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Teoría sobre las picaduras de mosquitos.

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por jaimenavecilla, 24 de Septiembre de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 888

  1. jaimenavecilla

    jaimenavecilla Poeta recién llegado

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    A nadie se le ocurriría pensar en algún momento que la solución a este problema sea tan fácil, igualmente, esto puede o no funcionar dependiendo de la predisposición que cada uno tenga a la hora de sentir el suave beso de una picadura de mosquito.
    Empecemos mencionando, desde el punto de vista de la naturaleza, ellos están para dejarnos ronchas rojas en nuestra piel, es pura selección natural. Pero creo nuestra mente ha evolucionado, como todo, simplemente crece. Los niños recién nacidos, son un claro ejemplo de evolución, auguro que debe ser impresionante ver a una persona que crece 0,2 cm cada vez que abre los ojos. Los arboles para dar el ejemplo mas verde posible, como crecen, hasta en la tristeza que carga un sauce llorón con sus ramas mirando el suelo, esos gigantes crecen hasta 20 metros.
    Entonces, no sería nada raro que nuestro cuerpo entero tenga de por si, la habilidad de repeler cualquier insecto con sed de sangre (suena siniestro) que intente dejar su marca en nuestro preciado templo; He aquí algunas instrucciones para dejar de lado horas y horas que perdemos de nuestra vida evitando semejante karma volador: Primero, hay que posicionar nuestros pies de una forma casi totalmente vertical, con el único fin de hacer que una menor porción de nuestro cuerpo este conectada a tierra. Otra opción para con el mismo fin consiste en estar viviendo un momento en especial en el que puedas despegar (Aclaro, el gran nemesis del odio; en cualquiera de sus formatos), no voy a dar mas ejemplos, todos sabemos cuales son, y si no es así, usen su imaginación.
    Cuando hallamos perfeccionado la desconexion a tierra lo suficiente (tranquilo, usted se dará cuenta, cuando “cuando”, sea ese cuando), es momento de pasar al segundo paso, este es, como todo los “segundos”, un poco mas fácil de barajar. Es entonces lo que sigue al principio, es la verdadera condición del todo, la libertad mas pura que se puede encontrar; el instante siguiente en el que uno supera los temores de la primera vez, así de importante es este paso, fíjense como lo mas sencillo se convierte en lo vital, esto cubre todos los demás aspectos de nuestro mundo.
    Ahora, en fin, lo segundo, la forma mas fácil de poner en práctica esta estrategia es hundiéndose en lo mas profundo de su mirada mientras contempla atribulado su rostro en el espejo, trazando con su mirada una linea recta dirigida hacia el principio de su nariz, prestando atención a su leve respiración, contando las inhalaciones que son lo único que sirven; debe usted tener cuidado con contar alguna exhalación, después de todo, en estos casos no vale la pena lo que huye de nosotros, solo se va, se va.
    Pero como dije antes, esto es solo una práctica, son pocas las ocasiones en las que uno de estos diablos con pico nos molesta mientras nos miramos en el espejo del baño, de nuestra habitación, de nuestro living con sillones de roble de un bisabuelo fallecido. Justamente por eso, hay que llevar nuestro experimento a la acción, al verde de los jardines de la pampa húmeda, al sol que florece, a la luna que se esconde. Pero eso será luego, cuando después del tercer y último paso estemos por fin listos para batallar esta guerra.
    Es el fin de nuestra lección, y agradezco en gran parte que este sea un final feliz (No para los mosquitos). No voy a hablar demasiado de los finales, ya los hemos visto en las películas americanas, en las pésimas novelas argentinas, en el ultimo trago de la botella de Quilmes.
    Simplemente hay que tener en cuenta un simple factor, ustedes pueden llamarlo como quieran, hay quienes lo denominan como “fe”, otros como “dios”, en mi caso, opto por darle el nombre que siento, lo llamo “energía”. Este factor, para explicarlo de una forma sencilla, es el externo, el que no depende de nosotros, aunque nosotros si dependemos de el. Podemos practicarlo dejando por toda nuestra casa objetos al azar para luego buscarlos sin saber con exactitud donde están, pero buscándolos en fin, es esa búsqueda, es esa confianza en que están allí, debajo del mismo techo que usted, lo difícil se torna en encontrarlos. Pero uno se sumerge en su memoria por un intervalo de tiempo tan largo, haciendo esta tediosa acción, que nos lleva tanto esfuerzo, el recuerdo, nadie quiere verse allí parado, teniendo siempre, siempre, el mismo resultado sin las mismas variantes ¿No?
    Y allí estamos, es sorprendente, el mero hecho de creer en algo nos hace, sin dudas, superhombres1..
    Es hora de llevar nuestra cauta y sorprendente aventura en el acto de este aprendizaje a la practica, como bien mencionamos anteriormente.
    Salimos de nuestra casa, observamos nuestro entorno; no es obstante si el día esta negro, esta gris, esta fresco, si sabemos lo que hacemos, nuestra teoría funcionará.
    Nos vamos a sentar en una parcela de verde, sin miedo, pero sabiendo que vamos a ser sometidos por estas criaturas, paciencia, no tardaran en acudir al festín de sangre.
    Es hora de encontrar el momento, en el que nuestro cuerpo se encuentre en total sintonía con el espacio que nos rodea, con pupilas dilatadas, hasta que en un momento, allí están.
    Es hora de dar vida a todo lo que con tanto esmero y nostalgia practicamos. Tendremos entonces que pararnos en una forma vertical para comenzar la desconexión a tierra. Concentrados, sintiendo que poco a poco algo irrelevante a nosotros se apodera de nuestra mente, es el momento justo, de creerse, por fin, el superhombre que ya mencionamos, confiaremos en que nuestra piel es de acero, y así será, ya veran como una caricatura los picos de los mosquitos doblándose en tu piel, estando aterrados de semejante atentado contra la naturaleza. Pero, ellos no lo saben, la propia semejanza de nuestra mente con un dios es plenamente natural, es nuestro, es nuestra arma, que pregunta extraña se tornaría ¿Sería algo nuevo que un dios se utilice como arma?

    1: Leer a Nietzsche en sus textos sobre el Übermensch.

    FIN.
     
    #1

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