Temor

Miguel tomó la pluma, un papel y escribió:
“Hoy el sentimiento más profundo y fuerte que llevo dentro de mí, me ha susurrado nuevamente. Me cuenta que ha decidido salir al mundo y explotar. Y es justamente, a través de la tinta por donde lo hace, ahora. Tú has creado este sentimiento, tu mirada cálida y tus sencillas manos. Tú embelleces cada parte de mi obscuro paisaje. Tú, la de aquél día que se convirtió en el eterno día. Tú quien creó un vacío en mí, quien alimentó el deseo de superación y el deseo de vivir junto a ti. Quiero tomar tu mano y entrelazar nuestros dedos, fundir nuestros destinos en uno solo. Quiero caminar contigo de la mano en una sola dirección, sin rumbo fijo, ya que tus ojos ni los míos podrán mirar el frente, pues estarán ocupados mirándome a mi y yo a ti. No existirá el recuerdo ni el futuro, porque en tus labios y en los míos se escribe un presente que jamás dejará de serlo, tú en mi y yo en ti”.
Entonces, arrugó el papel, lo mojó con las lágrimas que de sus ojos caían y lo tiró a su papelera, recordando el temor a su rechazo.