Te fuiste.

Te fuiste sin decir nada, sin dejar rastro, tan solo tu sombra que se arrastraba en las paredes de mi habitación.



Al menos me queda tu recuerdo extasiado y tus caricias a mi costado, que alivian la carga de esta soledad.



Con este invierno eterno que dejaste en nuestro hogar, los insectos y arañas son testigos de esta soledad de nunca acabar.



Las flores ya no florecen, pues les falta tu cantar, en el espejo ya no hay nada que me observe descansar, ya no tengo motivación de escribir ni de detenerme a pensar, solo un eco enorme que repite tu nombre me alienta a soñar.

En mis versos te imagino arrepentida queriendo regresar,
y con mis letras imperfectas la silueta de tu piel puedo acariciar.