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Sucesos increíbles

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Sigifredo Silva Rodríguez, 21 de Abril de 2021. Respuestas: 2 | Visitas: 496

  1. Sigifredo Silva Rodríguez

    Sigifredo Silva Rodríguez Poeta adicto al portal

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    Hombre
    Capítulo 1

    Comienza a levantarse el día en el árido y polvoriento pueblo; el sol por el oriente asoma su gran estructura con todo su poder de calentamiento, de energía y de fuerza lumínica intentando transmitirle su vigor a la gente que empieza a desperezarse con pesadez y desgano para iniciar sus labores cotidianas.

    El poblacho, abandonado a su suerte por las autoridades estatales, sin alumbrado eléctrico, ni acueducto ni servicios sanitarios, está habitado por indígenas, negros, mestizos y alguna que otra familia de origen español que consiguen su diario sustento a fuerza de labrar la tierra unos, mientras que otros trabajan como peones, con salarios de miseria, en las minas de carbón, explotadas por multinacionales, minas que se encuentran a unos cuantos kilómetros del pueblo.

    Ese día, como de costumbre, Pedro se levantó temprano, se medio duchó con un balde de agua que se extrae de un pozo; acto seguido, tomó el desayuno, consistente en una taza de chocolate, sin leche, con dos arepitas de maíz, luego les dio un beso a sus dos hijos que aún dormían, se despidió de su mujer y tomó el camino de costumbre para ir a laborar en las minas sin tener ni la más remota idea de lo que le iba a suceder ese día, situación que cambiaría totalmente su existencia.

    En las afueras del pueblo se encontró con Lázaro, amigo de toda la vida, que desde unos cinco años trabajaban en la misma sección de la mina como peones, por lo que siempre se encontraban en el mismo sitio para recorrer el camino hacia el trabajo; eran unos 8 kilómetros lo que separaban el pueblo de las minas.

    Capítulo 2

    El día fue especialmente canicular, el aire era sofocante, los árboles con sus hojas como cansadas se descolgaban de las ramas, las aves carroñeras volaban en busca de algún animal muerto; las cabras, las aves y los pájaros buscaban refugio para evadir los efectos del Astro Rey.

    A las cinco de la tarde los trabajadores de la mina terminan su labor; la jornada fue agobiante y además muy agitada, de mucha zozobra por un derrumbe que se produjo en uno de los socavones de la mina lo que ocasionó la muerte instantánea de varios obreros y la desaparición de otra decena; el derrumbe se produjo en la sección en la que trabajan Pedro y Lázaro, pero que para fortuna de ellos y de sus familiares el accidente no les ocasionó daño físico alguno, mas sí, daño interior por la magnitud, destrozo y muertes que el derrumbe ocasionó.

    Los trabajadores salieron en grupo, como habitualmente lo hacían en la que conversan de cosas triviales pero en esta ocasión la conversación se centró en el doloroso incidente acaecido en la mina; unos decían que el accidente se debió a la imprudencia de unos obreros, otros aseguraban que fue por causa de una mala orden dada por uno de los capataces; en fin, fue una larga discusión en la que no se ponían de acuerdo, como suele suceder en esta clase de trágicos accidentes.

    A lo largo del camino el grupo se fue dispersando; al final solo quedaron los dos amigos: Pedro y Lázaro, que vivían en el propio pueblo. Los dos amigos iban discutiendo sobre los pormenores del accidente y el gran esfuerzo que les tocó hacer para rescatar con vida a alguno de sus compañeros.

    En un cierto momento Pedro miró a su alrededor y se le hizo extraño el paisaje, era una vista totalmente diferente a la habitual, le hizo la observación a Lázaro y este también quedo extrañado con el panorama que se les presentaba a la vista, nada que ver con el sendero que rigurosamente tomaban todas las tardes para volver a casa; concluyeron que debido a la discusión que llevaban no se dieron cuenta en qué momento tomaron un camino diferente al habitual. Pedro opinaba que deberían dar marcha atrás, mientras que Lázaro consideraba que deberían seguir hacia adelante; como no se ponían de acuerdo que dirección tomar resolvieron preguntarle a alguien que estuviese por ahí.

    Lo cierto es que los dos hombres eran muy conocedores de la región, habían vivido en ella toda su vida, la conocían palmo a palmo y lo que estaban viendo era totalmente desconocido para ellos.

    En un cierto instante Lázaro divisa una construcción a unos cientos de metros del lugar en donde se encontraban por lo que resuelven ir hasta allá para ver si alguien los podía orientar.

    A medida que se van acercando observan que efectivamente es una sólida y moderna construcción, es como especie de un motel a la vera del camino; mas, este no era un camino, sino una vía bien delineada, bien proyectada, bien diseñada. Todo lo que se les presentaba a la vista eran como cosas de locos, jamás visto por ellos. En todo caso, se acercaron al lugar, vieron que era una tienda bien surtida y además era un sitio de hospedaje. Entraron, todo estaba muy bien iluminado, habían toda clase de galguerías; comidas rápidas e incluso habían varias mesas de billar. Como no se encontraba nadie dentro del sitio, se acercaron al mostrador y tocaron el timbre que estaba encima de este y una voz en el fondo, ronca y profunda, les dijo: “ya voy”.

    Capítulo 3

    Pasados varios minutos y en vista de que nadie salía a atenderlos Pedro comenzó a inquietarse un poco; empezó a recorrer el salón, estuvo en las mesas de billar, habían seis exactamente, estaban impecablemente limpias, como que si jamás las hubiesen utilizado, el piso se encontraba pulcro, sin suciedad alguna; Pedro, que era muy observador, todo aquello le llamó la atención.

    Otra cosa que resaltó es que no habiendo alumbrado eléctrico en la región, ni que en el lugar se oyese el ruido de alguna planta eléctrica, el sitio tuviera un excelente alumbrado. Lo que sí notó es que las paredes tenían como especie de paneles solares, algo imposible de encontrar en la región debido al atraso y abandono en que se encontraba la zona.

    En vista de todas estas como incongruencias en el tiempo y en el espacio se precipitó hacia la puerta de salida llamando a Lázaro para que salieran rápidamente del lugar, él lo encontraba totalmente atípico; Lázaro no lo escuchó o no le hizo caso.

    Estando Pedro afuera de la edificación vio que la zona era ya normal, era la región que había visto y andado toda su vida; estaba feliz porque ahora sí se sentía en su mundo, en su región, en su entorno; se giró para decirle a Lázaro que saliera de la tienda que ya estaban en su zona, que por fin ya sabía en donde se encontraban, pero para sorpresa de él la edificación había desaparecido y con ella había desaparecido su amigo Lázaro.

    Desesperadamente lo buscó por todas partes, lo llamó, le imploró que saliera, pero nada, era como si se lo hubiese tragado la tierra. Pasada una media hora de infructuosa búsqueda, abatido y desconsolado resolvió dirigirse a su casa.

    Capítulo 4

    El pueblo estaba como en penumbras, eran ya pasadas las siete de la tarde; en ciertas casas colgaban de las ventanas lámparas de gasolina y en otras se valían de velas. La casa donde vivía Pedro se encontraba al otro extremo del pueblo, por lo que le tocaba cruzarlo totalmente; pasar por el parquecito central en el que se encontraba la iglesia, a donde se dirigió para pedirle al Señor por su amigo e inmediatamente se fue para su casa sin hablar con nadie. En casa no le comentó a su mujer de la desaparición de Lázaro, solo le habló del accidente que había ocurrido en la mina y el gran trabajo que le tocó realizar para ayudar a sus compañeros.

    A la mañana siguiente, muy temprano, los familiares de Lázaro desesperados fueron a su casa para preguntarle por él a lo que Pedro les dijo que no sabía nada; no quiso contarles la historia, ¿quién le iba a creer semejante disparate? Lo que les dijo fue que antes de entrar al pueblo Lázaro se despidió de él dizque porque tenía que hacer algo urgente en el pueblo contiguo. Los familiares no le creyeron su historia por lo que acudieron a las autoridades para poner la denuncia de la desaparición de su familiar; estas procedieron inmediatamente a hacer las averiguaciones pertinentes.

    Citaron a Pedro para que en una declaración libre y espontánea dijera lo que sabía sobre el caso de su amigo Lázaro. Pedro contó exactamente lo mismo que le había dicho a los familiares. Las autoridades no quedaron muy conforme con su versión por lo que días más tarde fue nuevamente citado, pero en esta ocasión fue introducido a un cuarto herméticamente cerrado y a prueba de ruido, donde comenzaron a interrogarlo dos detectives especializados en hacer hablar hasta a las piedras; después de unas cuantas caricias bastante convincentes de parte de los dos insignes representantes del orden establecido y de la democracia, Pedro con el rostro descompuesto a consecuencia de los choques eléctricos en sus órganos genitales y el sumergimiento de su cabeza en un estanque de agua hasta casi la asfixia dijo lo que había sucedido. Los dos detectives riéndose hasta morir le dijeron que era mejor que les contara una historia del viejo oeste. Le advirtieron que se preparara ya que lo que le venía encima iba a ser muy duro. Pedro quedó en detención preventiva.

    Una brigada mixtas de civiles y de policías se formó para tratar de dar con el paradero de Lázaro fuese vivo o muerto; todo apuntaba a la teoría del homicidio de parte de Pedro a consecuencia de una vieja pugna que los dos amigos habían tenido años atrás.

    El grupo de hombres, con perros adiestrados, comenzó a escudriñar toda la región. Los hombres recorrieron centímetro a centímetro la zona; montaron colinas, cerros, ríos y cañadas sin resultados positivos; averiguaron en los pueblos aledaños. Después de un mes de intensa búsqueda la dieron por terminada ya que no encontraron indicio alguno del cuerpo ni del paradero de Lázaro.

    La audiencia pública en el proceso contra Pedro comenzó unos meses después de la desaparición de Lázaro; el pueblo estaba exacerbado, furioso y deseaba a toda costa que se hiciera justicia; que el crimen, si es que lo ha habido, debería ser castigado de manera ejemplarizante; todo indicaba que Pedro era el homicida.

    El veredicto de los jueces, cuatro meses más tarde, fue unánime: “CULPABLE”.

    Pedro fue conducido a una celda de máxima seguridad donde debería pasar sus próximos 24 años sin ninguna posibilidad de excarcelación.

    Capítulo 5

    Pasados los años y ya en tiempo de cumplir Pedro su condena de 24 años, llegó, por casualidad, al pueblo un afamado hombre en asuntos paranormales.

    Los medios informativos de la región aprovechando su presencia le solicitaron una especie de rueda de prensa a la que el hombre, llamado Francisco, accedió sin ningún protocolo. Lo bombardearon con toda clase de preguntas hasta que alguien le interrogó que si por casualidad había oído hablar de la historia por la cual un hombre en esa población había sido condenado a una pena inusual de 24 años. Mas, el sentenciado por ese supuesto crimen siempre ha jurado de su inocencia; siempre ha afirmado que él no es culpable de la desaparición de su amigo. Francisco, el personaje especializado en cuestiones paranormales, dijo de no estar enterado del asunto y dio por concluida la entrevista.

    Estando nuestro personaje descansando, después de un suculento almuerzo típico de la región, en una modesta residencia en el centro del pueblo, al lado de la iglesia, se le vino a la cabeza la historia que le habían acabado de contar unas horas antes en esa especie de rueda de prensa.

    Después de haber hecho la siesta Francisco se dirige a la cárcel en donde se encuentra recluido Pedro para solicitarle a las autoridades correspondientes una audiencia con el reo. El director del presidio haciendo una excepción por tratarse de un ilustre visitante permitió la entrevista siempre y cuando que el presidiario aceptara.

    Pedro, hombre ya viejo y enfermo, aceptó ser entrevistado, al fin y al cabo, solo le faltaban unos pocos día para pagar la condena a que fue sentenciado. Francisco escuchó atentamente al preso, quien le detalló de manera pormenorizada lo que había pasado ese día con su amigo Lázaro.

    El hombre después de escucharlo se quedó pensativo y solo le preguntó: ¿se acuerda exactamente el día en que pasaron los hechos? Pedro le dijo que sí, que había sido un 29 de febrero. Ese día de la entrevista por coincidencia era 29 de febrero. El hombre no dijo nada más y se marchó, no sin antes de darle las gracias a Pedro por haberlo recibido.

    Apresurado se dirigió a la alcandía donde se entrevistó con el Burgo Maestre; después de una media hora de discusiones en la que el especialista en esos asuntos paranormales aseguraba que Pedro en todo momento había dicho la verdad; que esos extraños sucesos se presentaban en años bisiestos y que ese día precisamente se cumplía un nuevo ciclo; que eran ciclos repetitivos por lo que era muy probable que al presentarse nuevamente ese evento encontrarían a Lázaro dentro de la edificación, edificación que debería aparecer por ser el sexto ciclo, 24 años, coincidente con los 24 años a que Pedro fue condenado. Finalizada la discusión acordaron reunir un grupo de personas para ir al lugar donde habían sucedido los hechos.

    Francisco fue enfático en decir que al llegar al sitio y al aparecer la edificación, entraran apresurados tomaran a Lázaro y lo sacaran sin dejar que este tuviera el tiempo de reaccionar.

    Todo fue en cuestión de segundos, el grupo llegó al lugar, se les apareció la edificación, entraron y sacaron violentamente a Lázaro; este solo alcanzó a de decir: ¿Qué pasa? ¡Yo no he hecho nada! ¡Solo espero a que me atiendan!

    Estando ya afuera Lázaro miró a todos y preguntó: ¿Quiénes son ustedes? Yo solo estaba esperando que nos atendieran. ¿Dónde está Pedro?

    Asombrosamente en Lázaro no había pasado el tiempo, conservaba la misma frescura de su juventud y no podía creer lo que le contaban. Eso que me cuentan es imposible, dijo tajantemente, hacen apenas unos minutos Pedro y yo estábamos adentro en ese negocio esperando a que nos atendieran.

    ¡Imposible que haya transcurrido tanto tiempo!

    Capítulo 6

    A consecuencia de la aparición de manera extraña de Lázaro, como extraña fue su desaparición, la autoridades regionales encabezada por el alcalde dio la orden de la excarcelación inmediata de Pedro, cuando solo le faltaba una semana para cumplir con su injusta condena de 24 años. A Pedro lo tuvieron que conducir a su casa en silla de ruedas ya que por la pena moral y por todos los vejámenes a que fue sometido le dio un ataca cerebrovascular dejándolo mudo e inválido. Lázaro al verlo en ese estado de postración lloró desconsoladamente; Pedro ni siquiera reconoció a su gran amigo.

    En Lázaro se fue operando una degradación física extraordinaria hasta tal punto que en un par de semanas esa apariencia juvenil que tenía en el momento de su aparición, se tornó en vejez, en decrepitud; su capacidad motriz se vio tan afectada que para movilizarse tuvo que emplear bastones; en dos meses Lázaro moría por el deterioro física y mental que en él se operó en forma vertiginosa.

    Capítulo final

    Comienza a levantarse el día en el árido y polvoriento pueblo; el sol no se asoma en el oriente, lo reemplaza una pertinaz llovizna que vuelve perezoso el lugar; en el firmamento solo se alcanza a ver la silueta de una luna que está con medio rostro oculto, como con pocas ganas de ver el poblado.

    Así discurre el día: lluvioso, con grandes nubes negruzcas; el pueblo se encuentra en penumbras hasta tal punto que en muchas casas tuvieron que hacer uso de lámparas o de velas.

    Comenzando la noche se registró una fuerte bajada de temperatura, nada usual en la región; tanto fue ese bajón de temperatura que la gente tuvo que reforzar su vestimenta para calentarse un poco.

    En casa de Pedro la situación era bastante traumática ya que no disponía de los medios suficientes como para afrontar esas condiciones climáticas; su casa era bastante modesta, sus paredes estaban hechas de barro y de varas de guaduas, especie de caña, de bambú, con techo de zinc.

    Esa noche Pedro se fue a la cama temprano, como de costumbre, pero como cosa rara se quedó dormido casi que instantáneamente cuando él sufría de un fuerte insomnio por lo que pasaba las noches en vela, tal vez el frío que se operó esa noche hizo que se durmiera rápidamente. Por la madrugada se despertó de manera súbita al sentir un calor extraño. Al abrir los ojos vio que por la ventana se filtraba un rayo luminoso, muy brillante pero sin cegar, más bien le producía tranquilidad, sosiego, calma.

    Sorpresivamente dentro de ese haz de luz, placentero, comenzó a vislumbrar una figura, figura que a medida que se iba acercando empezaba a tomar más forma; cuando esa silueta quedó más al alcance de su área focal vio nítidamente que era la imagen de su amigo Lázaro, quien con una amplia sonrisa y extendiéndole las manos lo invitó a que se le acercara; Pedro que había perdido la voz, milagrosamente la recobró en ese momento y dijo: “Lázaro”, expirando al instante.

    Sigifredo Silva R.
     
    #1
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Fantástico y bien redactado relato el que nos compartes, amigo Sigifredo, aunque observo un gran desparejamiento en los horarios que transcurren pues si hubo tal derrumbamiento y tuvieron que ayudar en el rescate no pudo hacerse dentro del tiempo que presenta tu relato.

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    #2
  3. Sigifredo Silva Rodríguez

    Sigifredo Silva Rodríguez Poeta adicto al portal

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    Gracias amigo Maramin por tu comentario. Respecto a la observación que haces creo que ese episodio tiene poco relevancia en el contexto, más bien forma parte de los adornos del relato, aunque se podría hacer algún cambio en ese punto.
    Suerte.
     
    #3

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