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Sui Generis.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Venator, 10 de Enero de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 559

  1. Venator

    Venator Poeta recién llegado

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    12 de Junio de 2009
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    Estoy tendido en un ancho sofá de tres cuerpos y la música suena fuerte. Permanezco acostado mirando el techo mientras escucho la voz de Charly y los coros de Nito. Pongo atención a su letra: «me echó del cuarto por no tener profesión… ¿quién me dará un crédito?, sólo sé sonreír». La balada impregna todo el pequeño departamento, casi un cuarto, con todo apelotonado: cocinilla, baño, sala y dormitorio con sofá cama.
    Sus frases se graban en mi mente. Me doy cuenta que esa situación se ajusta mucho a mi vida. ¿Quizás ése podría ser mi destino? Quedarme en algún refugio, aislado del mundo. La cárcel no me gusta, es inhóspita y suele acarrear muchos problemas; para qué hablar de las violaciones. Uff, en realidad, no, esa opción no me sirve ni me gusta; medito distraídamente, mientras sigo el compás con los pies, moviéndolos de un lado hacia otro, imitando el ritmo de la canción.
    ¿Mejor sería un Asilo? No, eso es medio tétrico, entre tanto loco suelto por ahí. Finalmente, concluyo que una Casa de Reposo privada sería lo más conveniente. ¿Pero cómo hago para que lleven allá sin pagar ni un duro? Tendría que hacerme el loco. Pensándolo bien, no es una mala idea, ya que así consigo patente de corso para hacer cualquier cosa que se me venga en ganas, y quedo impune. Sería el sueño del trasgresor ¡Al fin se me ocurre algo provechoso!
    Oigo el timbre…¿Quién podrá ser? No he quedado de verme con nadie. Miro por el ojo de la puerta y veo a Verónica. Luce un vestido de verano, color blanco crudo, que se transparenta totalmente; de seguro que como siempre anda sin sujetador. Se sabe hermosa y le gusta revelarlo a quien quiera verla, eso sí que a la distancia, muy lejos, pues curiosamente es bastante apegada a ciertos formulismos y sólo gusta de un exhibicionismo velado, inalcanzable. Ella es la compañera excelente para un nuevo loco, ya que se alarmará de inmediato ante cambios bruscos de actitudes o trastornos, colijo de inmediato. Dudo en abrir la puerta, ya que la última vez que peleamos fue por nuestra proyección como pareja. Tomo aire y abro la puerta con una actitud tan resuelta que hasta yo me sorprendo de que sea capaz de tal histrionismo.
    ―Hola mi amor, como has estado. Lo siento tanto…,no debí haberme exaltado y dicho aquellas cosas ―dice Verónica junto a mi oído.
    Yo no respondo. Mantengo los labios cerrados apretadamente y la mirada fija en ella, tan sostenida que ella titubea, y luego se asusta.
    ―¿Qué te sucede Guillermo, tienes una mirada muy extraña; nunca te había visto así?
    ― Nada sólo te observo, veo cómo eres en realidad ―digo, aparentando estar furioso.
    ―Guillermo, no me mires así, que me asustas. Estás raro, pareces enajenado. ¡Cálmate, por favor! ―exclama con un tono de voz muy agudo, que connota un chillido de miedo.
    Toda esta escena sucede en el umbral del departamento y, por tanto, luego de un rato tenemos encima de nosotros a una serie de pares de ojos. Otras puertas vecinas apenas se abren, para escudriñar qué sucede. ¡Ésta es la mía!, decido.
    La tomo por la garganta con las dos manos, apretando sólo un poco, sin herirla ni hacerle daño, pero sí para que se asuste de verdad. Asimismo, doy un alarido desaforado:
    ―¡Maldita, arribista, déjame vivir en paz!
    Mientras grito y sigo apretando o, mejor dicho sosteniéndola del cuello, por lo menos diez manos me jalan hacía atrás para que la suelte. De súbito percibo algo duro que golpea mi sien, me atonta y caigo al suelo. Soy aprisionado de cuello, manos y tobillos. Me amarran, dejándome tendido boca abajo. Aúllo como demente, hasta que me amordazan con varios echarpes. Aún así trato de darme vueltas y vueltas. No hay caso, estoy inmovilizado por completo.
    Verónica está muy alterada, no atina a nada, sólo llora y solloza.
    ―Llamemos a la familia ― propone uno de mis vecinos.
    Levantan a Verónica del suelo y le hablan para que llame a su casa y me manden una ambulancia. Ella hace lo que le solicitan los enardecidos vecinos y avisa a su padre, pero sin contarle obviamente lo del apretón de garganta.
    ―Dice que mandara de inmediato a una ambulancia para que lleven a Guillermo a una Casa de Reposo y lo atienda un especialista ―dice Verónica en voz alta.
    Esto lo hace solamente porque supone que ya estamos comprometidos, aunque yo nunca le he gustado mucho. Supiera el viejo que estamos peleados.
    ―Aquí espero. Gracias papá.
    [FONT=Times New Roman]Por algún motivo que yo desconozco Verónica se siente culpable de lo que me está pasando. Sin pensarlo dos veces decido aprovechar esta circunstancia propicia para llevar a cabo mi plan, si es que tengo uno, porque hasta ahora sólo he improvisado, nada más. Si bien, cualquiera que éste sea, ya estoy en ello.[/FONT]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]Llego en ambulancia a la Clínica de Reposo, eufemismo para un manicomio de lujo. Me bajan tomado de ambos brazos. Arribando al Mesón de Recepción, Verónica me anuncia suave y tiernamente:[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Mi amor, no te preocupes que yo me encargaré de todo.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]Forcejeo, pero me llevan a rastras a la pieza, acostándome en una pequeña cama. Sorprendido, me levanto de inmediato y empiezo a correr gritando como trastornado. Dos enfermeros me toman fuertemente y me devuelven en brazos a la pieza, allí colocan una especie de silla de montar arriba de mi pecho, la que me inmoviliza torso y manos. Estoy de espaldas, mirando el techo otra vez, pero sonriendo. Ahora tengo comida asegurada y comodidad futura, pues he visto una piscina y un gimnasio en el patio posterior.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]Luego de un período, donde disfruto de las comodidades de la Clínica, me percato de que no sé cuánto tiempo he permanecido aquí. Supongo que han sido sólo unas pocas semanas, pero debido a que las visitas del doctor son discontinuas he perdido completamente la noción del tiempo. Como no hay periódicos y no permiten las noticias en la televisión, es imposible saber exactamente las fechas. Además, sólo proyectan las películas dispuestas por la Clínica. Esto me inquieta de sobremanera. ¿Qué pasa con Verónica, que ni los domingos viene por aquí? ¿Se habrá cansado de mis permanentes ataques de locura fingida? ¿Habrá hablado con el doctor? ¿Qué le habrá dicho ese tipo? [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]Decidido a dilucidar esta duda, voy al Mesón Recepción donde consulto a la enfermera de turno:[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Me llamo Guillermo. ¿Ha venido la señorita Verónica Marcel a verme? [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―No, hace un mes que nadie ha venido a verlo ―responde la enfermera, con voz neutra y con un tono cortés pero distante, impersonal. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―¿Cómo qué un mes? ―inquiero, ansioso de verdad.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]― Sí, un mes ―ratifica y se alejó.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]¿Qué diablos pasa aquí, cuánto tiempo llevo en este sanatorio? ¿Por qué no habrá venido Verónica? Parece que me dejaron encerrado aquí. Diantre ¿qué voy a hacer ahora?[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Enfermera,… señora― llamo―. Por favor dígame cuándo vendrá mi médico, no lo he visto desde hace días ―pregunto solícito. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Tendría que revisar su ficha y no la tengo, ni estoy autorizada para verla. En todo caso deberá esperar su turno. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―¿Turno?, pero si tengo un médico personal ―replico molesto.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]– No, Guillermo, usted ya no tiene médico personal, ya que pronto lo trasladarán al Hospicio Público ―contesta calmada, pero con un dejo de mordaz satisfacción, al ver mi sorprendida cara. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]¿Qué? , casi me caigo de la impresión. Fue un balde de agua fría. Habría esperado cualquier respuesta menos ésta.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Por favor llame de inmediato a la señorita Marcel ―ordeno seriamente. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―No puedo hacerlo, tengo instrucciones de que usted no hable con nadie de esa familia ―contrarresta, siguiendo con su habitual tono de voz.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Imposible, no, pero….no puede ser. ¿Cómo Verónica, mi novia, me va a hacer esto? ―comento en voz alta, con un tono realmente asustado, pues ya me imagino las consecuencias de aquello. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]Mi beligerancia se esfuma de un santiamén. Resignado, vuelvo a mi habitación para meditar tranquilo acerca de esto. Apenas entro noto algo extraño, mis pocas pertenencias se encuentran dentro de un pequeño maletín.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―¿Estamos listos para partir, Guillermo? ―interroga uno de los enfermeros guardianes.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―¿Y dónde iremos? ―consulto. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Pero si ya te lo dijeron. Te vas para el Hospicio ―responde uno de ellos con una carcajada[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Lo que es yo no voy a ningún lado sin hablar antes con alguien de la familia Marcel, quienes pagan esto ―exclamo, tratando de que mi voz suene lo más firme posible, pero estoy temblando interiormente. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Hace más de dos meses que no paga nadie, así que te vas al Hospicio, que es para indigentes como tú.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]―Ya vamos luego o saldrás en andas…—dice el otro enfermero.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman]
    [SIZE=3][FONT=Times New Roman]Aún sigo en el Asilo Público, no me han dado de alta. Hoy me encuentro tal como finalizan Charly y Nito su canción: «hace cuatro años que estoy aquí, ya no paso frío y soy feliz. Solamente muero los domingos y los lunes ya me siento bien».[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font]
     
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