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Teorema de pitÁgoras

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por FERNANDO DELTA, 11 de Junio de 2009. Respuestas: 1 | Visitas: 3983

  1. FERNANDO DELTA

    FERNANDO DELTA Poeta recién llegado

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    TEOREMA DE PITÁGORAS


    ¡Ahí vienen los pacos otra vez Vicente! ¡Corre amigo!... ¡corre!...

    La tarde se hizo muy oscura por un momento, debido a ese humo negro que emanaba de los neumáticos encendidos. El grupo se disolvió, y con Vicente, mi amigo, corrimos junto a unos diez estudiantes más a refugiarnos detrás de unas casetas telefónicas, de ese fuerte chorro de agua que emanaba del carro policial, guanaco. Marcela y Andrea se cobijaban tras de mí, otro grupo de cinco estudiantes eran derribados por la fuerza del agua. El carro se alejo y vimos a Claudito botado ahí junto a dos pacos, parecía no respirar, el chorro le había dado de lleno en el pecho. Pronto una ambulancia se lo llevó del lugar.

    * * * * *

    En cierta medida y guardando las proporciones, Vicente y Pitágoras me parecían una sola persona. Para mi amigo, el matemático era como un guía celestial, lo idolatraba y enaltecía su nombre cada vez que podía hacerlo, hablaba en tal forma de él que a veces tenía la sensación de estar justo ahí, frente al filósofo. Todo, absolutamente todo lo que los hombres habían averiguado de la vida de Pitágoras, lo sabía Vicente.

    * * * * *

    Tres amigos de capuchas negras me gritaban algo que no podía entender, el ulular de la sirena del vehículo policial estaba justo frente a nosotros, Marcela corrió con el grupo de tres y los perdí de vista cuando un nuevo chorro de agua los tumbó, Vicente y Andrea seguían junto a mí y dos estudiantes más. Uno de ellos nos instó a correr hacia la vereda del frente. Mientras atravesábamos la calzada, lanzamos las últimas piedras sobre un piquete de pacos y un carro policial que nos seguía zigzagueando sobre la doble avenida.

    * * * * *

    Vegetariano, deportista, matemático y músico ¡Esa es vida!, decía Vicente, mientras escuchaba en su personal stereo algo de Mozart. La música aquieta pasiones y eleva el espíritu a percibir la armonía en todas las cosas. Esta es una de las doctrinas pitagóricas, y mi amigo la cumplía al pie de la letra, pues gozaba al máximo de esos hermosos acordes clásicos.

    * * * * *

    Pronto de hizo de noche, y nos sirvió para parapetarnos detrás de una hilera de vehículos que estaban estacionados. Los dos estudiantes encapuchados corrieron frente al carro policial, una fuerte frenada de este, debido a una turba de unos cincuenta estudiantes que enfrentaron al vehículo y a los pocos pacos que en ese momento se encontraban en el lugar, permitió a los dos estudiantes confundirse en el montón y desparecer entre ellos. Andrea que aun se encontraba junto a mí, me pidió que corriéramos a juntarnos con la turba y ayudar así a enfrentar a un lote de pacos que se bajaban de una micro. Vicente corrió junto a nosotros, estábamos muy mojados y el frió comenzaba a dejarse sentir en nuestros cuerpos.



    * * * * *

    ¡¡Teorema de Pitágoras!!...Le gritaban a Vicente los estudiantes de la Facultad de Física, en especial los del ramo de cálculo y geometría. Licenciatura en Física, estudia mi amigo, y promete un postgrado en los grados de Magíster y Doctor en Ciencias con mención en Astrofísica, yo sigo sus pasos. “Entre los amigos todas las cosas son comunes” decía él, haciendo siempre alusión a palabras del filósofo.

    * * * * *

    La lacrimógena nos asfixiaba, y hacia disolver una vez mas el grupo. Dos estudiantes eran arrastrados hacia la micro policial, en el forcejeo, uno de ellos se zafó del paco, y un grupo de diez de nosotros lo tiramos al interior de nuestra turba. Sentí un fuerte palo sobre mi brazo, no tuve tiempo de pensar en el dolor, ya que estábamos siendo rodeados, ahora solo había que correr. Andrea se cayó ahí frente a mí, la tome del brazo y la llevé conmigo, Vicente y uno de los encapuchados levantaban sus brazos, haciéndonos así seña para que nos protegiéramos junto a ellos.

    * * * * *

    Mi amigo Vicente, es un matemático innato y su juego con los números no deja a nadie impávido. A pesar de lo que los demás conocen de él en el arte de la geometría, la verdad es que Vicente domina esta materia casi a la perfección. Pero él decía, amigo he aquí un pensamiento del sabio “Procura no hacer nada que pueda traer la envidia sobre ti”. Con esto comprendía porque Vicente evitaba sobresalir entre los demás.

    * * * * *

    Se sentían algunos balazos, todo era muy oscuro. Andrea se aferraba a mi brazo, y mientras más me apretaba, el dolor comenzaba a fluir y se estaba haciendo insoportable. Sentí que muchos corrían y gritaban consignas en relación a la protesta. También muchos garabatos se escuchaban hacia los pacos que nos reprimían. Ahora empezaba a sentir cansancio. Vicente y el estudiante encapuchado estaban de pie junto a nosotros, y nos transmitían lo que sucedía. Pronto tendríamos que correr nuevamente y el dolor del brazo aumentaba.

    * * * * *

    Cada vez que Vicente nos hablaba de Pitágoras, nos deleitábamos escuchándolo, nos exponía el teorema con tanta armonía y con ese concepto de lo divino, que todo parecía un juego muy entretenido, desarrollando así algunos ejercicios sobre el mismo. (El cuadrado de la hipotenusa de un triangulo rectángulo es igual a la suma de los cuadrados de los catetos). Mi amigo es hijo de padres separados. Su padre es alemán, y a pesar de la distancia ambos mantienen una fluida comunicación. Su madre es Chilena, pero descendiente de italianos. Cuenta que sus abuelos se radican actualmente en Florencia. Es claro que esta descendencia le da ese aspecto Europeo. Su larga cabellera rubia, sus ojos azules y su gran porte, lo hacen sobresalir, sin querer hacerlo, sobre los demás estudiantes.

    * * * * *

    Uno de tres encapuchados que estaban junto a nosotros, de pronto saco un revólver, y se disponía a enfrentar a los pacos. Esto nos asusto mucho al grupo de estudiantes, y queríamos pronto alejarnos de él, pero justo cuando nos disponíamos a correr, sentimos una serie de balazos, solo atinamos a tirarnos al suelo. Mire al encapuchado, este vació el revólver de seis tiros, y luego lo guardo en una mochila que traía a sus espaldas y corrió del lugar, perdiéndose en la oscuridad. Andrea, Vicente, otros dos estudiantes y yo permanecíamos agazapados, sin saber que hacer, las balas parecían silbar sobre nuestras cabezas.

    * * * * *

    “No cometas nunca una acción vergonzosa, ni con nadie ni a solas. Por encima de todo respétate a ti mismo”. Estas palabras estaban bordadas con hilo amarillo sobre la mochila negra de Vicente. Estos son versos de oro amigo, decía. Y a decir verdad él cumplía a cabalidad con el verso pitagórico, ya que Vicente era de una nobleza digna de destacar, jamás lo he escuchado referirse en mal tono de alguien, es muy respetuoso y exige también respeto mutuo. A pesar de ciertas y acaloradas discusiones en la Facultad, Vicente solo increpaba a un interlocutor presente. Siempre omitía opinar en ausencia de algún causante. Y cuando en la ocasión se le pedía la opinión al respecto, decía siempre rescatando algo de los hermosos versos, “Que nadie, por sus dichos o por sus actos, te conmueva para que digas nada que no sea lo mejor para ti”.

    * * * * *

    Seguían llegando los refuerzos policiales, y nosotros empezamos a reunirnos en pequeños grupos. Los pacos disparaban al aire, con el objeto de amedrentarnos, pero los pequeños grupos de estudiantes muy pronto se reunieron y tomaron nuevamente fuerza, avanzábamos directo a una pared de escudos que hacían los pacos. Yo iba muy adelantado, el brazo me dolía muchísimo, casi no podía ya moverlo, muchas piedras y otros elementos pasaban sobre nosotros e iban a parar directo a los cascos verdes de la policía represora. Ellos esperaron que nos acercáramos mas e iniciaron una avanzada en contra de nuestro grupo, el choque fue muy fuerte y en medio de la humareda y de los gritos en contra de los pacos, pude ver a Andrea corriendo y perseguida por tres de ellos, trate de correr tras de ella, pero el grupo de pacos eran demasiados. Perdí de vista a mi amiga por el momento.

    * * * * *

    En la cafetería o en los parques de la universidad, Vicente nunca se encontraba solo, siempre estaba rodeado de estudiantes, muchos de ellos eran de cursos superiores, Vicente, como orador, siempre encantaba a sus oyentes con esa magia algo esotérica que daba a los números, hablaba de los números perfectos, deficientes y abundantes. Lo que más gustaba era la descripción de los números amigos (cada uno de ellos es igual a la suma de los divisores propios del otro). Muchos de los estudiantes que gustábamos del arte de las matemáticas, gozábamos muchísimo de su compañía. Así, sin intención ninguna, Vicente se nos transformaba en un verdadero maestro y filosofo.

    * * * * *

    El humo contaminado de los neumáticos encendidos casi me ahogaba, pero era difícil moverse del lugar, la micro de los pacos estaba muy cerca y rodeada de muchos de ellos. Esperamos alrededor de quince minutos, tras los cuales la micro empezó a moverse, así pudimos salir y correr y unirnos a un pequeño grupo que se encontraba en la puerta de la universidad. Entre estos estudiantes pude nuevamente ver a Andrea, estaba muy afectada por ese humo negro, pero me dio mucha alegría de volverla a ver, pero mi sorpresa fue aun mayor, cuando también aparecieron junto a mí, Vicente y Marcela. Por fin nuestro pequeño grupo estaba nuevamente unido a otros cien estudiantes, que esperábamos instrucciones para defender a como diera lugar esas cenefas con las consignas de protesta que habíamos colgado en las afueras del establecimiento, y que ahora los pacos tratarían de sacar. Pude distinguir al líder que daba las instrucciones, curiosamente era el mismo encapuchado que había hecho uso de un revólver, pude distinguirlo perfectamente por las dos insignias del Che Guevara, que llevaba pegada sobre su gorro negro de lana. Ahí supe que la cosa empezaría a tomar ribetes mucho más serios, de lo que había sido hasta ese momento.

    * * * * *

    Muchos peldaños más abajo, en relación a una cierta escala de valores, se consideraba y catalogaba a sí mismo Vicente del filósofo y matemático. Como un pitagórico solía hablar del maestro, considerándolo como un interrogador del Cosmos e instaurador de un estilo de vida, como sabio y profeta, así como un gran conversador y amante del silencio reflexivo, un místico, filósofo y teólogo. Vicente parecía amar los números, y siempre se basaba en los cuatro conceptos que tenían los pitagóricos para comprender esta gran armonía numérica, Filosofía, Ciencia, Matemáticas y Religión.

    * * * * *

    Dos fuertes explosiones se dejaron sentir por los alrededores, la tensión entre los estudiantes pareció aumentar. Los pacos intentaron acercarse a las puertas de la universidad, y comenzaron a ser reprimidos por varios encapuchados que lanzaban bombas incendiarias, ninguno de los que lanzaban las bombas fue detenido. Solo dos mujeres estudiantes fueron llevadas tras el primer acercamiento del grupo de pacos. No se si ese grupo de encapuchados eran en verdad estudiantes, solo sé, que esa violencia que actuaban y enfrentaban a la fuerza policial, era tal, que los pacos retrocedían al verse enfrentados a ellos, casi todos con las bombas incendiarias en sus manos, listas a ser lanzadas. Nuevamente se escucharon muchos balazos, ahora no se exactamente de donde venían, solo se podían escuchar. Andrea y Marcela seguían a mi lado, solo Vicente se había confundido entre los demás estudiantes. El dolor de mi brazo casi no me permitía incorporarme. En el momento me hubiese gustado ser más activo, pero el dolor era más fuerte, sentía que se me había hinchado el antebrazo y la mano.

    * * * * *

    “Haz tu mejor amigo a quien sobresalga por sus virtudes”. Así se componía uno de los versos pitagóricos. Siempre me había preguntado porque Vicente me había elegido como su mejor amigo, y un día se lo pregunte. El me dijo que todos los hombres de alguna manera, son virtuosos, y que en algún momento de nuestras vidas, esas virtudes serán demostradas con hechos. Que solo otros pueden ver en los demás, lo que uno no puede ver en sí mismo. Yo sí sabía porque había elegido como amigo a Vicente, sus virtudes estaban siempre muy a la vista. En cierta ocasión sostuvo un acalorado diálogo matemático con un profesor, esta discusión fue expresada y sostenida con muy sólidas conjeturas por parte de Vicente, que finalmente el profesor dio por aceptado y terminado el debate en favor de mi amigo. Ahí recordé una frase célebre de Pitágoras “Entre dos hombres iguales en fuerza, el más fuerte es el que tiene razón”.

    * * * * *

    Andrea se saco una pañoleta que llevaba en su cabeza y sostuvo mi brazo con ella y luego la unió con un fuerte nudo por detrás de mi cuello. Así pude incorporarme, y me acerque un poco más al lugar del conflicto. Definitivamente el humo producido por los neumáticos encendidos había oscurecido casi absolutamente el ambiente, apenas se distinguían las luces rojas de las balizas en los vehículos policiales. El olor a parafina producido por las bombas incendiarias se mezclaba con el olor a neumáticos quemados, haciendo muy desagradable y dificultoso poder respirar. No se como se habían abastecido nuevamente los estudiantes de tantos elementos para atacar a los pacos, pero muchos proyectiles de diferentes especies eran lanzados sobre ellos, mientras estos seguían respondiendo con balazos al aire, y con el constante chorro de agua del guanaco. Andrea y Marcela participaban activamente en los hechos, a Vicente no lo pude ver entre la turba de estudiantes. De pronto una nueva y fuerte explosión se dejo sentir, quede con los tímpanos muy adoloridos y por un momento solo escuchaba un pito suave, pronto mis oídos se normalizaron, y seguí escuchando los gritos de los estudiantes, pensé por momentos que eran relacionadas con la protesta, pero vi que todos corrían hacia el sector sur de la universidad. Pude ver mucho humo y algo de fuego en el lugar.

    Pronto me acerque al lugar, y muy cerca al cuerpo de otra estudiante que estaba en el suelo, pude observar también el de mi amigo Vicente. Una esquirla, derivada de la explosión, había atravesado su frente y sangraba muchísimo. Andrea y Marcela gritaban desesperadas, yo quedé casi sin aliento, pues mi corazón saltaba mucho, debido al miedo y a la angustia, me acerque a mi amigo Vicente, pude observar que aun respiraba y quise pedir ayuda de inmediato, pero él se aferro a mi mano y luego me miro, sabia que mi amigo estaba muriendo, pues a su alrededor había mucha sangre. Me murmuraba algo, y acerque mi oído a su boca para poder escucharlo, me pidió que tomara algo que tenia por debajo de la solapa de su chaqueta de mezclilla, hice lo que me pedía, y saque de ahí una hermosa piocha metálica bañada en oro, era un pentágono rodeado de muchas esferas, con una estrella de cinco puntas en el centro. Por detrás de esta había la siguiente inscripción “Hermandad Pitagórica”, la tome en mis manos y él me pidió que la conservara siempre, mis lágrimas empezaban a fluir muy rápido. El humo denso de la lacrimógena hacía que se confundieran mis verdaderas lágrimas de dolor, y se mezclaran con esa mugre que permanecía en el aire. Mi amigo Vicente murió en el lugar, Marcela y Andrea estaban junto a mí, pronto nos vimos rodeados de muchas botas negras, eran los pacos, nos tomaron detenidos y en medio del dolor y el llanto fuimos conducidos a una micro policial. Mas tarde, fui conducido en calidad de detenido a un hospital.



    * * * * *

    Posteriormente, lo único que supe de mi amigo Vicente, fue que lo sacaron del lugar y lo trasladaron a una morgue. En otro momento, sus restos fueron reclamados por sus familiares y trasladados a algún lugar del sur de Chile. En la Facultad, su ausencia es muy notoria. Solo el recuerdo de este pitagórico, sabio, filósofo y amigo nos queda hoy. De vez en cuando observo la hermosa piocha. Seguro que Vicente y su alma han ascendido a través de sus famosas esferas al lado de ese gran maestro, a merced de las matemáticas, que tanto veneraba, como buen pitagórico.



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    Fernando Delta
     
    #1
  2. ferdorta

    ferdorta Poeta reconocido en el portal.

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    ... simplemente me gustó!... el contrapunto de situaciones mantiene la atención y, cuando ya vas por la mitad... aunque la pierdas... te pica la curiosidad de saber como termina. Buen relato... interesante estilo... Para seguir leyéndote... 5 estrellas.

    ferdorta
     
    #2

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