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Superhéroe azul

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ANAPLUCHINSKY, 15 de Junio de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 365

  1. ANAPLUCHINSKY

    ANAPLUCHINSKY Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Abril de 2022
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    Mujer
    Alí, era un niño que amaba a los superhéroes. Desde muy chiquito coleccionaba muñecos, juegos, cartas y cualquier otra cosa que contenga este tipo de personajes.
    Él aprovechaba su cumpleaños o alguna ocasión especial para pedir de regalo algún superhéroe nuevo. Sus papás a menudo trataban de convencerlo con otra cosa, pero no lo lograban.
    El niño mientras jugaba soñaba con ser como ellos, tener poderes y así ayudar a las personas cuando lo necesiten.
    Una tarde fue con sus papás al shopping , al pasar por una jugueteria ubicada en aquel lugar, entró y se dirigió hacia la gondola donde se encontraban los superhéroes. Ese, era su paseo favorito.
    Podía pasar largas horas contemplando a sus amigos poderosos. Ese día, mientras los miraba, alguien lo llamó con un chistido.
    ¡Chish, chish…mírame! Le dijo.
    Alí miraba para todos lados, pero no lograba darse cuenta quien lo llamaba. “Alguien me estará haciendo una broma.” Pensaba. Igualmente se quedó intrigado. Ya había pasado un largo rato, fue entonces que su mamá lo llamó para irse. Cuando dio el primer paso para dirigirse a la salida, escuchó nuevamente: “¡Chish, chish!” “Mírame, soy el hombre de hielo.” Esa voz era de un imponente muñeco de traje azul.
    Alí, no podía creer lo que escuchaba, mucho menos lo que veía, se había quedado paralizado ante este superhéroe tan maravilloso e impresionante.
    “¡Tómame en tus brazos!” Le dijo.
    El niño se negó moviendo su cabeza, muy despacito, como tratando que nadie interrumpiera ese mágico y extraordinario momento, se acercó a su caja y le susurró: “Me encantaría llevarte conmigo, pero mis padres no pueden comprarte ahora.”
    El hombre de hielo siguió: “yo no quiero que me lleves, solo tómame en tus manos que necesito decirte algo”.
    Alí le hizo caso, lo tomó y el superhéroe le dijo: “¿Ves mis manos?” Con un gesto el niño afirmó con su cabeza.
    Bueno, continuó el muñeco, si cierro el puño izquierdo, disparo rayos de hielo y si levanto el pulgar derecho, lanzo grandes caudales de agua. Recuerda siempre esto, Ahora puedes irte, concluyó el superhéroe.
    El niño se despidió con tristeza, era muy difícil tener que dejar nuevamente en la góndola, a ese muñeco que sin conocerlo le había enseñado sus poderes.
    Lo miró con lágrimas en los ojos, y fue allí cuando su nuevo amigo le hizo un guiño que lo impulsó a irse tranquilo.
    El paseo con sus papás continuó. Caminaban tranquilamente por el shopping, él no lograba salir de su asombro, cuando de repente se empezaron a escuchar gritos de desesperación, la gente corría para todos lados. Sirenas de bomberos comenzaron a sonar. El fuego se había apoderado del lugar. Las llamas eran cada minuto más difíciles de dominar. Los bomberos no daban abasto. Había mucha gente atrapada.
    Sus padres, aterrados lloraban, la luz se había cortado, todo era oscuridad, solo se veían las llamas naranjas de aquel peligroso fuego.
    Alí estaba muy asustado, tapaba y golpeaba sus oídos sin parar. Cuando en el medio de su desesperación se acordó de aquel superhéroe que lo llamó en la juguetería. Fue así que, con fuerza, cerró el puño izquierdo y con la mano derecha levantó el pulgar.
    Rayos de hielo y grandes chorros de agua comenzaron a salir de sus pequeñas manos. En menos de cinco minutos, el niño logró apagar el fuego.
    En medio de tanta oscuridad y desesperación, nadie pudo darse cuenta de lo ocurrido. Alí tampoco quiso decir ni contar nada, como si de un secreto se tratara entre él y si amigo de hielo.
    Prometió volver por él y desde ese instante comenzó a tachar los días que faltaban para su cumpleaños, el hombre de hielo iba a ser su próximo regalo.
    Su cumpleaños finalmente llegó, se levantó feliz y entusiasmado. Su ansiedad no lo dejó disfrutar del rico desayuno que le habían preparado para homenajearlo, él solo tenía una meta, el reencuentro.
    Pasado el mediodía, con sus papás se dirigió al shopping, que había abierto nuevamente sus puertas hacia muy pocos días, ése viaje de quince minutos se hizo eterno.
    Al llegar corrió hasta la juguetería, sentimientos de emoción, alegría e incertidumbre lo desbordaban. Sin pensarlo fue velozmente a aquella góndola, donde se encontró con una gran variedad de muñecas articuladas, con una impactante belleza que a él poco le importaba.

    Recorrió todo el lugar, y allí, en el fondo, apartados de todos los demás juguetes, se encontraban los superhéroes. En su inocencia de niño pensó: “Los han castigado por no haber hecho nada en el incendio”. Él, igualmente, iba a hacer justicia por su amigo a quien rescataría de ese lugar más frio que sus manos super poderosas.
    Todo se desmoronó cuando no halló por ningún lado al hombre de hielo. Se quedó quieto, casi inmóvil, con la esperanza de escuchar nuevamente su chistido, pero nadade eso ocurrió.
    Su madre, al ver al niño tan desahuciado recurrió a la vendedora quien le confirmó lo que nadie quería escuchar, aquel muñeco había quedado atrapado en el incendio. El fuego había fundido su plástico y la injusticia sus poderes.
    El niño bajó la cabeza y caminó triste entre la gente, mientras apretaba el puño izquierdo y subía el pulgar derecho.
    Su madre intentaba contener a su superhéroe de corazón azul.
    Él, como siempre, solo le devolvería una mirada perdida.
     
    #1

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