1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Tercera historia de Periodímen completa.

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por sergio Bermúdez, 18 de Septiembre de 2009. Respuestas: 1 | Visitas: 932

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    26 de Diciembre de 2008
    Mensajes:
    3.101
    Me gusta recibidos:
    911
    PERIODÍMEN Y LA VOZ DE HIELO. TERCERA HISTORIA.





    CAPITULO 1: OMICALDUS, EL REY DE LOS HIELOS ACIDOS.




    Bajo las montañas de Kider el lunático, a la misma vez que se desnudaban los cielos derretidos en aromas con sabores a muertos, y las flores se reían unas de otras y después morían asfixiadas entre un sol camuflado en un lobo despótico enrabietado, y en donde las orillas de la tierra consumían las fuertes tormentas que estaban siendo aniquiladas entre hogueras que abundaban entre vientos huérfanos pero sin miedo, se escondía Omicaldus, el rey con la voz de hielo, además de tener los ojos ardiendo del frío, a la vez que sonaba la música de las calaveras polares, pues el cambio climático había llegado por efectos del tiempo, que iba vomitando sus partículas en ácidos bochornosos, mezclados con el silencio de un calentón helado, que llenaba las tinieblas y derretía las palabras, marginándolas en soplidos con humo, y este sangraba, y deshacía más hielo para enterrar las huellas del grupo asesino, liderado por Omicaldus.

    Habían cabañeles, unos monstruos potentes y adiestrados desde su nacimiento.

    Pero algo prendió fuego al cielo de hielo, y ese algo era Periodímen, que unido a las fuerzas que poseían sus fuertes impulsos, se haría dueño de un segundo que disparaba hacía las tinieblas. Los comentarios cogieron vida y susurraron las leyes de su reaparición en vientos llevado hacía huracanes, que señalaban el odio hacia Omicaldus.

    La fe se señalaba así misma, e iba hacia la luz de la venganza, y no temía al arte oscuro, donde sonaban sirenas de sangre con hielo, y después se camuflaba el aire en partículas hiperactivas, pues así se hacían dueños los caballeros de los reyes aclamados por el bajón de las temperaturas. Periodímen voló y corrigió la tempestad y la machacó, para que se lamentara y pudriera su furia. Por eso entre la voz de hielo, y el ultimo soplido de lamento, se intensifico el archiespiritu, un espíritu con dientes de león y velocidad de un cometa galáctico que presentaba sus cualidades en llamas, con la esperanza de auto destruirse, para así rebotar en la antártica, para que esta se quemara el núcleo central de las operaciones, que iban tejiendo al mundo en hilos de telarañas congeladas en ruinas, hasta que Periodímen apareció con sus manos y mediante su tinta exploto al archiespiritu de una forma tan habilidosa, que no lo exploto, simplemente lo desconfiguro y le asesto el golpe que auto eclipsó la fuerte tempestad, que pasaría a ser granizada de picos con hielo, que se auto inyectaban sal quemada para seguir destruyendo y comiéndose entero al ciclo de la vida, aunque Periodímen auto impulsó su cuerpo y bloqueo las puertas del puente de los sentimientos oscuros, para traducir en llamas, el lenguaje helado de Omicaldus.


    CAPITULO 2:OMICALDUS Y LAS ARAÑAS GRANIZADAS



    Después de que las sombras tejieran cadáveres entre el olor a carne fresca arañada, y en donde los caldos de araña se hacían intensos entre cada paisaje que enterraba a los animales podridos y descuartizados, se situaba entre esmeraldas de gran tamaño y un sillón de oro, con miles de Cucainas, unas cucarachas que eran mitad momias, mitad zombis. Las Cucainas eran la comida preferida de Omicaldus, pues hacía una especie de sangría, y después le juntaba arañas granizadas, un refresco que iba lleno de un aliento de perro sarnoso, además de llevar sangre quemada de serpiente negra. No había más que mirar al horizonte y contemplar como se sentaba en el sillón negro de un huracán, que desterró al tiempo, y lo cicatrizo hasta consumirse en una época marginada, y llena de enfermedades. Periodímen alzo la vista y de pronto empezaron a salir Cabañeles, y estos se adentraron en los gritos, que venían de las profecías de los Anyeliscos, pues estos seguían su religión y descuartizaban al aire, y mordían al sol de los días, pues las temperaturas quedaban perdidas en aires maldecidos por muertes, por días oscuros, por la suerte perdida entre las almas derretidas, sin querer verse a si mismas. Era una locura, porque de ahí, salía Fasdentes, unos animales con cerebro de mosquito y cabeza de toro con cuernos, que estaban hechos de rayos x. Porque de pronto salto el agua de los estómagos de los Fasdentes, y vino a propinar una guerra, en donde el suelo se besaba así mismo, y la lluvia de cristales luchaba con las sombras fantasmales, y en donde Omicaldus, el rey de los demonios sin cuernos, aupaba su sonrisa, y la martirizaba en la cúspide de la muerte súbita. Las claridades se evaporaban y todo quedaba en llamas, en ardientes deseos quemados por nervios visuales, que quedaban invisibles hasta que la barrera de un mar entrando bajo el hielo, se hacía cadáver, cada vez que Omicaldus protegía su voz de hielo, esa que detestaban todos sus enemigos. Su voz era de ultra tumba, y se hacía intensa, porque así era como se protegía su alma, entonada en cuerpos desnudos, los cuales se sacrificaban para dar vida a otra criatura, porque esta quedaba llena de sombras, y su endiablada intensidad, se quedaba en desastrosos métodos con la frescura de una lágrima de un bebe en mitad de una catástrofe. Dueños de las sombras, luces sin verse a si mismas, sonidos en donde la fantasía no era esperanza, pero si había una profecía escondida bajo el humo de los ácidos de araña, esos que se servían en platos fríos, pues la calma era el mejor amigo de estos seres, que se mordían unos a otros, por las leyes de Omicaldus, ya que su trono dependía de las tormentas que se divorciaban de las leyes, que no eran nada fáciles de cambiar, pues las nubes se chocaban unas con otras, y de ahí salía los túneles, en donde alfombras vestidas de podridos líquidos que flotaban en los ojos del tiempo, y enrojecido por las alarmas de una campanada que derretía cada trozo de cielo, y lo cocinaba en palabras que se perdían en miradas que no llegaban a las voces normales, pues todo era una fuente, para que llegara mediante cables, para llegar a penetrar el sonido de un aullido, y esto provenía del contagió deformado en imágenes sangrientas, y destinadas a ser cabalgadas de puñaladas, que dormían durante el día, y salían entre la noche. Periodímen seguía instalando su plenitud, ya que con sus brazos destornillaba las leyes que se perdían en las voces de hielo, esas que se quemaban, para salir más criaturas, y de estas salir Alegatnos, unas aves que no tenían pico, simplemente tenían taladradora en vez de tener picos, porque así era como mataban a las tripas de sus enemigos, y hacían baños de sangre, hasta quedar todo en una burbuja, que se evaporaba, y se convertía en el acido, para atraer a cada Vadonquideo, una especie de elefante sin trompa, solo que tenía un absorbedor, para absorber a la ultima orilla de arena, esa que enterraba los misterios, que resistían al miedo, y se cosía en las mentes de las calaveras polares.



    CAPITULO 3: LAS CALAVERAS POLARES, UNIDAS HASTA SUS ÚLTIMAS GOTAS DE SANGRE





    Las calaveras polares, que luchaban contra la luz de un sol tímido, que se escondía por miedo a ser aniquilado entre sombras esqueléticas, sufriendo la catástrofe de un asesinato frío y descuartizado por las órdenes de Omicaldus. Omicaldus, se hacía sus propias vivencias, para saber llevar la mala suerte, entre desiertos helados. Las calaveras polares, con una gran fuerza que escondía las arenas liquidas, que no sostenían la fuerza, que se hacía tumba, cada vez que el orgullo se perdía, y no había luz, ni nada cerca de esas fuerzas débiles sin armamento para defenderse. Omicaldus saco su espada, la hizo de hielo, y metió un veneno de Sapormiáncodos, unos ratones gigantes. Periodímen se auto limpio su cuerpo, y fue a luchar contra el ejercito de Omicaldus. Omicaldus hacía juramentos extrayéndose trozos de su piel, y después comiéndoselos, a la vez que se tapaba sus ojos, y después sacaba su aliento, y lo transformaba en el viento polar, que hacía que todas las calaveras polares, alzaran sus ojos, y emprendieran un largo camino sin frenarse, para así expandir sus habilidades, y contemplar como todo se volvía tan vivo en las oscuridades, que soplaban los cielos, y arrasaban en tormentas de galognicos insectos de apetito ultragasal, que significa que sus infiernos eran el veneno que se ayudaba de la fiebre de una muerte, esa que manipulaba la catastrófica enseñanza de las malas lenguas sin ley, como si estuvieran metidas en un pozo, donde morir era el vinculo de la amargura, sin leyes que pudieran saborearse a si mismas. Llenados paisajes de vapor con voces de ultratumba, y disparos de calaveras polares, y Monserfedes, unos guerreros de agua y nieve, que se divertían causando el terror, y aparcando la suerte, para que lloviera en ácidos, para que se estrangulara, y se absorbiera en escándalos, que concentraban bombas explosivas con aire acido toxico y derretible, metiéndose en la sangre, y evaporándose en armas de fuego desnudo, del cual las voces normales callaban, ante el ritual de la gravedad de unos silencios, que no dosificaban su crueldad, pues no temían al misterio, a la vez que ahogaban su muerte, para después explotar y convertirse en diabólicos mensajes, para ser penetrados, y llevados a las tumbas de la gente normal, y así sus cuerpos estaban siendo condenados, absorbiendo sus almas, conquistando sus sueños ya enterrados bajo tierra granizada, y donde la naturaleza era ya el satanismo embrujado por cada cuerda que caía con clavos y sangre. No había nada más malo, que soportar las calamidades, que sostenían a la muerte perversa, esa que arremetía contra los disparos de angustia y desorden, porque no había luz clara, que se hiciera cargo de la fatalidades de los asuntos enturbiados en gripes incurables. Periodímen salto al escenario, y con su puño hizo que del suelo salieran manos con mensajes que dejaban los muertos antes de morir, para que así se supiera que las manipulaciones, se hacían mediante la rabia de Omicaldus, que traspasaba fronteras, y se derretía en crispaciones, las cuales se hacían humo en las mismísimas batallas. Batallas que crisparon al horizonte en llamas, pues el único fuego que podía llegar era el Sablascasium, un fuego, que era mitad fuego, mitad hielo, solo que el fuego ya se había acoplado, y eso fue el turbo que les dio a los Monjomaniacos, para atacar a Periodímen, el cual llenaba sus fuerzas para plantar cara a todo ese desorden. Periodímen salio como si fuera su último aliento que respiraba, y encendió unas velas mortales, con fuego de mortal. Periodímen corrió a toda velocidad y les dio patadas a los Monjomaniacos, que eran bestías sin brazos, solo se defendían mediante sus caras, que llevaban macroflechas en sus cuernos, para lanzar llamas de vapor, que atacan a los sentimientos, y les calculaba el terror, para ser todo servido en sangre sin cura, la cual a las calaveras polares la usaban, para estar unidas hasta sus ultimas gotas de sangre.



    CAPITULO 4: EL MONASTERIO DE LAS CALAVERAS POLARES.



    Desde los cielos relámpagos, hasta la ansiedad de un buitre sin plumas, pasando por las pesadillas de las claves oscuras, y por donde las calaveras polares formaron un monasterio, en donde todo se basaba en un cementerio con tumbas, en donde había cuchillos, que bailaban sobre la tumba y ponían nombres, para enterrarse bajo la lápida. Periodímen debía de alcanzar el nivel que le llevaría a ser testigo del presagio, en donde las columnas hablaban, y el sabor de los hechizos no perdonaba a cada cadáver que había sido inscrito en la lista de los huesos helados, los cuales se deshacían cada vez que la voz del rey Omicaldus, jefe del imperio, rey de los muertos, y el consejero del mismísimo diablo, que estaba lleno de bicolotus, unos insectos martirizados con los cuernos, y en donde la sangre reventaba en burbujas acidas, pues así estaba todo, perteneciente a una dosis de adrenalina machacada en más sangre. Omicaldus llegaba al monasterio, y una vez hubo llegado aniquilo a un esclavo, en el que una serpiente lo habían matado, y esa serpiente era un guerrero con alma transformada en culebra, la cual torturaba su propia alma y le imponía automáticamente una dura disciplina, venida de la Biblia oscura, esa que solo los seres malignos podían leer bajo las leyes de Omicaldus. Omicaldus estaba contento con su imperio, además aparecieron Fascas Donitburucuas, unas personas muy extrañas, que llevaban su cuerpo electrificado y sus ojos iban desmayados en súbitos relámpagos, con arena irritable, y tormentosos brazos, llenos de cabezas de animales disecadas en sangre. Periodímen llego allí, y justo cuando llego se armo una cruel guerra, donde los cuchillos de las tumbas volaron, y se hizo todo eco, el cual llovía manos de muertos, y profundizaba entre cada terrorífico paisaje, que decoro el abismo de una secta de Guerderroes, unos caníbales, los cuales llevaban dientes de león en su collares, esos que estaban llenos de odio, los cuales armaban espadas con púas en las puntas, a la vez que llevaban en las púas, labios de personas disecados, untados con aroma de muerto, y perfume de Anyelisco sacrificado sin darle oportunidades. La crema de la muerte estaba servida en un plato de recuerdos tan negro, como ver a las sombras podridas en envidia. Porque de ahí aparecía la cólera, esa crueldad que llevaba a la desaparición de la visibilidad inocente. No había más que mirar el horizonte sangrando, y vomitando cada tripa que se suicidaba ante el perfume de las gripes, que contagiaban las calaveras polares. Periodímen lucho contra todos, y mediante su puño llenado de tintinaida, una tinta antimaterialista, que destruía a los seres que querían matar al bien, el cual se decaía entre sollozos de gritos hundidos en los puentes de la muerte nocturna, la fauna moría, y Omicaldus reía como nunca antes lo había hecho, era el imperio de las malas costumbres, sumergidas en el poder que llenaba de orgullo las profecías que se hacían en el monasterio de las calaveras polares, esas que obedecían ordenes, para asesinar sin mirar, sin sentir, hasta poder beber de las sangres inocentes, las cuales llenarían más gotas de sangre en los estómagos de estas calaveras repugnantes y odiadas por cada paso que daban hacía el suicidio de la humanidad, pues hasta los cuadros de los pintores más famosos de la época pintaban sus muertes, sin saber, sin llegar a entender porque querían morir, simplemente la catástrofe los hizo suicidarse sin mirar su destino, todo quedo enganchado de un hilo sin esperanza, pues las tinieblas se transformaban en más pesadillas, pues era lo más parecido a tener una sensación, de estar ahogándose si ver la luz de un esperadísimo alba.



    CAPITULO 5:LOS SENTIMIENTOS DE PERIODÍMEN.



    Periodímen ante estas circunstancias iba a mostrar al mundo todos sus sentimientos, a la vez que una sonrisa hizo brillar al cielo, y las aguas de los océanos cayeron sin aliento, sin decir ningún pero, porque se habían emocionado y se habían bautizado como un imperio nutrido del tiempo. Todas las muertes de los trabajadores del periódico habían efectuado varios sentimientos en Periodímen. Tenía sentimientos de odio y de felicidad al mismo tiempo. Tenía pensamientos de anciano, por las muerte de la gente que trabajaba en la redacción que estaba mayor, también tenia pensamientos de joven, por el mismo caso, y pensamientos de ni muy viejo ni muy joven, entre la edad media. Iba a luchar contra Omicaldus, el cual salía con sus vestiduras, y sus Pistogramas, unas pistolas de última generación. Pero a Periodímen se le apareció un amor, que hizo temblar su tinta, pero esa joven no sabia que Periodímen estaba hecho de muchos sentimientos, y de muchos pensamientos. Ella se llamaba Kateling Mendoya, y estaba atrapada entre el hielo que salía con picos de llamas enterradas en brasas. Kateling Mendoya, la cual intentaba salir del apuro, dando patadas a aquel bloque de hielo, el cual no movía su cuerpo, y se estancaba entre charcos congelados. Periodímen sabía que debía de salvarla, para así mantener una conversación con ella, en el que se mezclaban todas sus voces que disponía en sus miles de gargantas en una, pues hay que recordar, que Periodímen no es el hombre periódico a solas, sino que son los hombres periódico, liderados por el redactor jefe del periódico que había fallecido. Todo dependía de eliminar enemigos, y cortarles sus cuerpos, para hacerlos basura, y pudrirlos hasta el sufrimiento vengativo que se merecían. Era así como Periodímen pensaba, a la misma vez que besaba a Kateling Mendoya, una vez que Periodímen la rescato de ese bloque de hielo. De pronto empezó a correr una brisa por todo el lugar en el que se encontraban, y las montañas de hielo empezaron a descrebajarse, a la misma vez que se estaban besando. Pero Periodímen le dijo antes de que una bola de acido nevado se estampara contra ellos, que era más de un hombre en un solo hombre, y que venían todos por la herencia de un periódico muy famoso. Pero antes de que Periodímen pudiera hacer nada apareció Omicaldus, con todos sus guerreros, y le dijo a Periodímen lo siguiente:

    Omicaldus: Has caído en la trampa, sabía que podía con tu lado sentimentalista.

    Periodímen: ¿Qué dices?

    Omicaldus: Lo que oyes, que has caído en mi trampa, esa mujer era un rehén mío, y solo tenia que hacer lo que le decía jajaja.

    Periodímen: No puede ser, tengo que lanzarte Darfanos.

    Darfanos eran unos dardos digitales que corrían el campo electromagnético de la información digital e impulsaban una corriente de electricidad viscosa que se extendía en cada gota de sudor, que choco como si de una montaña se tratara en Omicaldus.
    [SIZE=3]Pero Omicaldus la paro con un dedo, y exploto el efecto, convirtiéndolo en una partícula inofensiva.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Omicaldus: Ahora haré que salgan vuestros seres queridos de todos lados, porque se que no eres un único hombre, sois los hombres periódico. Y si queréis sobrevivir tenéis que matarlos jajajaja.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Periodímen: Ni lo intentes.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Omicaldus: allá van jejeje.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]De pronto empezaron a salir del hielo cadáveres de carne y hueso.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Omicaldus: También saldrán vuestros cuerpos para mataros, y extinguir vuestra alma.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Una vez dicho eso, salieron también los cuerpos de ellos mismos, e iban dirigidos por las calaveras polares, que iban por dentro de los cuerpos. Pues hasta los cuerpos de los seres queridos iban dirigidos por las calaveras polares.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]¿Qué pasara en el siguiente capitulo?[/SIZE]



    [CENTER][FONT=Times New Roman][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 6: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]AVACADAVANEGRA EL DIOS DE LOS CUERPOS.[/COLOR][/B][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman]


    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Los cuerpos de los seres queridos que iban dirigidos por las calaveras polares, y los cuerpos de ellos mismos que también iban dirigidos por las calaveras polares, iban con los ojos sangrando, y la boca medio rota, con las mandíbulas envenenadas, y las cejas colgando. Periodímen tendría que luchar contra todos sus sentimientos. Pero no sabia que un tal Avacadavanegra iba dirigiendo a las calaveras polares, pues poseía los cuerpos, y los dirigía a su antojo, para hacer caer al caos de una lucha llena de grandes golpes de fuego mezclado con lejía, para que el aire se hiciera toxico, y se prendiera el firmamento, y donde todo quedaría llenado de sombras ardiendo en una noche fría, pero las temperaturas se fusionaban unas con otras, haciendo una orquesta de sangre, y prendiendo todo de cadáveres, que revivían de las manos de Avacadavanegra, pues este pertenecía al ejercito de Omicaldus. Se hacían las llamas de rabia operando a los sentimientos de hielo, pues la voz de hielo de Omicaldus pertenecía a la garganta que le creo Avacadavanegra, pues era el gran artífice de la voz de hielo. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen empezó a luchar contra sus seres queridos, y le dolía mucho hacerlo, pero no podía dejarse matar, porque esos cuerpos ya no tenían vida. Avacadavanegra estaba en un puesto informático, donde controlaba a todos los cuerpos, e intento controlar el de Periodímen, pero este no se dejaba manipular, pues su información no daba sus contraseñas. Periodímen voló y cayo como si de un meteorito se tratara y golpeo a los cuerpos, que se volvían a levantar, con puñales de cemento, y con flechas de agua envenenada.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen: Os desafiare, porque Omicaldus no podrá controlar todo esto.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: ¿Cómo que no?[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: Atacad cuerpos, meterle el miedo en su cerebro, y hacer que no lo controle, y si quiere controlarlo ha de pagarme dinero a cambio, y le iré abriendo muy lentamente sus habilidades. Con ese dinero comprare más armas, y las haré arder con bengalas de acido sulfúrico, para que sean más potentes y explosivas.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: Destrozar, destrozar, matar, arder, a por el joder.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen se autocayó al suelo, y después se quedo tirado como si estuviera muerto. Y cuando se acerco un cuerpo de esos, Periodímen se levanto, y le clavo un pen con filo en el cerebro, y le dio unos cuantos en las manos, y este se lo clavo al otro, y el otro a otro, y así hasta eliminarlos a todos.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: Nooooooooooooooooooooooooooo, como habéis podido maltitos hombres periódico.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen: Ahora tú eres el siguiente.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]De pronto apareció Avacadavanegra, y le contesto:[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Avacadavanegra: Antes, tendrás que hacérmelo a mí.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen: Pues te lo haré a ti.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Avacadavanegra: Venga, a ver si tienes valor.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen fue a clavárselo, y cayó fulminado.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Avacadavanegra: Has picado jajaja.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen quedo en el suelo hipnotizado por Avacadavanegra, y este hizo que se autopuñalara, que se destrozara así mismo.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Avacadavanegra: Mátate, mátate, siiiiiiiiiii, jajajaja.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Pero de pronto apareció un personaje misterioso, y ese personaje era Solicuantodo, si el del espejo de la galaxia llamada Galoconexia.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Solicuantodo salvo a Periodímen, y le conecto un chipcraraptor, y le hizo mover sus ojos, y de estos salieron Galopados, y estos chocaron contra Avacadavanegra, y le empezaron a morder. Avacadavanegra iba vestido con una capa negra, y con un antifaz en el que llevaba tatuado escorpiones momia, como símbolo de haber convertido a los escorpiones en momia. Avacadavanegra se pulso el botón que llevaba, y empezaron a salir escorpiones momia, y empezaron a luchar contra los Galopados. También aparecieron los Homorrapielos, y empezaron a levantar bates de béisbol, pero Omicaldus mando a las arañas de su menú, estas que granizaba para comérselas. Los Monocarvos también llegaron. Periodímen se fue a por Omicaldus, y este lo miro poniéndose sus uñas en sus pupilas, y proyectándose así mismo, cambiado la atmósfera, y haciéndola caer al suelo, y empezó a rular, y todos se quedaron con posiciones extrañas, y de aparecieron Mangámanos, que eran duendes vampiros, y empezaron a morder tanto a los malos, como a los buenos, pues estaban invadiendo su espacio.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]
    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Solicuantodo empezó a luchar contra los Mangámanos, pues estos también iban a por Omicaldus, pues este quería seguir siendo el fiel esclavo de la voz de hielo.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]



    [CENTER][FONT=Times New Roman][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 7: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]LOS MANGÁMANOS Y SUS COSTUMBRES PINTADAS EN GUERRA.[/COLOR][/B][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman]


    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Las noches se apagaban, y los Mangámanos, que eran los duendes vampiros, estaban partiéndose sus labios con fuego, para así reflejar lo oscuro de un infierno en sus miradas. Estos empezaron a luchar contra Periodímen y las demás criaturas malignas. Pero fue entonces cuando Avacadavanegra los convenció y les controlo sus cuerpos, para que estos se pusieran a su favor, y que así pudieran atacar al equipo de Periodímen y compañía. Fue entonces cuando Solicuantodo y Periodímen empezaron a luchar contra los duendes vampiros, pero estos se defendían muy bien, y empezaron a sacar espadas de sus bocas, a la vez que disparaban gases de golosinas toxicas. Periodímen saco su Espadermoinen, espada marca Perioteman, una marca digital que provenía de Internet, y se podía usar para clavar información en las almas malignas. Omicaldus, se saco su ojo, y le puso una esmeralda, que hizo caer millones de bolsas, en donde habían cobras con hueso, estas se movían muy bien, a pesar de tener hueso, pues cuando pegaban un latigazo, era mortal. Periodímen se cubrió sus manos con tinta electrificada y las deshuesó, a la misma vez que estas atacaban con rabia y se ponían hiperactivas. Las llamas de sangre se intensificaban en un panorama súper terrorífico, y la angustia se unía en trozos de miedo, que se iban evaporando hacia las tormentas, que cubrían los cielos de catástrofes. Periodímen saco su orgullo, y se amplio su luz de venganza, pues de todo se llenaba una mirada que deshuesaba las ideas malignas. Pero había un secreto entre los malignos, y era que Omicaldus no tenía unos ojos normales, sino que sus palpados eran de hueso, y sus pupilas también. Además los ojos de Omicaldus contenían vitaminas demoníacas, y sus labios eran de sangre roja oscura, además de tener sus labios húmedos y muy fríos. Sus manos eran de cristal súper resistente, y su cola de dragón. Además Omicaldus tenía sus alas de murciélago, y el carácter de la criatura que llevaba dentro, que era la de un demonio salvaje y violento. Avacadavanegra, era una especie de Vaquero y demonio a la vez, e iba en su caballo llamado Cadersutan. Ese caballo, abría las puertas del monasterio de las calaveras polares, ya que esos caballos llevaban alarmas electromagnéticas, que daban paso a que se abrieran las puertas, y pudieran contemplar las vistas de las muertes. La lucha era a vida o muerte, pues muchas criaturas estaban discriminándose a la vez que se golpeaban, y remataban su sangre, para hacer que se pudriera, y se convirtiera en un túnel, para que entraran los Petyxuamales, que eran los Espiritusbomba, esos que aparecían y se estrellaban, para matar tu alma, a la vez que después la martirizaban, y la evaporaban, para que quedara atrapada en los ojos de Omicaldus, y este se sacara sus ojos, y la marginara en las sombras de Avacadavanegra. Pues este las decoraba de pinturas satánicas, y las enfermaba, y las descuartizaba, para que fueran el alimento de las arañas de Omicaldus.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: Espiritusbomba, explotar y matar a Periodímen y a Solicuantodo.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Los Espiritusbomba se auto impulsaron en el fuego de chispas, que les había lanzado Omicaldus, para que tomaran más velocidad, y fueron con tanta rapidez, que iban a explotar en los cuerpos de Periodímen y Solicuantodo, pero antes de que explotaran, a los Espiritusbomba los maquillaron con crema de sangre de mosca, y a estos se les fue la pólvora y desaparecieron.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Avacadavanegra: Os matare yo personalmente, siempre con el consentimiento de Omicaldus.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: Avacadavanegra, puedes luchar contra ellos, te doy permiso.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen: Voy a llamar al Lázaro Andrajoso, para que controle el tiempo, igual que a ti te gustan controlar los cuerpos.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: No nos das miedo, ni tú, ni tus amigos.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Avacadavanegra: Eso, tráete a tus amigos, nosotros seremos el arte del fuego, y tu serás como una gota de agua evaporada y sin batalla.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen contacto con el Lázaro Andrajoso, además de seguir en la lucha Solicuantodo y compañía. [/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]



    [CENTER][FONT=Times New Roman][B][COLOR=fuchsia]CAPITULO 8: [/COLOR][/B][B][COLOR=#ff6600]NUEVOS ENEMIGOS SE ACERCAN[/COLOR][/B][/FONT][/CENTER][FONT=Times New Roman]


    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Justo cuando el Lázaro Andrajoso se acercaba, el cielo se abrió y salieron tres personajes que se comunicaron con Avacadavanegra, y también con Omicaldus, estos personajes eran tres guerreros de los infiernos:[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [FONT=Times New Roman][COLOR=black][SIZE=3]-[/SIZE] [/COLOR][COLOR=black][SIZE=3]El primero se llamaba Golokus, y sus manos estaban formadas por colas de escorpión, y su cuerpo era tan negro como una nube violada por la oscuridad, y en sus ojos se veía el rostro de una llama, y su boca era de serpiente, además de ir lleno de escudos con pincho, y de armamentos universales.[/SIZE][/COLOR]

    [FONT=Times New Roman][COLOR=black][SIZE=3]-[/SIZE] [/COLOR][COLOR=black][SIZE=3]El segundo personaje se llamaba Pitocangollas, que era mitad humano, y mitad Mángamano, que significaba que era un duende vampiro, además era muy peligroso, y sus dientes iban manchados de sangre, y en su respiración se oían violentas imágenes de personas muriéndose golpeadas.[/SIZE][/COLOR]

    [FONT=Times New Roman][COLOR=black][SIZE=3]-[/SIZE] [/COLOR][COLOR=black][SIZE=3]El tercer personaje se llamaba Lozangalia, que era un guerreo mitad demonio, y mitad elfo. Sus presas se arrepentían de haber nacido, cuando estaban bajo sus colmillos.[/SIZE][/COLOR]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Periodímen debía de hacer algo, para evitar que el ejercito de Omicaldus, fuera más destructivo, y dejara marcada la batalla en lamentos que conducían a los odios de los caballeros santos, esos que ya no existían entre una voz de hielo, la cual se transformaba en hada para tirar electricidad que hacía explotar a las estrellas, y estas caían como cristales, dejando al silencio húmedo y huérfano de tener vida santa.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]El Lázaro Andrajoso iba con el termómetro del tiempo, pero Golokus lo arrastro con su lengua de serpiente, a la vez que Omicaldus salio con ira, e hizo un cráter en las profundidades del mar de hielo, y en este empezaron a salir peces con sombras, para que estas pincharan sus aletas negras, que hizo que el tiempo se hiciera más insoportable, a la vez que caía sangre del cielo, y esta se metía en las venas de los guerreros del infierno, además de ver como Pitocangollas tiro sus flechas al aire, y descosió a la brisa, a la vez que después empezaron a salir calaveras polares, llenas de espadas, y gritando en la guerra, pues empezaron a aparecer casas satánicas por todos los rincones de los Ángeles, y de esas casas empezaron a salir Mángamanos, que se habían unido al reinado de Omicaldus, pues este era el jefe superior.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Omicaldus: Atacad, matar a Periodímen, destrozarlo, quemarle su cara de papel, y dejar que su vida sea como un espejo rayado, sin reflejarse su luz.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Los Mángamanos atacaron si piedad al ejercito de Periodímen, a la vez que Lozangalia que era mitad demonio y mitad elfo, saco su espada, y corto por la mitad a unos insectos que estaba intentando chupar su sangre tanto demoníaca como elfatica, pues era de padre demoníaco, y de madre elfatica, ya que los elfos se relacionaban con la esclavitud de los mundos oscuros.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman]

    [COLOR=black][SIZE=3][FONT=Times New Roman]Se oían ruidos que ensordecían las palabras, la angustia se reflejaba en la soledad, y la soledad era la calavera del tiempo, no había más que ves las profecías de Omicaldus, para temer a la oscuridad y contemplar que las ráfagas del viento con fuego encendían a las calaveras polares, pues estas aumentaban su guerra, y penetraban mediante sus rayos de agua y fuego, convirtiéndose todo en un aro, en los que salían Minogatmios, unos monstruosos vaqueros, que reflejaban luz que perjudicaba a los ojos de sus enemigos, mediante los ojos que tenían estas criaturas, pues aumentaban la temperatura del sol, y hacían derretirse a las nubes, con el soplido de una gota envenenada en la brisa. Brisa sin palabras, pues Adacadavanegra impulso su voz de hielo, y las hadas de los mundos helados cantaron haciendo temblar el suelo, y rajándolo, a la vez que empezaron a caer todos al submundo, a esos infiernos de hielo, donde se podían ver gente inmortalizada sufriendo dentro de grandes piedras de hielo. Y nacía una época que arrastraba los horizontes, y disecaba las esperanzas para encontrar una salvación, pues esa salvación estaba perdida y sin horizonte, ya que de la muerte de esas personas, se había ido todo al traste, y las ultimas lagrimas al viento santo, ya habían escapado hacia otro lado, y nada podía salvar esos momentos actuales, porque Avacadavanegra y compañía se iban a juntar con más criaturas, de esas que querían incendiar la mecha de los segundos, para acabar con la llave del tiempo, y también con las profundos sentimientos, de los que las cenizas heladas, se hacían ecos ante los oídos de esas hadas, que intoxicaban la luz del día, y pudrían todos los lugares que antes eran tan naturales, que nada perdía ese sabor a olor buena, la cual le hubiera gustado encenderse en las montañas sagradas, las cuales eran el puente de una vida eterna y sin miedos.[/FONT][/SIZE][FONT=Times New Roman][/font][/COLOR][FONT=Times New Roman][/font][/font][/font][/font][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
    #1
  2. rodrigotoro

    rodrigotoro Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    21 de Julio de 2009
    Mensajes:
    1.743
    Me gusta recibidos:
    63
    interesante iniciativa la tuya de conjuntar todas las partes en una sola lectura....es para quedarse pegado horas tratando de visualizar en la mente la enigmatica y atroz naturaleza de todos esos villanos enemigos de Periodimén...sigue siendo muy buena historia, digna de aplauso. un gusto leerte; R. toro
     
    #2

Comparte esta página