Tierra fantástica

Comienza un nuevo día, y ya estoy de vuelta en la carrera de esta vida rabiosa que me llevará a la detección de mis propias fantasías, las que iré fabricando a medida que corran los minutos.
Es preciso estar despierto a la espera del más ínfimo detalle, nada debería sorprenderme y si lo hiciera, disimularía lo suficiente, para que nadie se diera cuenta de mis placeres ocultos.
Pues no querría compartirlos deliberadamente, con absolutamente nadie; deberá ser un regodeo, una delectación, un goce personal que ingresará seguramente de manera indefinida, como una abstracción vertiginosa y sarcástica dentro de mi cuerpo.
No lo sé, podría estar muerto ahora mismo y recibir la orden maldita de volver a despertar, para una versión bizarra de mi actual vida.
Puede tal vez que alguna especie de entidad me transporte a la muerte, que probablemente sea un formato de vida que no conozco, y no entiendo.
Que podría ser perfecta, y que estoy dispuesto a descubrir.
Existe la posibilidad de ser eventualmente el protagonista del sueño de algún fulano, que cada noche antes de dormirse, me demande una aventura diferente.
Eso sería exquisito, perfecto e irresistiblemente precoz.
¡Brindo por lo que sea!
¡Me encuentro aquí!
En la espera de esas mágicas delicias que yo mismo prometo descubrir, en los cajones de mi percepción.
La rutina es la misma, la habitual de todos los nocivos días.
El secreto está aquí, dentro de mi mente surrealista.
Allí se encuentra la extensión de mi tiempo.
Inmerso en mí profunda tierra fantástica.