Te verÉ llegar

te verÉ llegar
infructuosamente te vi partir asÍ como si nada, envanecido e impasible, huyendo de ti mismo, del amor tajante, atiborrado y diÁfano de tu morada, del abrazo envolvente y acorazado de tu madre, del cometido divino de tu estirpe y al final descuidando de soslayo la ingente y manifiesta presencia de dios en tu existencia.

En desbandada y con las alas rotas inexcusablemente escapaste intentando aterrizar en vuelo franco lo volÁtil de tu mente y lo etereo de tu andar, dejando atrÁs toda la fragancia de tu vida, salpicando con angustia las ventanas de tu alma, y al final derrochando oprobios y atizando en derredor, nuestros ya debilitados corazones.

Alli en el confÍn de tu partida se desdibuja sutilmente tu figura, dejando huellas que agilmente se van borrando al vaiven de las cadenas que arrastrandose y en armonÍa acompaÑan la silueta de tu sombra, aquellas que enmudecen y cautivan tu alma, aquellas que adornan la tristeza de tus ojos, intimidan la fortaleza de tu espiritu y recubren la fuerza de tu ser.

Te llevaste inmerecidamente contigo la inigualable descarga de tu risa, el color de tu presencia, y al final solamente nuestras vidas, la paz, el sosiego, la sensatez, el fulgor de la esperanza, el inmediato anhelo de seguirte amando, la mayor parte del fuego del amor, el catalizador natural de un nuevo dia, y el fundamento divino de este hogar.

Se han quedado en nuestras vidas largos momentos de sozobra, interminables noches de dolor, insostenibles instantes de angustia y soledad, un monton de sentimientos desiguales, destellos fugaces de aÑoranza, profundos silencios, encomiables batallas, dolorosas derrotas, laboriosos intentos y al final, piadosas oraciones.

Se perpetua en nuestras vidas un prodigioso y vivaz angelito que anestesia con bondades las heridas, alegra sin temores la fragilidad de cada dia, permanece como fino balsamo arropando con sus alas la frialdad de tu partida y sin querer lamentar tu ausencia es la parte mas hermosa y el regalo mas preciado que nos has dejado como certeza de resureccion.

En la ventana que empaÑada por las lagrimas ha borrado la ultima imagen de este dia, te verÉ llegar maÑana de la mano divina que te dio la luz, acompaÑado de un coro celestial, laureado y estrepitosamente iluminado, sin cadenas ni temores, luciendo fina vestimenta de bondad, proclamando el honor de tu conquista solamente revestido por la gracia del creador.
julieto.