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Tiaré

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Xoel Errante, 27 de Febrero de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 569

  1. Xoel Errante

    Xoel Errante Poeta fiel al portal

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    TIARÈ


    Aquella tarde me encontraba, sentado en la banca del parque leyendo un libro, es lo que suelo hacer después del trabajo para relajarme, no hay nada como leer bajo la sombra de un árbol, no importa sea en la ciudad o en el campo, nada es tan reconfortante para el espíritu.

    Había sido un día soleado, y ahora, ya entrada la tarde el clima era bastante acogedor, me encontraba ya leyendo el capítulo veintiséis de la novela, el desenlace, este libro en especial me había cautivado por su trama, que rayaba en lo fantástico y lo meramente increíble, sin embargo la consideraba una buena lectura para pasar las tardes. Como podrán imaginar me encontraba ensimismado en la lectura fascinado y ajeno a lo que sucedía a mi alrededor llevaba cerca de una hora leyendo por lo cual mi vista ya se encontraba un poco cansada, pero era tal el desarrollo de la historia que no podía despegar los ojos de la misma, pero por fin decidí descansar un minuto la vista, así que cerré los ojos, levante mi rostro hacia el cielo apretando los parpados, aun imaginando lo que acababa de leer, así permanecí unos segundos abriendo y cerrando los ojos para descansarlos, imagino que mis raros movimientos debieron ser de una manera bastante graciosa o algo por el estilo, porque de pronto escuche a mi lado una risa de mujer...

    -JA JA JA ¡Vaya que eres gracioso!

    Escuché decir, aun sin poder enfocar bien la vista, cuando por fin mi vista se normalizo en unos segundos que, me parecieron eternos, pude ver de dónde provenía la sonora carcajada… Provenía de unos labios pintados de rojo cereza, de una boca que se antojaba como un melocotón (ya sé que suena trillado pero ¿Cuántos de nosotros hemos alguna vez comido un melocotón?, si acaso un buen y caro durazno) bueno así parecía esa boca, una delicia de esas que está reservada para pocos en el mundo, esos labios enmarcaban dos hileras de dientes que eran perfectos, un poco más arriba una nariz no muy perfecta, pero con un toque sensual, que hacia juego perfecto con esos ojos color miel oscuro que a contraluz brillaban de una forma por demás extraña y atractiva, en resumen, era el rostro más bello que he visto en la vida, imperfecto pero a la vez ¿perfecto? El rostro que siempre pululaba en mis sueños o, que imaginaba como el de la protagonista de tantos libros que he leído la chica no pasaba de los veintidós años su rostro lozano así lo delataba…

    -Vaya te has quedado mudo

    Ella comentó, mientras imagino que mi rostro cambiaba de colores, nunca he sido del tipo de hombre que se llama conquistador y mucho menos aún, bien parecido. La definición que mis conocidos dan de mí a mis espaldas es la de “Ratón erudito de biblioteca entrado en años” así que imaginen mi aspecto semi desgarbado y acrecentada la graciosidad de mi rostro por el rubor que, para este momento ya me avergonzaba. La chica seguía riendo parecía realmente divertida, me arrebato indolente el libro que tenía entre mis manos al tiempo que preguntaba:

    -¿Qué lees?

    -Es una novela –contesté con nerviosismo.

    - Ah ¿sí? Y… ¿de qué trata?

    -De una tribu perdida que tiene una ancestral cualidad de viajar en el tiempo y que aunque es desconocida por la humanidad esta tribu ha influido en gran manera en el destino del mundo porque conoce todos los secretos que han sido velados a la humanidad.

    -Ah, parece interesante.

    -Si realmente lo es… -contrólate, contrólate pensaba para mis adentros-

    -Y… dime ¿hay mujeres en tu cuento?

    -No es un cuento, es una novela.

    -Ja ja ja no hay mujeres ¿verdad?

    -Emmm sí claro que las hay, hay una, que es la matriarca de la tribu, a las mujeres las desterraban.

    -Ahh y ¿porque?

    Para estos momentos ya el rostro no me parecía tan angelical, la mujer estaba a punto de desesperarme, no es mi costumbre a que me hagan tantas preguntas y mucho menos en ese tono divertido que la chica acompañaba con tantos movimientos al hablar, parecía una niña que hablaba con su abuelo, aunque su piel apiñonada que brillaba de una manera esplendorosa con los últimos rayos de sol hacia ver que ya no era una niña. Ohh Dios ¿Por qué la mandaste aquí? –pensé-

    -Porque la matriarca dice que las mujeres son malas para la tribu, porque volvían holgazanes a los hombres y descuidaban las labores así que solo se les permitía volver al poblado una vez al año-

    -¿En verdad?

    - Si, así lo dice el libro.

    -Ahhh y… ¿tú crees que las mujeres son malas?

    -No, no lo creo.

    -¿Te gustan las mujeres que hacen travesuras y son malas?

    -Nunca he conocido a una chica que sea mala y además haga travesuras…

    La chica extendió su mano pude ver que su mano era delgada y con unos dedos largos que terminaban en unas uñas no muy largas bien pintadas de color rojo que hacían juego con sus labios una perfecta terminación de un brazo delgado, aunque tonificado y dijo:

    -Hola mucho gusto, me llamo Tiaré y soy una chica traviesa y bastante mala.

    -El gusto es mío, me llamo Estanislao y como puedes ver, me gusta la lectura.

    Para esos momentos ya la luz del sol estaba menguando, las farolas se encendieron y una brisa fresca comenzó a soplar, las aves comenzaban a trinar la despedida para marcharse a sus nidos, llamando a sus crías o respectivas parejas.

    -Como que comienza a hacer frio ¿no crees?

    -Si la tarde está ya refrescando.

    -¿Me invitas un café?

    Ciertamente la pregunta me sorprendió ¿Cómo es que una chica como ella me haría esa pregunta que parecía invitación?

    -Si claro ¿Por qué no?

    -¿En tu departamento?

    Ahí si fue cuando la puerca torció el rabo…

    -Si, en mi departamento –Conteste al tiempo que pensaba que esa chica a lo que realmente venía, era a robarme, a asaltar mi departamento. Ohh no, mi colección de videojuegos y la enorme pantalla que aún no termino de pagar seguí pensando…

    -Siii ¡vamos! –ella contestó con alegría que parecía genuina… ¿Por donde es?

    -En la sexta y la veintidós

    Dije mientras mentalmente pensaba que era una extraña coincidencia que yo viviese en la veintidós exactamente como la edad que aparentaba la chicha, y además despidiéndome de mis flamantes aparatos electrónicos de nueva generación…

    -Anda ¡vamos! –dije mientas la hermosa Tiaré me tomaba del brazo dejándose guiar por mi y aún divertida-

    -¿Me contarás más de tu cuento?

    -No es un cuento, es una novela…

    -ja ja ja ¡cierto ya me lo habías dicho!

    Caminamos algunas calles, nos detuvimos a comprar algunas cosas, y Tiaré curioseó en algunos aparadores, no paraba de reír y hacer bromas mientras caminábamos hacia el departamento, Ciertamente Tiaré se sorprendió al ver el edificio en el cual estaba mi departamento, es un edificio, por demás llamativo, ha sido restaurado y tiene un toque virreinal que acentuado por el alumbrado multicolor que la alcaldía ha tenido a bien en adecuar al edificio hace que el inmueble sea una belleza.

    -woow ¿vives aquí?

    -Si tiaré, aquí vivo.

    -Sí, si lo es, pero pasa te mostraré mi casa.

    -Ella tardó unos momentos en entrar, aún seguía contemplando el edificio,

    -Esas gárgolas del tejado dan miedo.

    -No les temas, solo son piedras.

    El que realmente temía, era yo, al cerrar la puerta detrás de ella tuve a bien otear la calle para cerciorarme que no se viera nada extraño, como un camión de mudanza o algunos tipos sospechosos, miré, no se miraba nada extraño la calle estaba vacía, cerré las puertas, eché los tres cerrojos y el pasador…

    Ella anduvo frente a mí como si conociera el camino –confieso que no pude evitar mirarle- vestía una falda pequeña, unos zapatos tenis y una blusa tipo polo para mujer todo blanco, su cuerpo era esbelto solo con algunas curvas hermosamente delineadas, sus piernas eran largas bien torneadas, su espalda era como el antojo de un dios, su piel, apiñonada, de ese tipo que posee un bronceado natural, me recordó el cuerpo de una tenista, vaya suerte la mía, le dejé subir algunos escalones para poder admirarla un poco más… como dije, parecía saber el camino, pero no era así.

    -Hey, Tiaré, espera no es por ahí, es por la izquierda, hacia abajo mientas señalaba el pasillo.

    -¿vives en el sótano?

    -Si

    -Vaya que tienes tus sorpresas, nunca he conocido a nadie que viviera en un sótano jajaja

    No supe como tomar su comentario, imaginaba el trabajo que le costaría decir a sus cómplices dónde era que había que hacer el trabajo, bajó las escaleras rápidamente, aun parecía divertida, le alcancé y abrí la puerta invitándole a entrar , cuando paso junto de mí el olor de su perfume me fascino, era suave y frutal.

    Llevo viviendo en el departamento unos cinco años, un poco aficionado al arte, la pintura, las antigüedades raras y los libros, en una parte semi oculta, se encuentra mi salita de estar donde tengo los objetos electrónicos -que tanto me preocupan- y un pequeño espacio que utilizo para trabajar, el lugar lo he decorado con muebles fabricados con troncos, en algunos de los cuales aun sobresalen raíces que hacen las veces de patas, descansabrazos o percheros de tal modo que pareciera estar en la cueva de un topo, por debajo de la tierra y entre raíces, en un tianguis de pulgas conseguí una serie de quinqués los cuales modernice y usan energía eléctrica, contrario a lo que parezca no es un lugar lúgubre, más bien un lugar cálido, secreto y agradable, con algunas alfombras en el piso, y al fondo un librero, que pensándolo bien supera en valor a los objetos electrónicos, en la esquina contraria hay una chimenea a gas, que da al lugar el calor necesario para que la estancia sea agradable, pudiéndose descalzar y estar cómodo,

    Cuando encendí las luces, Tiaré se ha quedado sorprendida, mirando el lugar y toda la parafernalia con que está decorado.

    -Es linda tu casa rara, peculiar, pero linda.

    -Gracias, pero pasa toma asiento…

    -¡Tienes un tocadiscos! –

    Vaya, esta mujer ya está mirando que se llevará- -pienso-

    -Sí, era de mi abuelo, nunca me deshice de él, es un recuerdo suyo y lo mejor aún funciona.

    -¿puedo poner un disco?

    -Mmmm déjame ver cual me gusta…

    -Estás en tu casa, prepararé el café.

    Mientras que voy a la cocineta a encender la tetera Tiaré se descalza y curiosea entre mis discos, parece tener buen gusto, escoge un viejo disco de Ray Coniff, lo coloca con suavidad, enciende el tornamesa no le quito la vista de encima, además de ser hermosa, me preocupa mi tornamesa generalmente no dejo que nadie lo toque, es de mis más preciados objetos, el típico sonido del L.P. antes de iniciar la música inunda el ambiente, al igual que el aroma del café

    -Me gusta coniff

    -¿No eres muy pequeña para conocerlo?

    -Al igual que tu, mi abuelo era admirador de Coniff, poseía una colección de acetatos aunque en aquel tiempo no era una colección ya que era lo que se usaba, aún los conservo, me gusta escucharlos y además es grato que tu tengas un tocadiscos…

    -jajajaja Gracias por decirme viejo –digo mientras llevo los café y los croissants a la mesa-

    -No eres tan viejo, Me gustas.

    -Tu eres, muy joven y hermosa, también me gustas -digo mientras me sonrojo-

    Saboreamos las bebidas y los bocadillos sentados en la alfombra, charlando vanalidades, aunque no dejo de pensar que no coloqué el cerrojo en la puerta y que sería demasiado obvio levantarme e ir a cerrarla, sin embargo me doy cuenta que no me desagradaría ser robado por ese ángel que charla conmigo tan animada como si me conociera desde siempre, hace tanto tiempo que no estaba en compañía de una mujer y mucho menos tan joven, hermosa y risueña como Tiaré, no dejo de admirarle mientras charlamos…

    -Me miras mucho ¿no te parece?

    -Me parece que si…

    El disco termina dejando un silencio incomodo, ella se levanta va hacia el tornamesa cambiando el disco por uno de música blues “Relaxing Blues music” se llama el disco.

    -Muy buena elección

    -¿Te lo parece?

    Dice mientras comienza a bailar con la primera pieza “all nigth long” de Cris Beard un slow blues ella se mueve al compás de blues, nunca había visto ni escuchado tan perfecta combinación entre un blues y una mujer, cuando llega “Do you believe in love” de la Vargas blues band, Ella se encuentra totalmente embebida en su sensual baile, mirándome de vez en vez y contoneándose magistralmente, no puedo creer mi fortuna.

    Ella es, esta noche tan perfecta sus manos recorren su cuerpo tal si fueran los de un amante, no deseo moverme para no romper el encanto aunque mi excitación es ya evidente.

    Cuando comienza “it is Over·” de Dave Merkinelli, ella se va despojando lentamente de sus diminutas prendas, su piel es una sublime obra de arte, su cuerpo un sueño, para ese momento ya estoy extasiado, sentado por debajo de la línea de su vientre no he perdido detalle de lo que esconde bajo su lencería, ella sigue danzando, mirando, acariciando, despojándose de su falda dejándole caer al piso, el recorrido desde su cintura hasta sus tobillos, pasado por sus largas piernas y sus rodillas me ha parecido una eternidad cae en un efecto que perece tardar una eternidad, hasta caer silenciosamente en el suelo una diminuta prenda cubre su sexo, la blusa ha caído también, sus pequeños senos quedan al aire de una manera retadora y candida.

    Se acerca lentamente dándome a beber de ella…

    Despojada de toda prenda puedo saborearle, recorro cada parte de su cuerpo, no perdiendo detalle de cada lunar, de cada pequeña imperfección de su piel de cada pequeño vello, que se eriza al contacto con mi lengua, son kilómetros de piel solo para mí en este momento atenazo su piel. Arañándola suavemente, estrujándola con lascivia y placer, sometiéndole le muestro las artes que he aprendido con los años haciéndola llegar al clímax sin haber entrado aún en ella, la lozanía, el candor de su piel y las reacciones que casi imperceptibles presenta, son el mapa que me guía a donde debo llevarle.

    Ella, me muestra las virtudes de su juventud, las cuales memorizo llevándole por los caminos del placer, los cuerpos embonan a la perfección enredados con la misma pasión, la conjunción es perfecta, el ayuntamiento es llevado a cabo, las embestidas fueron recibidas con lujuria abriendo paso a mi virilidad, los movimientos parecen estudiados con antelación, un jadeo, un suspiro, su boca con maestría dio placer a mi cuerpo en incontables ocasiones, como que los cuerpos se conocieran mucho antes de tocarse, llega al clímax una y otra vez sus gemidos son la recompensa. Su humedad el pago.

    Los ojos, la boca y cada parte de los cuerpos estallan llegando a tocar al universo en un instante…

    La noche ha sido corta, perdí la cuenta de cuanto nos amamos, de cuanta piel recorrí, de cuantas veces susurró mi nombre, hasta que los cuerpos no dieron más de sí y el cansancio propio de la pasión da paso al dulce letargo que libera al alma de la prisión del cuerpo…

    Cuando despierto aún desnudo, sé que está ahí, en el tornamesa suena un viejo blues del misissipi huele a hot kakes recién hechos, me incorporo y para mi sorpresa no la veo por ningún lugar, ni a ella, ni mis muebles, ni mis libros, ni que decir de mis aparatos electrónicos y mis quinqués, en el centro del departamento, solo la mesita de centro, el tornamesa, una taza de café y un plato con dos hot kakes recién preparados, aun humeantes y algo que parece una nota, me levanto aún sorprendido y bebo de la taza de café sentado en el piso sin alfombra…
     
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