Sueños o realidades

La muerte sangra, sus dominios sonrientes reciben los desencantos de placeres suicidas, de ilusiones pálidas, de quebrantos desenfrenados. Candelabros sombríos cuelgan de la mansión de la desesperanza, del bullicio, de la desesperación. Las mortajas vuelan en espera de cuerpos deprimentes, de mortales arrastrados a turbios sentimientos paralizados. Por los surcos de sus pieles destila la lava ardiente, condenados a gemidos eternos, los rayos de la luna queman sus córneas. La oscuridad se carcajea ante llantos helados y calcinados, las sombras malignas vagan entre las dulces tragedias alimentando así su infinito abismo.
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La muerte danza y me toma entre sus brazos me muestra el horror de su cielo infernal, arrancando mis alas alborozadas, destrozando mi aureola de mariposas y oscureciendo mi aura con su fatídica niebla. Me rocía de su perfume con aroma a azufre. Se abre camino lentamente hacia mi corazón, mi cuerpo sufre y se debilita, llega a mi núcleo, lo acaricia delicadamente, me ve, sonríe y dulcemente me susurra al oído —¡Esto, es mío! —. Lo extirpa lacerando mi cuerpo, desfallezco a sus pies. Eufórica la muerte se inclina hacia mí y nuevamente con un susurro tierno me dice: —Ya todo listo está, solo falta que lo hagas y vengas a mi lado—. ¡Oh, despierto! Todo fue un sueño maligno. Volteo a la izquierda y veo mi despertador, son las 03:33 am. ¡Suspiro! Volteo a mi derecha y en mi buro, está una carta que dice:
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“Perdón, por no ser fuerte, por no saber tomar decisiones para mi bien y para los míos. Perdón por ser una carga en sus lomos. Perdón por languidecer mis sueños, por ser solo una piltrafa en este camino de felicidad. Perdón por permitir que los tiburones y la oscuridad terminaran con mis deseos de vivir. ¡Terrible ha sido el manto de mis mustias emociones! Perdón por no cerrar mis párpados antes, por la anémica áncora de mi alma. Mis inadvertidos traspiés atemorizan a las flores de mi jardín, marchitando todo mi ser. Perdón, por haber muerto desde hace muchos años y seguir estando viva. En mis lágrimas solo naufragan pesares y cobardía. He ardido en mi soledad y en el silencio de mi frustración. Perdón por no haberme convertido en lo que debía ser. Perdón por encerrar a mi ímpetu en una mazmorra en las profundidades de los mares ofuscados. Perdón por haber permitido que caminaran a mi lado en mi despeñadero. Hace muchos años que mis alas fueron arrancadas y mis mariposas destruidas. ¡Perdón, por haber aparecido en sus vidas! ¡Es hora de partir!”.
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Mientras leía esa carta de despedida, mis lágrimas no cesaban, mi dolor era devastador, sentía que moría. Sin darme cuenta, un rayito de luz se asomó por mi ventana, volteé y vi que eran ya las 06:00 am. Suspire profundamente, me tranquilice y me dije: “Todo fue un sueño”. La carta ya no estaba, me levanté de mi cama y al salir por la puerta de mi recámara, todo se oscureció, los sueños y la realidad se entrelazaron. ¡Ramajes dolientes me oprimen! Me pierdo entre ellos.

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Publicar este tema puede ser solo otra pesadilla.
Un beso, Gylma.

 

Abrazos