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Testigo de una tristeza a las puertas de Corteo

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por martin de pablos, 6 de Febrero de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 403

  1. martin de pablos

    martin de pablos Poeta recién llegado

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    21 de Enero de 2012
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    Acudo a ver un espectáculo del Circo del Sol.
    Estoy en la puerta, esperando que abran, cuando veo a una pareja joven. El tendrá unos 28 años y ella unos 26.
    Él lleva una barba de varios días, tal vez un par de semanas, moreno, no muy alto, con un pantalón vaquero, niqui blanco con rayas horizontales azules y unas zapatillas de deportes blancas y azules que me parecen de marca.
    Ella lleva una falda corta negra, una camiseta gris que por delante tiene un dibujo difícil de describir y unas zapatillas bajas negras. El pelo oscuro lo lleva suelto y liso. Sus ojos y parte de su cara se tapan con unas gafas negras grandes.
    Me fijo en ellos porque ella está en la puerta delante de mí pero se tiene que parar, cuando va a pasar, porque él no está a su lado y le tiene que esperar. Y entonces veo su rostro tenso y una expresión de inconformidad en su forma de mirarle.
    Entramos al recinto y les pierdo la pista mientras deambulo por los tenderetes mirando los imanes, las caretas, los paraguas…
    Cuando salgo a la segunda puerta, les vuelvo a ver y no puedo evitar ver como ella se limpia una lágrima que las gafas no han podido retener.
    Su rostro está más contraído mientras le dice algo a él, que se mantiene serio y lejano mientras la contesta de forma breve.
    Ahora ella llora de forma más copiosa y tiene que sacar un pañuelo de papel para limpiarse la cara por debajo de las gafas. Me doy cuenta de que lleva un “piercing” en la nariz y me pregunto si no la molestará cuando se la limpia.
    Consigo entender, por su expresión y el movimiento de sus labios, su contestación: ¿pero cómo puedes decir eso?
    Luego sigue hablándole, pero sólo consigo ver el movimiento de sus manos, latina como es, intentando enfatizar con ellas sus palabras.
    Dirijo mi mirada a mi alrededor: familias que ríen, parejas que ríen, amigos que ríen… y luego vuelvo a ellos, con ella llorando. ¿Reiría antes, apenas una hora antes, cuando venía hacia el circo, tal vez ilusionada con una jornada a su lado? Son una isla de infelicidad en medio de tanta felicidad, real o ficticia, dentro del circo. ¿Podrán disfrutar del espectáculo?
    Miro el reloj. Al menos lleva 15 minutos llorando. Él se mantiene serio, pero no parece tener la menor intención de ceder en su postura, en acercarse a ella, ajeno a su dolor, a sus lágrimas. Ella finalmente deja de hablarle y se queda callada, en silencio, mirando a un punto del horizonte mientras que el tiempo, entre una limpieza de las lágrimas con el pañuelo y otra, se va especiando.
    Me dan ganas de decirles que no pueden discutir aquí y ahora, que son muy jóvenes para ir acumulando tanta hiel.
    Pasamos a las butacas. Les tengo dos filas delante de mí y vuelven a hablar, pero ahora lo hacen más tranquilos, señalando un punto u otro del decorado. Pienso que se habrán reconciliado. Él la pasa el brazo por los hombros, pero ella se lo quita apresuradamente.
    Él se sorprende y la dice algo, corto, al oído. Su cara refleja una dureza nueva. Ella intenta recoger su brazo y volverlo a pasar por sus hombros, pero ahora es él el que no quiere. Aunque las butacas son muy estrechas, parece que hay un mar entre ambos, un mar que se va llenando de soledad, de rencor, de silencio.
    Empieza el espectáculo y me olvido un poco de ellos.
    Cuando llega el intermedio veo que él tiene su mano sobre la pierna desnuda de ella. Tal vez, ahora sí, han conseguido reencontrarse.
    Pero luego se levantan y salen. No. No se cogen de la mano, no se abrazan, no se miran. Se van juntos y vuelven juntos, pero lo hacen como si estuvieran encadenados, exactamente como lo hacen cuando el espectáculo finaliza.
    Me fijo en que llevan anillos en la mano derecha. Tal vez estén casados. ¿Podrán superarlo?
    No lo sé, pero seguro que mañana no me acordaré de sus caras ni tal vez de que les vi. O tal vez su recuerdo quede ligado a Corteo, ese maravilloso espectáculo circense que las lágrimas de una pareja me hizo sentir como un poco más triste.
     
    #1

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