Suicidio romántico apocalíptico

1, 2, 3, 4, 5 segundos aguantando la respiración y los recuerdos. Silencios bajo agua dulce. Calma. Todo está en calma. El mundo ahí fuera parece menos voraz, menos salvaje, más solidario. Mi cuerpo desnudo se fusiona con el líquido elemento formando una comunión perfecta de higiene y placer. El mundo ahí fuera se desmorona. La vida aquí dentro adquiere al fin un sentido:


Somos estrellas dentro de un inabarcable universo.
Somos piezas secundarias que forman un puzzle perfecto.
Somos peones luchando en una gran guerra mundial.
Somos el amor que un día unió a nuestros padres.


6, 7, 8, 9, 10 segundos aguantando la respiración y los miedos. Tímidos latidos interrumpen el sepulcral silencio. Todavía sigue ahí pese a los golpes y desilusiones que ha sufrido. Lástima. Él solo ansiaba amar de una sola vez, a una sola mujer. Lástima. Seguirá buscando mientras siga latiendo. El mundo ahí fuera se derrumba de pena y lamento. La vida aquí dentro me recuerda que es bella.


Somos las alegrías reídas con nuestros amigos.
Somos las lágrimas lloradas por nuestros antepasados.
Somos el odio heredado por nuestra historia.
Somos el amor regalado sin esperar nada a cambio.


11, 12, 13, 14, 15 segundos aguantando la respiración y la soledad. Bajo el agua dulce que me abraza y me estrangula, mi cuerpo te recuerda. Vuela a instantes donde compartimos agua y jabón, besos y caricias. Hoy el jabón solo limpia mi arrepentimiento y mi conciencia. Hoy los besos y las caricias son regaladas por mi mano derecha. Hoy me duele tu ausencia en mi mundo submarino. La sirenita vendió sus escamas y escapó a mundos de asfalto y polución.


16, 17, 18, 19, 20 segundos aguantando la respiración y la tristeza. Nerviosos latidos interrumpen mi apatía acuática. Aquel corazón calmado, tibio, seguro pide volver a la superficie, al frío invernal, a la puta realidad. El mundo seguirá su rotación y traslación sin preocuparse por mí, mis recuerdos, mis miedos, mi soledad, mi tristeza. Todo seguirá exactamente igual que lo dejé. Nadie me preguntará por este amago de suicidio romántico apocalíptico.


Descorcho el tapón de este fregadero gigante con complejo de bañera. Seco mi cada día más rizado pelo con una toalla gris. Gris es el color de mi presente. Una simbiosis perfecta entre mi blanco pasado y mi negro futuro. El mundo ahí fuera se va a la mierda. La vida aquí dentro empaña el cristal...