempo a rectificar y decir que nada de esto servía para nada más que para pensar que no pierdes el tiempo solo en lo de siempre, sino también te inventas nuevas formas de tirar tu vida, que al fin y al cabo es lo más bonito que se puede hacer.