Toda una Vida Juntos - Narración romántica

TODA UNA VIDA JUNTOS

Daniel había viajado a Buenos Aires muchas veces en los últimos años, su curiosidad por los caminos de su corazón le habían llevado a lugares donde siempre encontraba algo que lo acercaba un poco más a su historia personal. Como aquella tarde en que su corazón le hizo buscar una librería en Posadas, una ciudad del norte de Argentina. Estaba allí en viaje de negocios y ese lunes por la noche estaba invitado a dar una conferencia en una sala de hotel. Como disponía de tiempo y no tenía prisa, salió en busca de la librería, paseando a pie por las calles de la ciudad.

Había tomado rumbo en una dirección pero no estaba hallándola, así que preguntó a un policía por la librería. Este le indicó una que quedaba a cinco cuadras pero en una dirección diferente de la que llevaba, pensó que el policía no estaba indicándole la que él buscaba, pero al final decidió hacerle caso, algo le decía que ese aviso era correcto. Anduvo las cinco cuadras con la certeza de que algo importante le aguardaba. Al ver la librería se dijo. -Humm, no era esta la que buscaba. Pero decidió ingresar de todos modos. Apenas entrar, uno de los libros en el primer anaquel le llamó la atención, lo tomó y al abrirlo se confirmó lo que había sentido, otra pieza del rompecabezas estaba allí muy clara. Siguió buscando como siempre le gustaba hacer, por las estanterías donde se dejan los libros que la mayoría no ve, los que solo esperan a los buscadores. Otro libro le dijo aquí estoy, era uno que había estado buscando hace tiempo sin éxito y ahora estaba ahí esperándole. Había aprendido a seguir su intuición, porque cada vez que lo hacía algo encontraba que lo llevaba un paso mas fuera de la ignorancia, aquella que había escrito la mitad anterior de su vida, llevándole a los tumbos en el amor y en una historia que no vibraba con él.

Ahora estaba de nuevo en Buenos Aires, había ido a aprender del uso de nuevas tecnologías en su negocio y estrategias de gente exitosa en Sudamérica, pero ahora, con tiempo libre antes de regresar al interior, a Corrientes, había decidido visitar a su prima Florencia, a quien no veía desde hace tiempo y que "casualmente" hoy era su cumpleaños.

Decidió caminar unas cuadras por el barrio donde había vivido una parte importante de su vida, donde había caminado inexperimentadamente de la mano de su primer gran amor, en aquellas calles donde había entregado su corazón en cálidos besos que luego supieron a traición. La dulzura y la amargura se mezclaban en su recuerdo, aquello había marcado su vida como no tenía idea entonces. La ignorancia y el dolor habían forjado allí un escudo, una máscara que lo había acompañado desde entonces y que había puesto su corazón a resguardo de heridas, pero también de toda posibilidad de vivir el amor.

Caminaba esa cálida tarde sin saber que el destino estaba a punto de devolverle su corazón, a punto de resquebrajar el escudo que lo blindaba y darle una nueva oportunidad. No había apuro en su paso cuando llegó a golpear en la puerta de la casa de Florencia, no lo esperaban, y hacía mucho que no iba por allí, fue una sorpresa y una alegría. Florencia lo hizo pasar sin demora mientras charlaban sobre la sorpresa de la visita. No estaba preparado para lo que estaba a punto de ocurrir.

Ingresó saludando a los demás que habían llegado al cumpleaños. Estaban allí los sobrinos de Florencia, Damián, Clara y César, los hijos Javier y Luis, sus hermanas Malena e Inés, y al estar saludando a todos fue que la vio. Estaba allí como si de pronto hubiese un perfecto pasadizo en el tiempo en el que coexistían dos realidades distantes y simultáneas, las personas que había saludado hasta ahora, en quienes había visto evidente el tiempo transcurrido y ella, que en medio de todos parecía estar en el tiempo en que la había conocido. Nada había cambiado, cada línea de su rostro, cada detalle de sus ojos, su brillo, su color, esa increíble sonrisa que iluminaba como un sol; su etérea figura sin par moldeada por las manos de los dioses en símbolo de honor a la femineidad, y esos labios perfectos de locura que embriagan con solo imaginar sus besos. Vestía sobria, dulce, delicada y femenina como solo ella podía lucir. Grácilmente sin exageraciones, segura de sí pero sin arrogancia, afrodita encarnada sin saber que lo es.

El corazón de Daniel dio un vuelco. De pronto las memorias a la velocidad de la luz estaban recreando acaso una perfecta manifestación inmaculada extraída del tiempo y a resguardo de él? No, no era eso, ella estaba allí, perfecta como entonces, no pudo evitarlo, como podría, el pulso se le aceleró.

Nadie allí excepto Daniel y Angelina sabían de la historia entre los dos, las miradas se cruzaron y en ellas se vio el instantáneo viaje en el tiempo, tan distante, tan cercano. De no ser por la ignorancia de la historia por los otros y el bullicio de saludos, habrían notado el tiempo detenerse unos microsegundos en el que un rayo de energía atravesó los dos corazones regresando a través de sus miradas y creando un salto cuántico que borró la historia para echar luz en todas direcciones al tiempo que fluían tan frescos como ayer los dulces recuerdos. Daniel no pudo evitar sentir el sabor de sus labios en los suyos, hubiera jurado que acababa de besarla. Ella sintió como reciente la calidéz de sus abrazos y recordó que fue ella quien tuvo que besarlo antes que saliera por la puerta aquella tan distante y ahora cercana mañana cuando Daniel no se atrevía a pesar que la deseaba.

Nadie se dio cuenta, solo ellos y el mudo testigo universo que conectaba sus almas fuera del alcance de la vista. Un -Hola! Cómo estás? Que ni por asomo se acercaba a años luz de lo que acababa de ocurrir fue lo único que salió de los labios de ambos. No había pasado el tiempo en sus corazones eternos, pero en el tiempo de los mortales habían transcurrido dos vidas distantes, dos caminos paralelos, dos historias sin amor verdadero, dos viajeros del tiempo estaban reuniéndose en un punto no programado por ninguno de los dos. El universo había conspirado para ponerlos allí, ahora, frente a frente.

Nadie más sabía la historia, tan dulce, tan breve, tan distante, tan todavía viva. Siguieron conversando ambos con el resto de la gente en la fiesta, ante la algarabía general y las miradas distraídas y ajenas, las suyas se curzaban de tanto en tanto. Daniel que desde hacía unos años trabajaba con la intuición y había empezado a abrir su corazón para poder conectar con la gente de su equipo de negocio y guiarlos desde su interior hacia sus sueños, había desarrollado una sensibilidad especial a algo que apenas la ciencia actual está empezando a descubrir pero que los antiguos conocían a la perfección, el electromagnetismo del corazón que es medible a metros de distancia.

En cada mirada él sentía el corazón de Angelina, la vibración de su campo era inequívoca, ella también estaba reviviendo en su memoria aquel día. La fiesta continuó. Risas, comida y bebida, mezclada con chistes y aplausos, velas y fósforos, un cumpleaños mas, pero no para ellos, sus corazones conversaban entre sí incluso fuera del alcance de sus consciencias, en un diálogo que habría de cambiar sus vidas. Daniel hubiera querido que el tiempo se detuviera aquella tarde y poder conversar con Angelina sobre el tiempo sin tiempo en que habían viajado distantes; pero ya tenía programada una reunión de negocios esa tarde y el tiempo de los mortales, encaramado en las agujas del reloj le vino a decir, ya es hora de partir. Y justo luego de esa reunión, ya debía viajar de regreso a su provincia, a más de 500km de distancia cruel.

Se despidió uno a uno de los presentes, hubo fotos, un -Te pierdes la torta? Y ya debía irse. Antes de eso, se encuentra frente a frente con Angelina y se abrazan de una forma tal que nadie excepto ellos notan el calor y la vibración de ese abrazo, pero ahora sus corazones están por un momento inevitablemente fundidos en una oleada energética que enciende el pecho de los dos. Daniel siente la deliciosa calidez de Angelina y ambos se dicen al oído en susurro cómplice, con un timbre de voz que es un lenguaje dentro de otro, -Estás tal como te recuerdo! Un abrazo de un instante y ya hay que marchar. Tanto dicho sin palabras. -Que nos pasó que no vivimos este tiempo juntos? Si vibramos así en este instante, como sería volver a sentirnos? Cuando te vuelvo a abrazar? Quisiera besarte. No hemos vivido el amor verdadero y la vida nos pone ahora de nuevo en el camino. Al separarse aquel abrazo, Daniel empezó a marcharse, sin ganas de hacerlo, pero su corazón albergaba ahora una semilla de esperanza. Sabía ahora con certeza que había amado a Angelina desde que la conoció, desde que se abrazaron en el cine aquella noche, desde ese beso cómplice antes de salir hacia Luján aquel distante día de juventud, desde los besos en el túnel y en la nave espacial, desde la estupidéz en que un joven inseguro y temeroso de perder por parecer inocente, como la experiencia de dolor le contaba, la acarició más allá de lo permitido, alejándola. Los pensamientos de Daniel le hacían imaginar como habría sido una vida junto a Angelina, pero había aprendido a escuchar su corazón, y éste le decía que la vida tiene caminos de misterio que nos preparan para vivir en plenitud si hemos abierto el corazón a las posibilidades, el aprendizaje y la sabiduría.

Ahora estaba lleno de esperanza, después de mucho tiempo, un escudo había caído, ahora se encontraba vulnerable sí, pero al fin abierto ante la vida y sus posibilidades. Estaba en paz, se había reencontrado con el amor. Esa misma tarde mientras se alejaba de allí se juró que no moriría sin haber vivido ese amor postergado, la vida los había llevado por distintos caminos porque ambos debían aprender algo para volver a estar juntos. Daniel sentía que ya estaba listo para Angelina; ahora había que ver si Angelina estaba lista. Pero esa es otra historia, que apenas está comenzando.

Estoy de nuevo en Buenos Aires...

 

Hola Julia, me alegro les haya gustado la historia.
La continuaré cuando sea el momento.
Saludos y lo mejor para Ti y MundoPoesía.